Una habitaci¨®n compartida
Carlota Subir¨®s recibi¨® el encargo por parte del Grec de montar un espect¨¢culo sobre Merc¨¨ Rodoreda dado que ¨¦ste es el a?o del centenario de su nacimiento. Volvi¨® a las novelas y a los cuentos de la autora de La pla?a del diamant que hab¨ªa le¨ªdo en la escuela, descubri¨® la "fuerza indomable de su escritura" y se sumergi¨® en sus cartas, sus pr¨®logos, sus entrevistas y en los estudios de su biograf¨ªa como De foc i de seda de Marta Nadal. En el texto Ideas para un espect¨¢culo que se incluye en la carpeta de prensa del montaje, Subir¨®s habla extensamente y con entusiasmo de la figura de Rodoreda y de c¨®mo abordarla en escena; dudas y posibilidades surgen desde la admiraci¨®n que siente por nuestra escritora en lengua catalana m¨¢s universal, y acaso sea este texto m¨¢s interesante que el montaje en s¨ª, pues es en las palabras de Subir¨®s que descubrimos un cierto contagio del esp¨ªritu tenaz de Rodoreda.
RODOREDA. UN RETRAT IMAGINARI
Dramaturgia y direcci¨®n: Carlota Subir¨®s. Int¨¦rpretes: Alba Pujol, Carlota Subir¨®s. Escenograf¨ªa: Max Glaenzel, Estel Cristi¨¤.
Mercat de les Flors. Barcelona, 22 de julio.
Rodoreda. Un retrat imaginari es la s¨ªntesis del denominador com¨²n entre Rodoreda y Subir¨®s, un denominador com¨²n tambi¨¦n a otra escritora, Virginia Wolf, a quien la primera admiraba -imagino que la segunda tambi¨¦n- y que, en lo tangible se concreta entre las cuatro paredes de una habitaci¨®n propia. La escenograf¨ªa es esa habitaci¨®n-estudio, un espacio sobrio, acogedor y tranquilo. En ¨¦l Subir¨®s es el enlace silente entre ella y Rodoreda, encarnada por la joven actriz Alba Pujol, que da voz a la escritora desde filmaciones en v¨ªdeo que se proyectan sobre la pared del fondo, as¨ª como en directo. No hay voluntad de verosimilitud, sino m¨¢s bien la de dar a entender que las generaciones actuales heredan las palabras y la actitud de las anteriores, en este caso, las de Rodoreda. Hasta ah¨ª, bien, aunque como espectadores seguimos con la sensaci¨®n de no haber entrado a¨²n en el meollo de la acci¨®n. Y aqu¨ª es cuando la cosa se complica y empobrece, cuando se intenta plasmar en escena la complejidad del proceso creativo literario que Rodoreda explica en sus textos y que Pujol recoge en estas filmaciones trucadas. Acciones simb¨®licas, como la tierra que la joven saca del escritorio y esparce por la habitaci¨®n, son el equivalente esc¨¦nico que se nos ofrece a las palabras de la escritora.
Puede que el problema sea el formato de este retrato. Tal y como est¨¢ concebido, me lo imagino formando parte del recorrido de una exposici¨®n; una habitaci¨®n tan inspiradora como la del montaje por la que se pudiera pasear, y entre cuyas paredes resonaran las palabras de Rodoreda una y otra vez; una habitaci¨®n que realmente pudi¨¦ramos compartir.
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