"Si muero ahora, no ser¨¢ por accidente"

Burundi es uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo. Situado en la conflictiva zona de los Grandes Lagos (junto al Congo y Ruanda), tiene una extensi¨®n similar a la de Galicia y 8,5 millones de habitantes. All¨ª vive Alexis Sinduhije con su madre. Su primera esposa con los cinco hijos de ambos vive asilada en Holanda. Su segunda esposa, una francesa de M¨¦dicos sin Fronteras, habita en Francia con su hijo peque?o. "Si yo tuviera un pa¨ªs normal no tendr¨ªa que luchar por cosas tan elementales como la de poder estar con mi familia", explica en el modesto apartamento de Toulouse donde se produce esta entrevista. Pero no lo dice como un lamento desesperado. En realidad, Alexis Sinduhije no cuenta nada de forma dram¨¢tica, a pesar de la tragedia que encierran sus vivencias. Lo hace casi de forma pedag¨®gica, para que sus interlocutores comprendamos cabalmente la situaci¨®n de su pa¨ªs y la batalla de su vida.

Cuando el fot¨®grafo le pide que le mire de frente, con una posici¨®n que le sea natural, Alexis Sinduhije apoya sus manos sobre las caderas y mira directamente al objetivo. Su gesto no es altanero, pero refleja aplomo, franqueza y determinaci¨®n. "As¨ª es como miro a los polic¨ªas en mi pa¨ªs. Deben notar que no les tienes miedo, que te sientes seguro de ti mismo".

La b¨²squeda de la verdad ha puesto en riesgo su vida permanentemente, pero ¨¦l parece decidido a hurgar en las heridas para tratar de sanarlas. Niega que el pecado original de su pa¨ªs sea el enfrentamiento entre hutus y tutsis, y para demostrarlo ha puesto a trabajar codo a codo a excombatientes de ambos lados. ?l mismo, un tutsi, ha adoptado a un hu¨¦rfano hutu. Las autoridades han cerrado varias veces su emisora, ha recibido amenazas que le han obligado a huir muchas veces y gran parte de sus amigos han perdido la vida. El periodismo, dijo en diciembre, ya no es una herramienta suficiente. Ha dejado su oficio y su emisora y desde entonces intenta asaltar el poder. Ha fundado un partido pol¨ªtico y prepara su candidatura para 2010.

Ha vivido usted situaciones peligrosas y violentas y ahora se mete en esta aventura a¨²n m¨¢s complicada. ?No tiene usted miedo? Supongo que cuando tenga 50 o 60 a?os mirar¨¦ para atr¨¢s y me preguntar¨¦ por qu¨¦ hice las cosas que hice [se r¨ªe]. Entonces tendr¨¦ miedo. Pero ahora estoy ah¨ª dentro, y no, no tengo miedo. Adem¨¢s, el miedo es el que legitima las dictaduras. As¨ª fue con Franco en Espa?a.

Cuando Alexis Sinduhije era peque?o, en su pa¨ªs se hablaba mucho y mal de Francisco Franco. "Mostr¨¢ndonos lo malo que era, cre¨ªa nuestra propia dictadura que lavaba su imagen", comenta con sorna, "cuando eran la misma cosa". Pero las realidades no admiten comparaciones. Mientras la democracia y la prosperidad se instalaban en Espa?a, en Burundi se viv¨ªan golpes de Estado, masacres masivas, violaciones sistem¨¢ticas de ni?as y guerras sin cuartel. Entre 1994 y 2000 se registraron 300.000 muertos.

El 13% de la poblaci¨®n de Burundi es tutsi, la etnia tradicionalmente poderosa y dominante. Usted es tutsi, tiene una carrera? S¨ª, pero era pobre y viv¨ªa en un barrio muy pobre, de mayor¨ªa hutu, congole?o y extranjero. Y soy hijo de un padre que nunca estudi¨® (era cocinero en el Ej¨¦rcito) y de una madre que no fue a la escuela. A su vez, mis padres proven¨ªan de familias pobres. Mi madre fue abandonada por su madre porque era ya la octava de las hijas. Seg¨²n nuestra tradici¨®n, cuando una madre alumbra a una ni?a como primer v¨¢stago, el marido adquiere de forma autom¨¢tica el derecho a tomar una segunda mujer. La segunda mujer de mi abuelo hizo muchos hijos varones, as¨ª que cuando mi abuela tuvo a la octava ni?a decidi¨® dejar de competir y se march¨®.

