Condenado a muerte por blasfemo
Hadi Saeed al Mutif lleva 15 a?os en prisi¨®n por ofensas a Mahoma - Activistas pro derechos humanos piden al Rey y a Zapatero que medien ante Arabia Saud¨ª
El comentario fue irreverente. Pero lo que en cualquier otra parte del mundo no hubiera pasado de una an¨¦cdota, a Hadi Saeed al Mutif le ha costado la c¨¢rcel y una condena a muerte pendiente de ejecuci¨®n. Este aspirante a polic¨ªa ten¨ªa 18 a?os cuando respondi¨® al "recemos por el profeta Mahoma" del imam con un "y por su pene", seg¨²n dos reclutas que rezaban a su lado y que le denunciaron. Lleva 15 a?os, casi la mitad de su vida, entre rejas.
Sus superiores no se conformaron con castigarle a formar dos horas bajo la bandera nacional. El caso fue remitido a la justicia, una decisi¨®n que, seg¨²n denuncian defensores de los derechos humanos saud¨ªes, tuvo que ver m¨¢s con su afiliaci¨®n religiosa que con su agravio. Adem¨¢s de bromista, Al Mutif, originario de Najran, es un chi¨ª ismail¨ª, una minor¨ªa que la interpretaci¨®n wahhab¨ª que domina Arabia Saud¨ª considera "desviada y her¨¦tica".
De ah¨ª que ante la convocatoria por parte del rey Abdal¨¢ de la Conferencia para el Di¨¢logo Interreligioso, los activistas se hayan movilizado pidiendo al monarca que predique con el ejemplo. Los ismail¨ªes ni siquiera fueron invitados a la conferencia intermusulmana de La Meca que precedi¨® a la de Madrid.
Como cada vez que alg¨²n alto cargo saud¨ª viaja a un pa¨ªs occidental, el director del Institute for Gulf Affairs (IGA), un think tank con sede en Washington que promueve los derechos humanos y la democracia en la regi¨®n del golfo P¨¦rsico, ha escrito al rey Juan Carlos y al presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, para que saquen el caso de Al Mutif durante sus conversaciones con el Custodio de las Dos Mezquitas.
"Su juicio fue un fallo de la justicia", denuncia Ali al Ahmed, el director del IGA. Como es frecuente en ese pa¨ªs, a Al Mutif no se le permiti¨® tener asistencia letrada ni participar en su defensa. De acuerdo con Al Ahmed, el propio juez dej¨® clara su parcialidad al espetarle: "Usted pertenece a una minor¨ªa corrupta, est¨¢ fuera del islam, no tiene ni credo ni religi¨®n". Fue condenado a muerte y sus dos apelaciones, rechazadas. Su padre se dirigi¨® al entonces pr¨ªncipe heredero Abdal¨¢, pero las conclusiones del comit¨¦ que revis¨® el caso no conmovieron a los jueces, y el ya rey parece remiso a intervenir.
En Arabia Saud¨ª, donde hasta a los convictos de Al Qaeda se les permite asistir a los funerales de sus familiares, a Al Mutif, que ni est¨¢ condenado por terrorismo ni supone una amenaza directa para la sociedad, se le neg¨® el permiso para acudir al entierro de su padre el pasado mes de abril. Desde entonces se le ha trasladado a una celda de aislamiento en la prisi¨®n m¨¢s alejada de su ciudad de origen. La intervenci¨®n de Human Rights Watch tampoco ha servido para mejorar su situaci¨®n.
"Consideramos que la dura sentencia y el trato que se le ha dado son fruto de la persecuci¨®n por sus creencias religiosas a que le someten los extremistas wahhab¨ªes que controlan el Gobierno saud¨ª", concluye Al Ahmed, en conversaci¨®n telef¨®nica desde Washington.
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