Balanzas fiscales y confrontaci¨®n territorial
Es casi imposible establecer con rigor balanzas fiscales entre autonom¨ªas. Las cr¨ªticas desde Catalu?a a los datos reci¨¦n publicados son m¨¢s bien consecuencia de los planteamientos err¨®neos de su pol¨ªtica
Las reiteradas comparecencias del conseller de Econom¨ªa y Hacienda de la Generalitat sobre los perjuicios que causa el actual sistema de financiaci¨®n a Catalu?a parecen l¨®gicas, ya que su responsabilidad le habilita para conseguir mayores recursos econ¨®micos. Sin embargo, algunas de sus declaraciones y el debate suscitado con las balanzas fiscales no s¨®lo no aportan transparencia, sino que comienza a recorrerse un peligroso camino de consecuencias impredecibles.
El Estado de las autonom¨ªas constituye una creaci¨®n ingeniosa, cargada de sutilezas y cimentada en d¨¦biles equilibrios. A finales de los Gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez parec¨ªa recomendable alguna reforma y, particularmente, la transformaci¨®n del Senado en c¨¢mara territorial. Los ocho a?os de Aznar supusieron un periodo de confrontaci¨®n y un tiempo perdido para mejorar nuestro sistema pol¨ªtico y el personaje se consagr¨® como un incapaz para poder consensuar un Estado m¨¢s eficaz y aceptado por la mayor¨ªa de las fuerzas pol¨ªticas.
Mezclar impuestos, pensiones y fondos europeos es un pasaporte al reino de la confusi¨®n
Si las tensiones centr¨ªfugas se imponen, el da?o pol¨ªtico para los socialistas ser¨¢ elevado
Espa?a es un espacio fiscal ¨²nico para los principales impuestos, con algunas excepciones de los territorios forales. Por eso, es pr¨¢cticamente imposible establecer con un m¨ªnimo de rigor balanzas fiscales entre las autonom¨ªas, ya que los hechos imponibles y la recaudaci¨®n no son territorializables homog¨¦neamente. El Ministerio de Hacienda ha ofrecido seis versiones diferentes y se pod¨ªan publicar muchas m¨¢s, a gusto del cliente. De la publicaci¨®n, no obstante, se nota que los resultados no han generado una satisfacci¨®n suficiente a quienes la solicitaban como b¨¢lsamo para la supervivencia institucional.
Pero estas cuestiones no invalidan las razones para rechazar este sistema de balanzas fiscales como instrumento ¨²til en el debate de la financiaci¨®n auton¨®mica. Incluir los fondos europeos en estas sumas y restas resulta, cuando menos, un poco fuerte. Y contabilizar el gasto en pensiones es de dudosa intencionalidad, como se?al¨® en un art¨ªculo Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n. Mezclar en el mismo saco impuestos, pensiones y fondos europeos facilita un pasaporte para el reino de la confusi¨®n.
Esta cuesti¨®n es farragosa en sus conceptos y sus tecnicismos pueden ocultar la verdadera realidad que se esconde tras este frondoso bosque de impuestos, gastos e inversiones. Por eso, resulta recomendable hacer un esfuerzo divulgativo.
Si yo me alojo en un hotel en Motril de una empresa con domicilio fiscal en Barcelona, el impuesto de sociedades se ingresa en Catalu?a por una renta generada en Andaluc¨ªa. Si resido en C¨¢diz y tengo alquilados cinco pisos en Tarragona, el IRPF que tributan estos alquileres se apuntan como impuestos andaluces.
En materia de territorializaci¨®n de los gastos e inversiones del Estado, el carnaval de desprop¨®sitos puede ser ¨¦pico. El sueldo del jefe del Estado Mayor de la Defensa se anota en Madrid, pero la seguridad que garantizan las fuerzas armadas no se circunscribe a la capital del Estado, sino que afecta a la totalidad del territorio. El AVE Madrid-Barcelona se prorratea por las provincias que pasa. Los pobres sorianos van dados, pues el ferrocarril discurre varios kil¨®metros por su territorio, pero no hay paradas. Los pensionistas depender¨¢n del lugar que vivan y su movilidad geogr¨¢fica estar¨¢ necesitada de echar un vistazo al equilibrio de sumas y saldos territoriales. El establecer balanzas fiscales entre las autonom¨ªas calculadas por los impuestos y gastos, que sirven para financiar la sanidad, la educaci¨®n y los servicios esenciales, encarna un peligro pol¨ªtico de primera magnitud.
Un extreme?o, concienciado por este problema, podr¨ªa tener la tentaci¨®n de comprar su coche seg¨²n d¨®nde est¨¦ fabricado, pues los impuestos que ha de abonar tendr¨¢n una incidencia en su balanza fiscal y, por tanto, dependiendo de la decisi¨®n que tome al escoger su autom¨®vil, tendr¨¢ mejores o peores servicios sanitarios.
Los impuestos tienen una funci¨®n redistributiva de la renta; esto parece elemental y, por tanto, el sistema fiscal canaliza fondos de las zonas m¨¢s ricas de un pa¨ªs a las m¨¢s pobres. Eso pasa en el ¨¢mbito de las comunidades aut¨®nomas, de las provincias, de las comarcas y de las ciudades.