Yo cre¨ªa que al ser usted tutsi pertenecer¨ªa a esa clase dominante. ?se es un error total muy habitual en Europa. Los tutsis no son todos ricos. Es verdad que fueron los que tomaron el poder en 1966, dirigieron el pa¨ªs y mataron a muchos hutus en 1972, pero ello no quiere decir que todos los tutsis sean de una manera y los hutus de otra.

De hecho, los informes que maneja la Comisi¨®n Europea ya no hablan de enfrentamientos entre etnias, sino de pobreza y corrupci¨®n. Nuestro problema es de acumulaci¨®n de pobreza que no tiene respuesta. Las ¨¦lites no tienen una respuesta para esta cuesti¨®n. Es que ni siquiera se dedican a pensar en ello para buscar respuestas. El poder en Burundi ha estado siempre en manos de clanes, sean hutus o sean tutsis. ?sa es la l¨®gica del poder en mi pa¨ªs. De modo que no se puede buscar a los malos s¨®lo entre los tutsis o entre los hutus.

Pero tampoco se puede negar que hay enfrentamiento entre las dos etnias? ?sa es la imagen que proyectamos al exterior. El drama de Burundi es que simplificamos el enfrentamiento haciendo ver que es un grupo contra otro de manera que las v¨ªctimas sean an¨®nimas y los verdugos tambi¨¦n. No importa la identidad, no importan los nombres de los criminales. Eso es lo peligroso y es la lectura que se hace desde el exterior. Se tilda a unos de buenos y a otros de malos y ya est¨¢. Es una simplificaci¨®n absurda y peligrosa. No todos los alemanes fueron malos.

?C¨®mo fue su infancia? Mi madre es una mujer muy inteligente. Se dedicaba al comercio de comestibles y fue ella la que hizo todo lo posible por mejorar nuestro bienestar. Mi padre tiene dos mujeres y yo hago el n¨²mero octavo de los hijos.

?En qu¨¦ condiciones viv¨ªan ustedes? ?Ten¨ªan agua corriente, electricidad? No. Tampoco hab¨ªa electricidad. Yo he crecido en una casa de dos habitaciones: la de mis padres, la de los hermanos, y las seis hermanas en el sal¨®n. Pero debo decir que nunca pas¨¦ hambre, dado el trabajo de mi madre. Con el tiempo constru¨ª una casa para mi familia con agua y electricidad que fue destruida durante la guerra.

?Qui¨¦n la destruy¨®? Aquello fue curioso. Una noche, en 1993, me esperaban mis amigos hutus del barrio cuando volv¨ªa yo de trabajar. Me dijeron que ten¨ªa que abandonar el barrio porque no estaban dispuestos a encontrarse mi cad¨¢ver cualquier d¨ªa en la calle. Me march¨¦, pero mi casa qued¨® all¨ª vac¨ªa, pero entera. Fueron despu¨¦s las milicias tutsis las que la destruyeron. La mayor parte de aquellos amigos m¨ªos est¨¢n ahora muertos.

Est¨¢bamos con su infancia? Cuando ten¨ªa ocho a?os me negu¨¦ a formar parte de los pioneros, que era como el primer paso de los ni?os antes de entrar en el entonces partido ¨²nico. Mi padre se pas¨® una semana peg¨¢ndome.

?Por qu¨¦ lo acept¨® tan mal? Mi padre era, simplemente, alguien autoritario, y yo nunca acept¨¦ las ¨®rdenes, ni de ¨¦l ni de nadie.

?Estudiaron todos sus hermanos? Cinco de mis hermanos pr¨¢cticamente no han estudiado nada. Dos tenemos diploma universitario (mi hermano y yo, que ya ha muerto) y mi hermana peque?a ha hecho estudios t¨¦cnicos. En mi ¨¦poca no era f¨¢cil estudiar y hab¨ªa limitaciones para los hutus. No pod¨ªan estudiar ni Derecho ni Econom¨ªa. Periodismo, s¨ª. Comprendo que no es un oficio muy deseable [se r¨ªe].

