Cultura popular
Guant¨¢namo es motivo de memorias y poemas de presos, informes de abogados, cr¨®nicas, arte, canciones, teatro y tebeos, coreograf¨ªas, pel¨ªculas dram¨¢ticas y de humor. En la novela de intriga hist¨®rica contempor¨¢nea El prisionero de Guant¨¢namo el lugar se presenta, a ojos del agente Falk, id¨®neo para el ocio, como "sacado de Disneylandia". Los tres adolescentes encerrados en uno de los barracones penitenciarios, llegados del campo de batalla de Afganist¨¢n, juegan al f¨²tbol, se entretienen con las iguanas, miran la playa de Cuba. No conoc¨ªan el mar. Ven v¨ªdeos de la naturaleza. Estudian con profesores cari?osos, que dicen: "Son buenos chicos. Se merec¨ªan algo mejor que acabar secuestrados por los talibanes y que les pusieran una metralleta en la mano". Las autoridades americanas aseguran que ya han sido devueltos a sus casas.
Falk, del FBI, juzga improcedentes los sistemas de interrogatorio de la CIA: es est¨²pido pensar que con agresividad se logran confesiones. Los violentos son interrogadores que suplen la destreza con accesorios dram¨¢ticos: luces estrobosc¨®picas, capuchas y cadenas, equipos de sonido potentes, heavy metal, perros y pornograf¨ªa, estados de "incomodidad prolongada", gritos y obscenidades traducidos por el int¨¦rprete. (No queda testimonio de porras ni pinchos, dice Falk, pero inmediatamente recuerda que esas herramientas son port¨¢tiles). El criterio del personaje ideado por Dan Fesperman se ajusta a las declaraciones reales de agentes del FBI, que niegan la necesidad de recurrir al physical abuse para obtener informaci¨®n. "Lo importante es construir una relaci¨®n con el sospechoso" que acabe revelando sus debilidades (lo leo en Forever Guant¨¢namo, Raymond Bonner, The New York Review of Books del 17 de abril de 2008).
Hay quien sostiene que la brutal verdad de Guant¨¢namo funciona como una mentira. Guant¨¢namo no ser¨ªa lo peor, sino la pantalla que cubre una realidad a¨²n m¨¢s desagradable: los escondites para detenidos o secuestrados por la CIA en distintos pa¨ªses del mundo y a merced de especialistas en confesiones con dolor. Incluso las primeras fotos de Guant¨¢namo, con los prisioneros arrodillados y encadenados a los pies de los militares de Estados Unidos, habr¨ªan mostrado did¨¢cticamente la capacidad americana de castigar sin l¨ªmites a los responsables del 11 de septiembre, m¨¢s all¨¢ de las leyes nacionales e internacionales. Dan Fesperman recuerda en El prisionero de Guant¨¢namo el lema con que se saludan los soldados del campo: "?Obligados por el honor a defender la libertad!".
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