Un disco para el verano
Seguramente ya est¨¢ al caer: un programa televisivo sobre la canci¨®n del verano, adobado con el gancho de la democracia por SMS y enriquecido por detallitos frikis. Bien, no les demos ideas. En todo caso, destaquemos un disco que acaba de salir y que nunca aparecer¨¢ en esos listados de m¨²sicas estivales. Un buen disco de verano necesita ser confortable y refrescante. Airoso a la vez que carnoso. Se deber¨ªa poder escuchar de fondo y en buena compa?¨ªa, pero tambi¨¦n necesita tener profundidad para que su disfrute en solitario permita el deleite del descubrimiento.
Aviso que, en realidad, el disco en cuesti¨®n se grab¨® en enero de 2007 y en una ciudad de inviernos muy inh¨®spitos como es Nueva York. Durante dos noches enteras se juntaron dos titanes de la m¨²sica sure?a, Willie Nelson y Wynton Marsalis. Y all¨ª, en el Allen Room del Lincoln Center, grabaron este Two men with the blues (Blue Note). Exacto, el blues: ?qu¨¦ otra cosa pod¨ªan tener en com¨²n el m¨¢s carism¨¢tico de los cantantes country y el trompetista de Luisiana que manda en el jazz neoyorquino?
Willie Nelson es el porreta m¨¢s querido de EE UU. Por contra, Marsalis es m¨¢s tieso que una vara
Son diez canciones muy contrastadas, lo que evita cualquier posibilidad de caer en la monoton¨ªa
De principio, Willie Nelson es el porreta m¨¢s querido de Estados Unidos. ?l mismo, en su autobiograf¨ªa, ha contado c¨®mo se fum¨® un canuto en la azotea de la Casa Blanca, adonde acudi¨® invitado por el entonces presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter. Por el contrario, Marsalis es m¨¢s tieso que una vara. Adem¨¢s, se trata de un tipo altivo: fui testigo de un desaire que le hizo a Miles Davis, a principios de los ochenta, en un club de jazz de Manhattan. Cierto que resulta imposible no admirar a un mocoso capaz de dar un corte -?y en p¨²blico!- a un d¨¦spota del cool como era Miles.
Willie Nelson pertenece, me temo, a la categor¨ªa de artistas que son visualmente reconocibles en Espa?a, pero de los que se desconoce verdaderamente su m¨²sica. Aqu¨ª, en este pa¨ªs, solamente se escuch¨® aquel empalagoso To all the girls I've loved before, un dueto con Julio Iglesias que figura entre lo m¨¢s repelente que ha grabado cualquiera de ellos. Por ejemplo, aqu¨ª se celebran los discos crepusculares que hizo Johnny Cash con Rick Rubin, pero se olvida que, muy posiblemente, estaban inspirados por trabajos descarnados del tejano en los a?os noventa, como Spirit o Teatro.
M¨¢s all¨¢ de la caricatura de arrugado vaquero con coletas, Nelson muestra una asombrosa curiosidad musical, dedicando ¨¢lbumes a canciones est¨¢ndar o temas de reggae. Y el blues siempre ha estado presente en su repertorio. A finales de los cincuenta, uno de sus primeros ¨¦xitos como compositor fue Night life, un blues de libro: "La vida nocturna no es una buena vida, / pero es mi vida".
Willie ya hab¨ªa grabado un disco de blues en 2000, Milk cow blues, pero el experimento fracas¨® por el pecado del crossover, al ponerle a cantar con figuras actuales sin pensar en crear verdaderas afinidades. Por el contrario, en el presente Two men with the blues surge la qu¨ªmica. Se trata de una qu¨ªmica sonora: aqu¨ª hay una fusi¨®n genuina, con presencia instrumental de la guitarra de palo de Willie y la arm¨®nica de uno de sus acompa?antes habituales, Mickey Raphael, ambos soltando unos gozosos solos como sus colegas del jazz.
As¨ª que Wynton Marsalis y su cuarteto est¨¢n reforzados por elementos country, sin que suene forzado. Wynton incluso canta. Aunque se grabara el pasado a?o, Two men with the blues parece un disco intemporal o, por lo menos, perteneciente a un tiempo en que no hab¨ªa tantas vallas artificiales entre las m¨²sicas.
Son 10 canciones muy contrastadas, lo que evita cualquier posibilidad de caer en la monoton¨ªa: de los blues medicinales a los blues alborotadores. Hay temas de Hoagy Carmichael que Willie Nelson ha hecho suyos, como Georgia on my mind y Stardust, pero no queda ni rastro de la languidez original: la tropa de Marsalis a?ade el efervescente esp¨ªritu dixie de Nueva Orleans y uno puede ver flotando la inmensa sonrisa de Louis Armstrong, dando su bendici¨®n.
Babelia
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