?Estudiar es all¨ª un privilegio? S¨ª, claro. Nosotros hemos estudiado gracias a mi madre, que ha pagado nuestros estudios. Prefer¨ªa ahorrar en otras cosas. En Burundi hay pocas escuelas y hay chavales que deben recorrer 50 o 100 kil¨®metros para acudir a clase. Nosotros ten¨ªamos m¨¢s suerte porque viv¨ªamos en Bujumbura [la capital del pa¨ªs] y mi madre ten¨ªa esa determinaci¨®n. Siempre consider¨¦ que fracasar en los estudios habr¨ªa sido un crimen para con ella.

Despu¨¦s de terminar la carrera fund¨® usted una revista, ?La Semana de Burundi?. Creaba cosas todo el tiempo. Cuando estaba haciendo la carrera ya era periodista en la Radio Nacional, como presentador y reportero. En 1992 comenzaron los partidos pol¨ªticos en Burundi y empezaron su andadura los peri¨®dicos partidistas. Hac¨ªa falta crear un medio escrito por periodistas que diera informaci¨®n y no an¨¢lisis de partido. Conseguimos fichar a nuestro antiguo profesor de periodismo, aunque no ten¨ªamos dinero. Fui el primero en difundir el riesgo de la muerte de Melchior Ndadaye [primer jefe de Estado hutu de la historia del pa¨ªs]. Fui el primero en decir que iba a ser asesinado antes del golpe de Estado de octubre de 1993.

As¨ª que ya entonces supongo que empez¨® a recibir amenazas. Yo he recibido amenazas todo el tiempo. Han sido constantes, desde el poder, desde 1993, cuando empec¨¦ a informar sobre el compl¨® contra Ndadaye y cuando empiezo a publicar las informaciones sobre las masacres de hutus. Porque uno de los dramas de mi pa¨ªs es que cuando entramos en la guerra, los hutus mataron a muchos tutsis, y desde entonces, los tutsis han impuesto un black outa las masacres de los hutus. Yo investigu¨¦ y publiqu¨¦ un reportaje sobre la masacre de hutus enterrados en fosas comunes por los militares. Fueron miles y miles. Y fue entonces cuando empec¨¦ a tener muchos problemas.

Fue en esta ¨¦poca en la que Alexis Sinduhije empez¨® a adquirir la dimensi¨®n internacional que ahora tiene. Rechaz¨® enrolarse en el periodismo del Partido ?nico y empez¨® a trabajar como periodista para la agencia Reuters. Una ONG americana, Search for Common Ground, fund¨® la radio africana Ijambo, y es ah¨ª donde los corresponsales de guerra de la BBC descubren al periodista burund¨¦s. Un a?o despu¨¦s obtuvo una beca para Harvard, y all¨ª, esta simpat¨ªa que derrocha con nosotros en Toulouse es la que le sirve para convencer a la Fundaci¨®n Ford de que le haga una donaci¨®n de 150.000 d¨®lares con la que fundar la Radio P¨²blica Africana. En 2004 recibe el Premio a la Libertad de Expresi¨®n de la Comisi¨®n para la Protecci¨®n de los Periodistas, una de las pocas organizaciones que siguen la actualidad de Burundi y denuncian los ataques que sufren los periodistas.

?D¨®nde se escond¨ªa cuando ten¨ªa que huir? En Ruanda. Siempre en Ruanda. Pero el hecho de trabajar para Reuters y para los americanos me hab¨ªa convertido en alguien conocido a nivel internacional y eso me hac¨ªa sentirme un poco protegido. Adoro Am¨¦rica y su forma de ser tan generosa, de dar oportunidades.

?No ha sentido ese mismo apoyo desde Europa? La verdad es que no he tenido tantos contactos con Europa. No s¨¦ por qu¨¦. Soy franc¨®fono. Pero apenas he tenido contacto con Francia. Con B¨¦lgica, a¨²n menos [Burundi fue una colonia de Alemania, primero, y de B¨¦lgica, despu¨¦s]. S¨ª que he tenido mucho contacto con Holanda, con periodistas que me han apoyado mucho. En todo caso, la responsabilidad de ?frica es de los africanos. A m¨ª no me gusta Sarkozy, pero estoy de acuerdo con eso que dice de que los africanos no aman la aventura y no corren riesgos. ?l nos insulta, s¨ª, pero el insulto es correcto.