Como estas afirmaciones son elementales, sinceramente pienso que estamos en un falso debate y la verdadera naturaleza del problema es diferente. El curr¨ªculum del profesor Castells, conseller de Econom¨ªa y Hacienda, avala conocimientos de hacienda p¨²blica y por tanto sus propuestas no se basan en la ignorancia. Constituyen m¨¢s bien una consecuencia de la deriva de los planteamientos err¨®neos de la pol¨ªtica catalana, que influyen en la totalidad de la vida p¨²blica espa?ola. Se plantean adem¨¢s la resoluci¨®n de complejas cuestiones, como la propia financiaci¨®n, el futuro modelo aeroportuario y otros campos de la gesti¨®n p¨²blica, como una deuda injusta y que s¨®lo caben ser resueltas como ese sector desea, en calendarios establecidos unilateralmente. Tampoco estar¨ªa de m¨¢s que se reconocieran algunas pol¨ªticas positivas como las potentes inversiones que realiza el Gobierno de Zapatero para corregir el d¨¦ficit nacionalista en infraestructuras, so pena de generar en los ciudadanos el desapego m¨¢s absoluto de las instituciones p¨²blicas. La primera consideraci¨®n racional ante estos planteamientos estar¨ªa basada en la aceptaci¨®n de que estos campos de la actividad p¨²blica afectan a todos los ciudadanos espa?oles y sus reglas s¨®lo pueden ser modificadas por acuerdos mayoritarios.
Felipe Gonz¨¢lez manifest¨® que los tiempos no eran los mejores para hablar de cambios en la financiaci¨®n auton¨®mica y ser¨ªa m¨¢s conveniente concentrarnos en la gesti¨®n de la crisis econ¨®mica. El vicepresidente Solbes ha adelantado unas l¨ªneas b¨¢sicas que, en principio, conceden mayor autonom¨ªa y suficiencia financiera a los Gobiernos auton¨®micos. Ambos pronunciamientos han sido despachados con ligereza.
No sorprende la deriva de Converg¨¨ncia i Uni¨®, tres d¨¦cadas en el poder en Catalu?a, cuya herencia de gesti¨®n ha supuesto un atraso hist¨®rico de dif¨ªcil recuperaci¨®n.
El Gobierno del president Montilla, condicionado por los equilibrios pol¨ªticos de un tripartito, salpicado por los comportamientos de sus socios, que en ocasiones parecen ser la oposici¨®n, proyecta una imagen contradictoria, donde la necesidad de buscar la centralidad catalana que le conceda una posici¨®n pol¨ªtica hegem¨®nica en los tres niveles de poder le lleva, en algunas ocasiones, a excesos verbales de dif¨ªcil comprensi¨®n fuera de Catalu?a.
Las consecuencias de esta deriva, consagradas con el cari?o a Zapatero manifestado en la clausura del congreso del PSC, pero condicionado en su intensidad a los fondos del nuevo modelo de financiaci¨®n, presagian un marco dif¨ªcil para el entendimiento. No es f¨¢cil la acci¨®n de Gobierno de Montilla, pero el achique de espacios que realiza a las formaciones nacionalistas puede desdibujar los elementos de modernizaci¨®n, articulaci¨®n leal de Catalu?a en el conjunto del Estado y normalizaci¨®n de la percepci¨®n exterior de una sociedad con rasgos diferenciales incontestables.
De otro lado resulta impensable pol¨ªtica y econ¨®micamente concebir una sociedad espa?ola moderna sin la contribuci¨®n empresarial y pol¨ªtica catalana, pero en debates como la financiaci¨®n territorial falta coherencia de pol¨ªtica de Estado. Las interrelaciones de todo tipo y los flujos econ¨®micos y financieros entre Espa?a y Catalu?a tienen una gran estabilidad, gozan de excelente salud y suponen un enriquecimiento mutuo, por eso el ejercicio de confrontaci¨®n hay que dejarlo en manos de los suicidas o los idiotas.
Como los socialistas catalanes y los de las otras agrupaciones de Espa?a tienen en estos momentos el desempe?o de los poderes fundamentales en sus manos, no ser¨ªa comprensible para el conjunto de los ciudadanos abrir un nuevo periodo de confrontaci¨®n. El PSOE gusta presentarse como el partido capaz de articular la Espa?a plural y puede que sea uno de los valores m¨¢s apreciados por los electores. Es llegado el momento de demostrarlo y tambi¨¦n de los liderazgos. Si las tensiones centr¨ªfugas se imponen, el da?o pol¨ªtico para los socialistas es dif¨ªcil de cuantificar, pero con seguridad ser¨¢ elevado.
Tres crisis, financiera, energ¨¦tica e inmobiliaria, golpean aceleradamente la econom¨ªa espa?ola, con una virulencia in¨¦dita. No parece descabellado pensar que los ciudadanos ponen como destacada o/y ¨²nica prioridad hacer frente a la misma mediante una acci¨®n concertada de todas las instancias de poder. Si las autoridades tienen tambi¨¦n tiempo y es el momento oportuno para discutir de la financiaci¨®n auton¨®mica, pues no se pierda un segundo. Tiempos de bonanza ser¨ªan m¨¢s recomendables y facilitar¨ªan ampliar y profundizar el modelo, como por ejemplo que los territorios forales participen en la solidaridad territorial.
Augusto Delkader es periodista.
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