El golpe de Montilla
Cuentan algunas personas que estaban presentes en el acto de clausura del Congreso del PSC, que llegaron a pensar que Zapatero se levantar¨ªa y se ir¨ªa. Transcurr¨ªa el Congreso por caminos discretos, silenciosos y pragm¨¢ticos, a imagen de su primer secretario. Nadie, y menos despu¨¦s de la insustancial intervenci¨®n de Zapatero, se imaginaba que ser¨ªa el propio presidente de la Generalitat de Catalu?a, en funciones de primer secretario de su partido, el que romper¨ªa el car¨¢cter anodino del encuentro, dirigi¨¦ndose al presidente del Gobierno con un calculado e implacable ejercicio ret¨®rico de cari?o envenenado. Montilla pertenece al grupo de dirigentes pol¨ªticos con fama de t¨ªmidos y poco carism¨¢ticos, que el raro instante en que se sueltan adquiere la fuerza de un rayo. Si antes de este acontecimiento se dec¨ªa que Montilla estaba ya en la lista de condenados por el presidente Zapatero (como su antecesor, Maragall), imag¨ªnense despu¨¦s.
Vienen tiempos de mucha finura pol¨ªtica entre PSC y PSOE si no quieren acabar todos perdiendo el poder
No est¨¢n acostumbrados los presidentes del Gobierno a ser interpelados en terreno aparentemente propio con tanta contundencia, sin derecho a r¨¦plica y con todos los espectadores entregados al interpelante. Ya en los a?os setenta Manuel Ib¨¢?ez Escofet, periodista y catalanista, nos dec¨ªa: "La independencia de Catalu?a la har¨¢n los catalanes con zeta". De momento, un socialista catal¨¢n con zeta -o con illa que es lo mismo- ha lanzado el ¨®rdago m¨¢s imponente que un presidente socialista espa?ol ha o¨ªdo ya no s¨®lo de un dirigente socialista, sino de un presidente de la Generalitat de Catalu?a, desde su restauraci¨®n. En realidad Montilla s¨®lo defiende sus intereses. Y sus intereses, desde la peana en la que est¨¢ instalado, son los intereses de los ciudadanos de Catalu?a: m¨¢s dinero para su desarrollo. Se dice que determinados cargos imprimen car¨¢cter. El car¨¢cter es, simplemente, que los que ocupan estos cargos saben que su suerte est¨¢ ligada a los ciudadanos sobre los que tienen jurisdicci¨®n. Y en este momento en Catalu?a est¨¢ muy extendida la idea de que el pa¨ªs est¨¢ muy penalizado econ¨®micamente por el reparto del Estado de las autonom¨ªas.
Para solventar esta cuesti¨®n se aprob¨® un nuevo Estatuto de Catalu?a que establec¨ªa un marco y unas condiciones para la financiaci¨®n. Entre ellas, el principio de bilateralidad en la negociaci¨®n y un calendario. Sorprende que el Gobierno espa?ol no se sienta obligado a cumplir esta ley. Y lo primero que haga sea subvertir la idea de bilateralidad y no sentirse aludido por la obligaci¨®n de calendario. Empiezan a circular algunos argumentos de contraataque: que el Estatuto es malo y no sirve para resolver el problema, lo cual es extremadamente alarmante porque indicar¨ªa que las leyes no se hacen para ser cumplidas, sino para usarlas a antojo del que gobierna; que la autonom¨ªa catalana es muy cara y la desesperaci¨®n del Gobierno catal¨¢n es que necesita dinero para financiarla. El problema del Estado de las autonom¨ªas es que est¨¢ dise?ado para que en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco gobiernen los nacionalistas moderados, que con una mano reivindican y con la otra garantizan (o deber¨ªan garantizar) el control social. Cuando esto no ocurre, el Estado de las autonom¨ªas chirr¨ªa.
Montilla sabe que sin una financiaci¨®n aceptable le ser¨ªa extremadamente dif¨ªcil renovar su cargo y mucho m¨¢s acercarse a disputar el primer puesto de la carrera a CiU. Y dice algo que parece elemental: entre los intereses del PSOE y los intereses de Catalu?a, el PSC optar¨¢ por los de Catalu?a. Esta simple frase, asociada al Grupo Parlamentario Socialista en Madrid, tiene el valor de un arma de destrucci¨®n masiva. ?Hay que entender que los socialistas o los peperos de otras comunidades anteponen los intereses de partido a los intereses de sus ciudadanos?
El problema del uso de las armas de disuasi¨®n masiva es que hay que conseguir los objetivos que uno se propone sin llegar a usarlas. Por eso la situaci¨®n de los socialistas catalanes tiene algo de apir¨¦tica. Si Zapatero no pacta una financiaci¨®n satisfactoria para Catalu?a y el PSC utiliza sus 25 diputados para votar contra el Gobierno, puede que se carguen al Gobierno socialista, pero lo m¨¢s probable es que ellos tambi¨¦n mueran en el intento. Y si el PSC pacta una financiaci¨®n aceptable con Zapatero, las dem¨¢s fuerzas de Catalu?a la considerar¨¢n insatisfactoria para forzar a los socialistas catalanes a la ruptura. Con lo cual el PSC busca complicidades con el resto de los partidos con dos intenciones: evitar que Zapatero les haga la en¨¦sima finta con CiU y asegurar cierta lealtad a la hora de aprobar o suspender la negociaci¨®n. Vienen tiempos de mucha finura pol¨ªtica entre hermanos socialistas si no quieren irse todos por la pendiente de la p¨¦rdida del poder.
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