Fado y flamenco achican fronteras
Hace un a?o ni se conoc¨ªan. Hoy comienzan una gira de fusi¨®n. En su paseo por la Expo de Zaragoza, Dulce Pontes y Estrella Morente muestran su complicidad
Dulce Pontes se muere por un cigarro al fresco. En Zaragoza, con su can¨ªcula, es imposible. Por algo hab¨ªa siseado con sorna un taxista: "Tenemos el mejor clima de Espa?a: los veranos de Sevilla y los inviernos de Soria". As¨ª que Dulce Pontes, vivaracha y traviesa como un gnomo, busca un escondrijo para fumar de tapadillo: un min¨²sculo almac¨¦n del Centro Internacional de Prensa. Pero el placer de la artista que encandil¨® a Ennio Morricone cuando era casi desconocida se desvanece r¨¢pido como el humo.
-Lo siento, no se puede fumar aqu¨ª -dice una vigilante-.
Pontes suplica. La empleada se va. ?Control superado? Todo indica que la entrevista arrancar¨¢ en la escalera del cuartucho entre caladas ilegales. Pero...
Han cantado en una quinta y han comido sardinas en M¨¢laga. Han sintonizado.
Antes que ellas, Am¨¢lia Rodrigues y Lola Flores hicieron d¨²os televisivos
-No me haga eso por favor. No pueden fumar aqu¨ª.
Una segunda vigilante, tra¨ªda de refuerzo por la primera, busca complicidad. Dulce Pontes hace moh¨ªnes, saca una vena payasa que nadie intuye escuchando el desgarro de sus fados y finalmente accede a someterse a la ley. Por el pasillo, confiesa travesuras en el Vaticano y en el Kremlin.
-En Estados Unidos los mejores sitios para fumar son las escaleras de incendios de los hoteles. Tengo que dejarlo, pero estamos tan perseguidos que no puedo.
El segundo marco incomparable de la entrevista es un bordillo a pleno sol de la Expo de Zaragoza donde fumar todav¨ªa est¨¢ permitido. Se levanta la falda contra el sofoco. Habla espa?ol como si se hubiera criado entre el Albaic¨ªn de Granada y el Pedregalejo de M¨¢laga con una entonaci¨®n sure?a que se le ha adherido gracias a las semanas de estrecha convivencia con Estrella Morente. Han hablado, re¨ªdo y cantado en una quinta de Elvas (Portugal). Han comido espeto de sardinas en M¨¢laga. Han paseado por la Alhambra. Han hablado de maestras como la Ni?a de los Peines o Elis Regina; han intercambiado ritmos, confidencias y pendientes. Y finalmente han perfilado canciones para una gira que las llevar¨¢ por 11 ciudades bautizada con un nombre mucho m¨¢s ?o?o que ellas: Dulce Estrella.
Hoy arranca en C¨®rdoba, en el Festival de la Guitarra, aunque deber¨ªa haberlo hecho en Zaragoza. Una tormenta frustr¨® el estreno en la Expo, donde Pontes y Morente se reencontraron el pasado jueves 10 y donde ambas se arremangaron el tiempo que el fot¨®grafo necesit¨® para atraparlas frescas y divertidas por muy hambrientas y cansadas que estuvieran. Nobleza obliga.
Ni se conoc¨ªan hace un a?o, cuando Estrella Morente debut¨® en Lisboa, le ech¨® arrojo y cant¨® en portugu¨¦s Can?ao do mar, casi un himno en Portugal. "Ped¨ª disculpas por mi acento, promet¨ª aprender y echarme una amiga portuguesa", revive. La gira permitir¨¢ juzgar sus progresos con el portugu¨¦s. Ya tiene la amiga. Se caen bien. Se nota. Cuando Estrella llega a la Expo, tras hora y media de retraso, se besan, cuchichean y r¨ªen como colegialas. Han sintonizado sus hijos. Se han fusionado sus m¨²sicos. Y entre ellas hay complicidad, igual que entre la guitarra flamenca y la portuguesa. "Ninguna de las dos necesitamos esto, o s¨®lo espiritualmente", aclara la cantaora. Para la gira, Pontes ha inventado dos t¨¦rminos: "fadenco" y "flamado". Bajo ellos sonar¨¢n coplas, tangos, fados y poemas. T¨ªtulos ensayados por ambas: Volver, Mar¨ªa de Buenos Aires, Los cuatro muleros, Milho verde, Zambra, Foi Deus. Morente progresa con el portugu¨¦s y Pontes, bisnieta de un forcado que tuvo una muerte atroz y flamenca en el albero, se adentra en jonduras. Antes que ellas, Am¨¢lia Rodrigues y Lola Flores hicieron a d¨²o m¨¢s por el entendimiento ib¨¦rico que decenas de embajadores. Entre Morente y Pontes tampoco se observan fronteras ni rayas.
Camino de la salida, Morente tropieza con Pitingo. Se elogian. Pitingo la invita a su boda. La cantaora propone rematar la entrevista sobre una grada de la Expo mientras anochece. Habla de la pirater¨ªa ("vivir est¨¢ por encima del arte, cuidado con enfocar la culpabilidad sobre gente que viene con un ni?o a vender para ganar 50 c¨¦ntimos por un disco") y de su a?oranza de Granada ("me siento un geranio, una piedra de all¨ª"). Habla tambi¨¦n de su sue?o de entrar en la Scala de Mil¨¢n por la puerta de la l¨ªrica, de la admiraci¨®n por la gente abnegada y de su apoyo para construir en Paraguay un colegio. Cuando se va, recuerda que su primer sueldo (150 euros) se lo pag¨® en otra Expo, la de Sevilla, Enrique Morente, su padre. El mismo que dice que si Estrella hubiera nacido en tiempos de Mariana Pineda, por combativa la hubieran quemado con la bandera.
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