?Se puede decir que el proyecto de su vida es la Radio P¨²blica Africana, fundada en el a?o 2001 y con excombatientes de ambos lados? Todo est¨¢ entrelazado. Fue muy importante, porque la idea era fundar una radio que cambiase toda la manera de mirar las cosas. Mi obsesi¨®n era dar la palabra a los que no ten¨ªan voz, y quer¨ªamos hablar del problema de la justicia, de las expropiaciones; buscar la verdad. He saboreado especialmente las peque?as victorias logradas cuando se le han devuelto las tierras a gente mayor a la se le expropi¨® por la fuerza. Una de las cosas de las que me siento m¨¢s satisfecho es la investigaci¨®n sobre el asesinato del ¨²ltimo rey de Burundi, Ntare V, en 1966, y la relaci¨®n existente entre el asesinato y el genocidio que los tutsis prepararon y ejecutaron contra los hutus. Hasta hoy, ni siquiera los hutus han reparado en ello. ?Por qu¨¦? La excusa f¨¢cil en mi pa¨ªs es que, como unos mataron a los otros, estos otros tienen derecho a matar a los unos. Hay que buscar a los culpables e identificar a las v¨ªctimas. Son los verdugos de una parte y de la otra los que quieren imponernos su ley.

?Es por todo ello por lo que se empe?a en hacer trabajar juntos a tutsis y hutus? S¨ª, porque mi obsesi¨®n ha sido siempre tener y ofrecer informaci¨®n.

?Y nunca ha habido problema entre ellos? No, nunca. Y, adem¨¢s, no eran periodistas y ahora son muy buenos. Han generado redes de informaci¨®n en sus respectivos entornos. Por eso hemos manejado muy buena informaci¨®n de ambos lados y por eso s¨¦ exactamente qui¨¦n orden¨® tal asesinato o tal otro. Y le aseguro que es la gente que est¨¢ hoy en el poder.

La Radio P¨²blica Africana que dirigi¨® Alexis Sinduhije hasta diciembre del pasado a?o es conocida en Burundi como la radio del pueblo, porque ha terminado con el aislamiento de la gente del campo. Los sucesivos Gobiernos la han acosado e incluso cerrado sus emisiones varias veces. Le acusan de incitar a la violencia y trabajar para la oposici¨®n.

Adopt¨® usted a un ni?o hutu. ?Lo hizo tambi¨¦n para dar ejemplo con su propia vida? La verdad es que no ten¨ªa en la cabeza hacer algo ejemplar. Acog¨ª a un ni?o que estaba en condiciones dram¨¢ticas. No sab¨ªa si era hutu, y, de hecho, es una mezcla. Lo acog¨ª s¨®lo para cuidarlo.

?C¨®mo lo conoci¨®? Estaba haciendo un reportaje, en 1995, y el ni?o estaba en un hospital, a punto de morir. Lo cuid¨¦ y luego ya sent¨ª que era m¨ªo y que yo le pod¨ªa dar una oportunidad. Ahora tiene 17 a?os y vive en Holanda con mi primera mujer, a la que visito a menudo.

Aqu¨ª en Toulouse vive su actual esposa. Tiene usted una vida muy complicada. Ciertamente, pero eso tambi¨¦n me facilita mi tarea. Me gustar¨ªa tener all¨ª a mi familia, pero hay mucha inseguridad.

