Avi?¨®n, gran teatro de Francia
El festival alternativo ofrece un millar de montajes que buscan programadores y espectadores en una ciudad que duplica su poblaci¨®n en esta fecha
El festival de teatro de Avi?¨®n, como el de cine de Cannes, hace coexistir una selecci¨®n oficial, el in, con un nivel de exigencia art¨ªstico preciso y que corresponde a la l¨ªnea que se fija la direcci¨®n del certamen y los distintos artistas asociados cada a?o, y un mercado o festival off en el que se presentan decenas de espect¨¢culos y compa?¨ªas que acuden a la ciudad de los Papas para encontrar a los programadores de distintas salas, ya sean en Francia o en distintos pa¨ªses del extranjero.
El off es el que anima las calles y los comercios. De entrada, por una simple raz¨®n num¨¦rica. Si el in presenta en esta edici¨®n de 2008 unos 35 montajes, en el off es posible descubrir 957, y si el in utiliza una veintena de espacios distintos como teatros, el off se sirve de 110. Eso comporta tambi¨¦n que una y otra programaci¨®n movilicen cantidades muy distintas de int¨¦rpretes, t¨¦cnicos o espectadores.
Alquilar una sala cuesta entre 10.000 y 14.000 euros
La mayor¨ªa de representaciones se celebra en el centro hist¨®rico
"Venir es un riesgo econ¨®mico para las compa?¨ªas", dice una portavoz
En la calle coexisten los espadachines que representan en la rue de la Republique uno de los duelos de La botte secr¨¨te (La estocada secreta) con los que desfilan disfrazados de monjes transportando un ata¨²d, o los que protagonizan un improvisado carnaval, llevan orejas de conejo o transportan una miniestructura que los transforma en mesas de pimp¨®n m¨®viles. Todos reparten papeles anunciando su montaje, a veces se entretienen personalmente con cada uno de los hipot¨¦ticos espectadores para convencerles de las bondades de lo suyo.
En la plaza del Horloge, uno de los centros vitales del festival, los payasos quieren seducir, al mismo tiempo que un caballero toca en un piano de cola blanco un repertorio complejo y dif¨ªcil con el que se gana las monedas de quienes se sientan en las terrazas. Si por la ma?ana es posible desayunar en una atm¨®sfera relativamente tranquila y silenciosa, a partir de mediod¨ªa lo m¨¢s f¨¢cil es que el curioso desinhibido acabe sum¨¢ndose a uno de los pasacalles improvisados en defensa de los contratados temporales del espect¨¢culo, de un centro dram¨¢tico o en contra de los criterios de pol¨ªtica cultural del sarkozysmo, que son los de la m¨¢s estricta rentabilidad econ¨®mica.
En cualquier caso, hay que tener en cuenta que es dif¨ªcil para las compa?¨ªas del off lograr amortizar su visita a Avi?¨®n. Alquilar un teatro cuesta entre 10.000 y 14.000 euros y por ese precio tienes derecho a dos horas de una sala de un aforo que oscila entre los 10 y los 200 espectadores -la Cour d'Honneur, en el in, puede acoger a unos 2.000- y que en muchos casos no dispone ni de climatizaci¨®n ni est¨¢ bien insonorizada. Adem¨¢s, una vez acabada la representaci¨®n, hay que desmontar el decorado para que puedan ocupar el espacio los siguientes. Hay salas de teatro incluidas en el off que llegan a programar hasta 11 espect¨¢culos diarios, entre el mediod¨ªa y la una de la madrugada.
"La Picard¨ªa, que es una regi¨®n situada al norte de Par¨ªs, acude este a?o oficialmente a Avi?¨®n. Un total de 13 espect¨¢culos creados por compa?¨ªas picardas han recibido una ayuda para poder venir aqu¨ª", nos explica Laure Gasson, que se ocupa de la prensa a cuenta de la regi¨®n. "Se han invertido unos 300.000 euros para que puedan presentar su trabajo las compa?¨ªas que tienen m¨¢s capacidad para asumir el riesgo econ¨®mico que supone Avi?¨®n". Otras tres regiones francesas han optado por poner en marcha iniciativas semejantes.
A los alquileres de los teatros (que el resto del a?o son almacenes, garajes, cines, capillas, escuelas, cuarteles de bomberos o incluso teatros) hay que sumar el coste del alojamiento de t¨¦cnicos y actores, as¨ª como su mantenimiento. Los hay que se instalan en hoteles lujosos -es el caso de Philippe Caub¨¨re, por ejemplo, que es una estrella y sabe que va a llenar la sala cada noche-, pero la gran mayor¨ªa de los participantes en el festival, que terminar¨¢ a principios de agosto, recurre al c¨¢mping, al hotel modesto, a los pisos en alquiler o a lo que buenamente encuentren y les permita dormir a cubierto. Es un esfuerzo que se corre con la esperanza de vender, al final, el espect¨¢culo a los m¨¢s de 3.000 potenciales compradores que se dan cita en Avi?¨®n.
El off vende algo m¨¢s de 700.000 entradas y atrae, entre el 10 de julio y el 2 de agosto, a unos 250.000 espectadores. El in vende entre 130.000 y 140.000 entradas. La ciudad de Avi?¨®n, que tiene 85.000 habitantes en su t¨¦rmino municipal y unos 230.000 en el ¨¢rea metropolitana, ve duplicada su poblaci¨®n durante las cinco semanas que duran el in y el off. Casi todo el festival transcurre intramuros, dentro del recinto al que ponen l¨ªmite las murallas. Fuera de ellas, el in se aventura sin demasiado riesgo, pero el off procura no alejarse del centro hist¨®rico y monumental, de un p¨²blico que va de un teatro a otro a pie, cargado de programas y pasquines.
El festival in maneja un presupuesto de algo m¨¢s de 10 millones de euros, de los que un 33% lo aporta el Estado, un 15% el Ayuntamiento, el 6% el departamento, el 5% la regi¨®n, el 2% la Uni¨®n Europea y el 39% restante sale de la taquilla y de los patrocinadores, es decir, de ingresos que es capaz de generar el propio festival. Los beneficios que in y off dejan a la ciudad resultan de muy dif¨ªcil cuantificaci¨®n y afectan a todo el sector terciario (hoteles, restaurantes, tiendas), pero se estiman por encima de los 40 millones de euros.
Es una suma importante, sin duda alguna, para una ciudad como Avi?¨®n, una de las m¨¢s endeudadas de Francia debido a su incapacidad para mantener un patrimonio enorme, proporcionalmente el mayor de Europa, en correspondencia a su condici¨®n de hist¨®rica sede papal. En la actualidad, el Ayuntamiento debe salvar palacios, capillas, iglesias, claustros y monumentos, y todo ese patrimonio, en buena parte religioso, sobrevive gracias al teatro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.