La cordialidad del buen vino
Viaje por La Rioja: de P¨¢ganos a San Mill¨¢n de la Cogolla, Elciego, Santo Domingo de la Calzada y Briones, una tierra a la que se reverencia y respeta
A La Rioja no s¨®lo se viene a beber vino, aunque tambi¨¦n. Salimos de Madrid con el d¨ªa lluvioso. Es una tormenta de primavera que preambula el arco iris. Bajando Somosierra, el horizonte se ahonda y Castilla se nos ofrece de par en par. Pasaremos por Aranda, por Lerma, y haremos parada en Burgos para tomar cordero en Casa Ojeda (947 20 90 52; www.restauranteojeda.com; Ver ficha). Antes nos meteremos en la catedral, m¨¢s que nada para ir haciendo boca, y all¨ª visitaremos la capilla de San Juan de Sahag¨²n, donde descansan los restos del beato Lesmes, abogado del dolor de ri?ones, seg¨²n reza su tumba. El cordero de Casa Ojeda debe ser del que quita los pecados del mundo a juzgar por c¨®mo se nos deshace en la boca. Dir¨ªase que se comulga de lo tierno que est¨¢. Lo acompa?aremos con vino de la Ribera, pues el Ebro a¨²n queda lejos.
Seguiremos con el coche por esas carreteras lloviznadas que van para el norte. Nuestro destino queda cerca de Laguardia. All¨ª pasaremos un par de noches alojados en la casa solariega de Bar¨®n de O?a, en medio de un mar de vi?as al pie de la sierra de Cantabria. Al entrar en La Rioja el paisaje cambia de aspecto. Colinas suaves y meandros de carretera se nos ponen por delante. La tarde viene tambi¨¦n nublada. Los vi?edos dibujan sobre el terreno hileras serpenteantes. Cepas y m¨¢s cepas, vi?edos a derecha e izquierda; la uva es la protagonista indiscutible. De vez en cuando, un pueblo. ?De d¨®nde le vendr¨¢ su nombre a La Rioja?
Es lugar pr¨®spero ¨¦ste. Salta a la vista. No es la suya una riqueza hecha de gr¨²as y de picos al alza en los mercados especulativos. Es una riqueza perenne, s¨®lida, ligada a la tierra, a la que se reverencia y se respeta, una riqueza que regresar¨¢ a esa misma tierra de la que parte. Nos gusta esa riqueza color vino, sobre todo cuando nos la sirven en la copa y la catamos en compa?¨ªa de amigos.
Llegamos a nuestro destino en el pueblo de P¨¢ganos. La casa es de piedra, bella, consistente, acogedora. Un verdadero lujo alojarse all¨ª. Nos tienen preparada una cena fr¨ªa con queso, chorizo, tortilla y ensalada; y en la nevera, a la temperatura correcta, suficientes botellas del reserva que elaboran en el lugar. Para hacer hambre nos acercaremos a Laguardia, un pueblo que es promontorio en aquellas regiones rizadas de cepas. La vista de la sierra de Cantabria es majestuosa desde all¨ª, toda batida por las nubes, casi a punto de nieve. Las calles de Laguardia son estrechas y en pendiente. Conservan un encanto antiguo que las adorna de simpleza solariega. Nos sentimos a gusto paseando por ellas. Fachadas ocres, gentes amables, ni?os jugando despreocupados. So?aremos con poder vivir en ese sitio, lejos de los tormentos de la ciudad.
Entre risas y enso?aciones se nos marcha la tarde. Regresaremos a la casa y daremos buena cuenta de la cena que nos aguarda. El vino alegra las copas y la conversaci¨®n se enzarza en discusiones variopintas, todas abrigadas por el esp¨ªritu de cordialidad que la botella ofrece. Es raro re?ir cuando se comparte un vaso de buen vino; bastante raro. La noche ha ca¨ªdo. Otra llovizna la rubrica. Desde las habitaciones se divisan a lo lejos n¨²cleos de luz. Son las bodegas dispersas por los campos. Ya las miraremos al d¨ªa siguiente.