En diciembre del a?o pasado decidi¨® usted abandonar el periodismo y fundar el Movimiento por la Seguridad y la Democracia. ?Cree que el periodismo ya no es suficiente para lograr el cambio en su pa¨ªs? Es que en mi pa¨ªs la pol¨ªtica es el poder. La pol¨ªtica decide todo. Decide incluso el poder de los medios. Por tanto, es necesario que deje el periodismo e intente otra forma de ejercer el poder. Porque los burundeses necesitan saber. Hay cientos de miles de burundeses que han perdido a familiares, que est¨¢n en fosas comunes, que no saben nada. Deben saber d¨®nde est¨¢n enterrados. Hutus y tutsis. Hay que saber qui¨¦nes fueron los asesinos y los que fueros asesinados. Porque todos tienen derecho a una identidad. Tendr¨ªamos que empezar por ah¨ª, sobre una base real, reconocer nuestros errores y asumir responsabilidades. Tenemos, adem¨¢s, que invertir en el sector productivo, y para ello es necesario poner freno al tren de vida del Estado. Que los gobernantes dejen de vivir como si fueran ricos europeos. Debemos rehacer una fiscalidad responsable. En Burundi, los salarios m¨¢s altos, que no pagan impuestos, representan 83 millones de d¨®lares, cuando s¨®lo necesitar¨ªamos 72 millones de d¨®lares para la salud gratuita de nuestra poblaci¨®n. Ah¨ª tiene usted el desequilibrio de nuestros indicadores.

En Burundi hay formalmente democracia (en la que hutus y tutsis se reparten disciplinadamente el poder). Las ¨²ltimas elecciones generales tuvieron lugar en 2005, y en septiembre de 2006 hubo un acuerdo de paz con los rebeldes del Palipehutu-FNL, pero el actual presidente, Pierre Nkurunziza, ha hecho una purga de sus adversarios que ha paralizado el Parlamento, y en marzo pasado, tres granadas cayeron en los domicilios de diputados que hab¨ªan denunciado la situaci¨®n al secretario general de la ONU Ban Ki-Moon. ?Es una pena. Burundi podr¨ªa aprovechar la pacificaci¨®n del entorno para prosperar. Adem¨¢s es un pa¨ªs muy f¨¦rtil. Pero los burundeses no se ponen de acuerdo ni en lo m¨¢s b¨¢sico?, explica desde Bruselas un experto en la zona.

?No act¨²a la justicia en su pa¨ªs? La justicia no existe en Burundi. Nadie asume su responsabilidad en Burundi. Los jueces cumplen las ¨®rdenes de los pol¨ªticos, y lo que debe ocurrir en mi pa¨ªs es que ese tipo de jueces no s¨®lo deben ser inhabilitados. Tampoco deben trabajar nunca m¨¢s para el Estado. Tan simple como eso. Nosotros queremos introducir la responsabilidad y para ello tenemos que reformar el Estado.

He visto que el presupuesto del Gobierno en Defensa es desproporcionado, ?nada menos que el 23% del total! Representa el 55% del presupuesto total del Estado. Pero le doy otro ejemplo: el IVA, que nosotros llamamos tasa de transacci¨®n. El a?o pasado recaudamos 21 millones de d¨®lares por este concepto, lo que arroja unos pocos c¨¦ntimos al mes por cada ciudadano. Es imposible. Se ha robado el 80% o el 90% del IVA.

Usted sabe que concurrir a las elecciones aumenta su riesgo. ?Tiene guardaespaldas? ?C¨®mo se mueve en su pa¨ªs? No tengo guardaespaldas, pero parece que los tuviera. Cuando voy por la calle siempre hay personas que me acompa?an y que parecen guardaespaldas.

?Son amigos, gente que apoya su candidatura? Mire, yo no tengo miedo. S¨¦ que si muero ahora, el Gobierno de mi pa¨ªs tendr¨¢ enormes problemas. Porque adem¨¢s del apoyo de la comunidad internacional hay un gran apoyo interior a nuestro movimiento. A lo que s¨ª tengo miedo es a que maten a nuestros militantes.

?Nunca ha visto peligrar realmente su vida? Hasta ahora, no. Si muero ahora, desde luego, no va a ser por accidente. Ser¨ªa una sorpresa [se r¨ªe]. S¨ª he sufrido la persecuci¨®n y la humillaci¨®n.

?Quiz¨¢ respetan m¨¢s a gente como usted, intelectuales, periodistas? No, en absoluto. Adem¨¢s, no existe el humanismo en mi pa¨ªs. Las ¨¦lites no tienen esa dimensi¨®n. No tenemos ese humanismo que ha generado la Europa de hoy. Nuestro problema es que a los que hemos ido a la escuela no se nos ha ense?ado que los m¨¢s d¨¦biles son los que mayor protecci¨®n necesitan. Que los m¨¢s d¨¦biles tienen derecho a la protecci¨®n, a la libertad, a la capacidad de elegir, a la vida. Que el hombre es el centro de todo. Nosotros no estamos todav¨ªa ah¨ª. Y me atrevo a decir que ninguno de los africanos que han ido a la escuela ha comprendido esto todav¨ªa. ?se es el problema. En ?frica, el problema es la gente educada, con formaci¨®n. ?sa es la gente corrupta y que tiene el poder.

