Powell golpea primero
El anterior plusmarquista de los 100 metros se impone por una cent¨¦sima de segundo a Bolt, el actual, en Estocolmo
Despu¨¦s de la tortura medida en segundos, m¨¢s tarde incluso del esperar semidesnudo de Usain Bolt y del cavilar desdibujado de Asafa Powell, llegaron un golpe compartido y un timbre de alarma. Powell (9,88s), el genio sin corona, venci¨® en los 100 metros de Estocolmo a Bolt (9,89s). Una cent¨¦sima separ¨® a los dos jamaicanos. Un mundo, sin embargo, les apart¨® en la carrera. Powell conquist¨® la salida, convertido en sereno latigazo. Bolt, el gigante de lenta reacci¨®n, le vio alejarse irremediablemente y acab¨® rob¨¢ndole cent¨¦simas a dentelladas. A 20 metros del final, Bolt dio miedo. Mostr¨® los dientes grises en el ag¨®nico esfuerzo. Mantuvo la cadencia y la velocidad transmutado en rel¨¢mpago justiciero. Y en la meta, derrotado por un cent¨ªmetro pese a su final irresistible, celebr¨® pecho contra pecho con su compatriota el triunfo de la tradici¨®n de su isla.
Powell conquist¨® la salida. Bolt mostr¨® los dientes grises en el ag¨®nico esfuerzo
El atletismo en los Juegos de Pek¨ªn |
Para Powell, la victoria significa la reafirmaci¨®n de su candidatura el oro ol¨ªmpico, puesta en duda por sus lesiones y sus dudas existenciales. Para Bolt, el recordatorio de lo que todos sospechan: el hombre m¨¢s r¨¢pido (9,72s) ni sabe ni quiere correr por encima de 10s. La alarma salt¨® hace tiempo: con el estadounidense Tyson Gay lastimado, nadie parece capaz de impedir que los dos geniales y precarios jamaicanos -uno autodestructivo y otro escoli¨®tico- dominen los Juegos de Pek¨ªn, que arrancar¨¢n el 8 de agosto.
Antes de la carrera, Bolt se desnud¨® de cintura para arriba, sinti¨® el frescor de la tarde -19 grados y 39% de humedad- y se ajust¨® el cord¨®n de los calzones mientras reflexionaba sobre la cercan¨ªa de Powell, el tipo que giraba y giraba sobre s¨ª mismo con cara de sufrimiento. La espera estuvo cargada de rituales. Bolt tomaba traguitos de agua. Powell se atizaba las piernas y se pasaba las manos por la rapada calavera. Luego se apuraron los suaves acordes de Chris Isaac por los altavoces. Se hizo el silencio. Y lo aprovech¨® un grito an¨®nimo: "Break him up, Bolt!" ["?r¨®mpele, Bolt!"]. El chillido cost¨® una salida nula que quiz¨¢s acab¨® con la gran marca so?ada.
La derrota no desdibuja la confirmaci¨®n de Bolt como velocista fascinante. A sus 21 a?os, s¨®lo ha corrido seis carreras del esprint corto. En cinco, incluida la de ayer, corri¨® por debajo de los 10s, el l¨ªmite que decide las medallas. No es un dato menor: el chico logr¨® el r¨¦cord mundial (9,72s) abofeteando a Gay, el campe¨®n del mundo, que perdi¨® algo m¨¢s que el orgullo intentando seguir a un velocista en cierto modo disminuido. Bolt es escoli¨®tico sin remedio. Sufre y maldice a su espalda. Y, aun as¨ª, inocente como es, se gan¨® con su sola presencia en Estocolmo el cari?o de la afici¨®n.
La ciudad sueca vive el atletismo como un acontecimiento de m¨¢xima importancia. Repleto desde su torre almenada hasta la pista, el estadio recibi¨® entre palmas a John Carlos y Tommie Smith, los medallistas enguantados de los Juegos de M¨¦xico 1968. Llegaron en dos descapotables los ex atletas que reivindicaron los derechos de los negros y se arm¨® un esc¨¢ndalo. A ambos debi¨® de sorprenderles tan aparatoso recibimiento. Un d¨ªa antes, en un caf¨¦ del centro, Carlos se acerc¨® a dos velocistas con la camisa medio abierta y varias medallas aztecas reluciendo sobre el pecho. "?Cu¨¢nto ha cambiado todo desde la primera vez que te vi! ?Qui¨¦n iba a decir que te iba a pasar esto!", le dijo el viejo ex atleta entre abrazos al primero de sus oyentes. "Y t¨²", le dijo al segundo a trav¨¦s de su gris¨¢ceo mostacho, "mant¨¦n el trabajo duro. Tambi¨¦n lo est¨¢s haciendo muy bien". Le escucharon con respeto los dos juncos negros y, tras ello, se quedaron pensativos. Bolt mir¨® a Powell, que ayer reclam¨® como suyos los Juegos -"estoy esper¨¢ndolos", dijo- y le pregunt¨® algo en patois, uno de los dialectos de su isla. La frase fue corta e indescifrable. Quiz¨¢s, un aviso: puestos a discutir entre amigos, el hombre m¨¢s r¨¢pido del planeta no quiere que su compatriota le robe el oro.
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