Huevos fritos con puntilla
Nos levantamos temprano. Desayunamos huevos fritos, de esos frescos y con puntilla que envuelven el paladar. Casi con la yema a¨²n chorreando por la barbilla, salimos rumbo a San Mill¨¢n de la Cogolla. A la derecha contemplaremos las bodegas CVNE
[Compa?¨ªa Vin¨ªcola del Norte de Espa?a], un edificio singular del arquitecto Philip Meziers. Contrasta su modernidad con la soledad de las vi?as que se suceden hasta el horizonte.
Un poco m¨¢s adelante, al entrar en Elciego, topamos con las bodegas de Marqu¨¦s de Riscal, con sus tres techados ondulantes, de texturas tintas, doradas y plateadas, que nos recuerdan a los encapsulados de las botellas. Llama la atenci¨®n el edificio, pero no tanta, a decir verdad. M¨¢s que un churro de Frank Gehry parece una broma de Jeff Koons. Otra vez la lluvia por el camino.
En San Mill¨¢n de la Cogolla habr¨¢ dos monasterios que visitar: el de arriba, Suso (imprescindible reservar en el 941 37 30 82), y el de abajo, Yuso (941 37 30 49; www.monasteriodeyuso.org. Visitas, de martes a domingo, de 10.00 a 13.00 y de 16.00 a 18.00. Abierto los lunes de agosto). Sursum y Yuso en lat¨ªn. El espa?ol dispone a¨²n de esos prefijos; susodicho, el mencionado m¨¢s arriba; yusofirmantes, los abajo firmantes. En este lugar, har¨¢ ahora un siglo, Manuel G¨®mez Moreno hizo un hallazgo en el llamado C¨®dice 60. Descubri¨® glosados los primeros textos en euskera y en espa?ol. Los monjes entresacaban las frases que peor se comprend¨ªan en el lat¨ªn del texto y las glosaban en los m¨¢rgenes en romance.
Estamos en el a?o 960, y Espa?a es un conjunto de reinos nacidos del descoyuntamiento del Sacro Imperio Romano. Tierras estas de frontera. Moros y cristianos, leyendas y milagros. Calamidades. La gu¨ªa local que nos explica la historia del lugar se llama Raquel; nos cuenta que el monasterio de Suso es propiedad del Ministerio de Cultura, mientras que el de Yuso pertenece a los agustinos recoletos, "cosas de la desamortizaci¨®n de Mendiz¨¢bal", dice. Al ense?arnos la p¨¢gina glosada del C¨®dice 60 nos advierte de que se trata de un facs¨ªmil, pues el ejemplar original se encuentra en la Real Academia de la Historia, en Madrid. Medio en veras, medio en bromas, Raquel pone en tela de juicio la legitimidad de dicha instituci¨®n para custodiar un c¨®dice que fue gestado en Yuso. Nadie le responde y todos callan.
Pueblos capitales de reino
Tras la visita a ese santuario de las lenguas vasca y espa?ola que es San Mill¨¢n de la Cogolla, nos encaminaremos a Santo Domingo de la Calzada, donde cant¨® la gallina despu¨¦s de asada, una vieja leyenda atribuida a la intercesi¨®n del santo en un asunto de faldas. Pasamos por pueblos de nombres de resonancia hist¨®rica, y algunos como N¨¢jera, capitales de reino.
En Santo Domingo veremos a trav¨¦s de una reja la gallina del milagro, all¨ª enjaulada, vivita y coleando. Para lo dem¨¢s hay que pagar; y es que ya no hay caridad cristiana con los turistas, sino vulgar venta de entradas en la taquilla del establecimiento.
Comeremos y descansaremos nada m¨¢s que lo justo para dirigirnos hacia Briones. All¨ª se ubica desde el a?o 2004 el llamado Museo de la Cultura del Vino Dinast¨ªa Vivancos, un museo que tan s¨®lo con o¨ªr el nombre ya se nos antoja pretencioso. El hall de entrada reproduce el de cualquier rascacielos de oficinas, con un grupo de recepcionistas de uniforme, metidas todas en un corro central.