Quiz¨¢ es tambi¨¦n que no hay una masa cr¨ªtica suficiente de gente cultivada para evitar el abuso. Ciertamente. Los que reducen la inversi¨®n en educaci¨®n son los educados. Los que roban el dinero p¨²blico en vez de comprar libros son tambi¨¦n ellos. Han sido mal educados y no asumen su responsabilidad. En Europa los m¨¢s educados son los que han reflexionado y hecho posible la mejora de la vida de la gente. Aqu¨ª no es el caso.

?C¨®mo van las cosas para su partido pol¨ªtico? Todav¨ªa no ha sido registrado porque el poder lo rechaza. Hemos aportado todos los documentos necesarios. El ministro del Interior le ha dicho al vicepresidente que todos nuestros papeles est¨¢n en orden, pero es el presidente de la Rep¨²blica el que impide registrarlo. El poder tiene miedo de perder las elecciones. Pero la comunidad internacional va a presionar. Los burundeses, tambi¨¦n. Vamos a intentarlo todo salvo la violencia. Y eso, a pesar de que el riesgo de que estalle la violencia en mi pa¨ªs es muy elevado porque hay una clara deriva hacia una nueva dictadura. El presidente est¨¢ tomando decisiones incre¨ªbles. Acaba de detener a 22 parlamentarios y ha utilizado el Tribunal Constitucional para ello.

?Hay riesgo real de no poder presentar su candidatura? Tenemos muchos mecanismos a explorar. Puedo utilizar el partido en la clandestinidad o presentarme como candidato independiente.

?Tiene esperanzas en el porvenir de Burundi? S¨ª, estoy preocupado, pero tengo esperanzas. Nunca las he perdido. Me inquieta la actitud de la comunidad internacional, que no quiere mirar, que no quiere ver que vamos hacia una nueva dictadura.

La poca prensa internacional que se ha interesado por usted le considera un h¨¦roe. Ja, ja. No soy un h¨¦roe. No estoy muerto todav¨ªa. Me cuesta mucho hablar de m¨ª mismo. Creo que lo que he hecho en la radio es algo muy atrevido y que ha inspirado a la sociedad profundamente. Creo que hemos cambiado la forma de ver las cosas gracias a la radio. Si la radio contin¨²a, Burundi cambiar¨¢ a¨²n m¨¢s todav¨ªa. Si los medios siguen trabajando, habr¨¢ cambios positivos en mi pa¨ªs; m¨¢s libertad.

?Cree usted que no hay democracia real? Es el problema de Burundi y de la regi¨®n de los Grandes Lagos y de ah¨ª derivan los problemas de violencia, de inseguridad y de genocidio. En estos tres pa¨ªses ha habido elecciones, pero no hay democracia real. De eso estoy seguro. En Burundi tenemos ahora la oportunidad de cambiar las cosas. Y si tenemos ¨¦xito en Burundi, entonces los ciudadanos de otros van a preguntarse por qu¨¦ no lo van a lograr ellos tambi¨¦n.

?Para qu¨¦ sirven sus viajes a Estados Unidos o a Europa? Para hacer contactos y contar lo que est¨¢ pasando en Burundi, que ni siquiera est¨¢ en el mapamundi. Para intentar que la gente se interese sobre el drama humano que vivimos. Porque el riesgo es que estalle una nueva guerra, y la comunidad internacional, ahora ausente, debe reaccionar. Los que ganaron las elecciones en 2005 quieren gobernar el pa¨ªs como un partido ¨²nico. Me he comprometido en una aventura muy complicada que ni conozco ni controlo. Pero estoy seguro de que soy m¨¢s honesto que la gente que se dedica a la pol¨ªtica. Por cierto, ?sabe usted con qui¨¦n podr¨ªa contactar en Espa?a para que apoyen a mi pa¨ªs?