Todo all¨ª es inmenso, exagerado. Las m¨¢s modernas tecnolog¨ªas se entremezclan con los objetos m¨¢s antiguos; pantallas t¨¢ctiles junto a ¨¢nforas romanas, salas multimedia junto a prensas de lagar. Hay algo de opresivo en aquel sitio, un tufo a grandilocuencia teatral, a arquitectura ef¨ªmera. Al penetrar en la bodega, uno encuentra la palabra adecuada para describirlo: megaloman¨ªa. Perdidas entre las pir¨¢mides de barricas se tiene la sensaci¨®n de ir a distinguir alguna de las tumbas de esa dinast¨ªa que da nombre al museo.
Copa a copa
Cuando se vuelve al aire libre se experimenta una agradable sensaci¨®n de libertad muy ligada al paisaje que nos circunda. Al fin y al cabo, el vino es libertad de esp¨ªritu antes que prepotencia.
Regresaremos a nuestra sede al caer la tarde y veremos desde sus enormes ventanales c¨®mo la noche va cubriendo los vi?edos, esta vez de estrellas. Ha dejado de lloviznar, por lo que nos apetecer¨¢ ir paseando hasta el pueblo de P¨¢ganos, donde tenemos una mesa reservada en el restaurante H¨¦ctor Oribe (945 60 07 15; www.hectororibe.es; ver ficha). La cena es ligera, pero memorable; alta cocina para un lugar sin pretensiones.
Todo magn¨ªfico, sincero, de verdad. Tras las preceptivas horas de sue?o, siempre menos de las deseables, s¨®lo queda hacer una peque?a compra en Laguardia antes de regresar. Piment¨®n, costillas adobadas, pimientos del piquillo, alubias y caprichos as¨ª. Pasar por cualquier bodega y llenar de vino el maletero del coche es lo ¨²ltimo que nos queda para enfilar la vuelta a casa. Si se pretende que el retorno no sea brusco del todo, una parada para almorzar en Landa (947 25 77 77; www.landahotel.com; ver ficha), a las afueras de Burgos, resulta aconsejable. Huevos fritos con morcilla o un montadito de chistorra bastar¨¢n. Nos vamos, pues. Atr¨¢s dejamos la realidad de una tierra que, como un genio ben¨¦fico, se esconde en las botellas que nos llevamos. La recordaremos copa a copa, y cuando se acaben, a por m¨¢s.
Gu¨ªa de La Rioja de EL VIAJERO
? Fernando Royuela (Madrid, 1963) es autor de la novela El rombo de Michaelis (Alfaguara, 2007).?
Gu¨ªa
- Museo de la Cultura del Vino (902 32 00 01; www.dinastiavivanco.com). Carretera N-232. Briones. Martes a domingo, de 10.00 a 20.00 (¨²ltimo acceso, 18.30). Entrada, 7,50 euros. Para visitas de fin de semana, mejor reservar.
- Bodegas Marqu¨¦s de Riscal (945 18 08 88; www.marquesderiscal.com). Torrea, 1. Elciego (?lava). Visita y cata de dos vinos, 10 euros. Reserva previa obligada. Ver ficha | ?Has estado? Danos tu opini¨®n
- Bodegas Vi?a Real de CVNE (945 62 52 55; www.cvne.com). Carretera de Logro?o, kil¨®metro 4,8. Laguardia. Visitas todos los d¨ªas (11.00, 13.00 y 16.00). Domingos: 11.00 y 13.00. Agosto, cerrado. Visita y cata de dos vinos, 6 euros. Reserva previa obligada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- La Rioja
- Viajes
- Monumentos
- Rutas tur¨ªsticas
- Vinos
- Patrimonio hist¨®rico
- Ofertas tur¨ªsticas
- Bebidas alcoh¨®licas
- Patrimonio cultural
- Ayuntamientos
- Comunidades aut¨®nomas
- Sector vitivin¨ªcola
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Turismo
- Agricultura
- Bebidas
- Cultura
- Agroalimentaci¨®n
- Administraci¨®n local
- Alimentos
- Espa?a
- Administraci¨®n p¨²blica
- Alimentaci¨®n
- Arte
- Sociedad
- El viajero Fin de semana