Las primarias de Riis
El director del CSC solucion¨® la cuesti¨®n del liderazgo en el equipo con un m¨¦todo tan heterodoxo como extra?amente efectivo
Termina Carlos Sastre de brindar al cielo su Tour y ya est¨¢ Bjarne Riis corriendo como un loco, 400 metros con obst¨¢culos alrededor de la cerca que delimita la meta. En la vida se le ha visto as¨ª al gran dan¨¦s, tan hier¨¢tico siempre y ahora despendolado, la enorme mand¨ªbula batiendo al ritmo de las zancadas en expresiva mueca de alegr¨ªa. Si hasta a la carrera da la mano, sudorosa, ardiente, a extra?os a los que no saluda nunca... Lo que cambia ganar un Tour. Lo que supone no haber perdido un Tour en el que, finalmente, el ¨²nico rival era su propio potencial: como si alguien con el mejor coche de lejos no fuera capaz de manejarlo para ganar el gran premio.
Doce a?os despu¨¦s de ganar su Tour como corredor en el que deber¨ªa haber sido el sexto Tour de Miguel Indurain -una victoria a la que despu¨¦s renunci¨® simb¨®licamente confesando que la hab¨ªa conseguido bajo la influencia de la EPO-, Riis ha logrado el mismo ¨¦xito como director -y es el primero de la historia que lo consigue-, un objetivo que persegu¨ªa desde que a comienzos de siglo mont¨® el CSC. Lo intent¨® antes con Tyler Hamilton, un ciclista norteamericano que le levant¨® a Lance Armstrong y que lo ¨²nico que le dio fue grandes titulares aquel a?o que termin¨® la grande boucle con la clav¨ªcula rota.
El ex corredor decidi¨® que el que mejor marchara en Alpe d'Huez ser¨ªa el l¨ªder
El gran dan¨¦s es el primero que gana la carrera como ciclista y t¨¦cnico
Se lo quit¨® de encima con el tiempo justo para librarse de su positivo y se encomend¨® a Ivan Basso, un italiano que s¨ª que fue atrapado por la lucha antidopaje justo el a?o en que la retirada de Armstrong le hab¨ªa dejado libre el paso. Y, cuando estaba dispuesto a encomendarse al tremendo talento, a¨²n virgen en el Tour, del joven Andy Schleck, apareci¨® en su retrovisor el rostro seguro de Sastre. "Este a?o quiero el equipo a mi disposici¨®n", le dijo el de El Barraco en noviembre pasado. "Llevaba a?os esperando este momento", le respondi¨® Riis; "por fin has dado el paso que deb¨ªas". Y ¨¦se era el plan. Y hasta antes del Tour los hermanos Schleck, promovidos al nivel estelar por los medios del ciclismo, ¨¢vidos de caras nuevas que permitieran pasar la p¨¢gina del pasado, siempre repet¨ªan que el l¨ªder del equipo era Sastre. Pero la dramaturgia del Tour quiso ser diferente.
Apoyados en un trazado que dejaba lo m¨¢s duro para los ¨²ltimos d¨ªas, en la indecisi¨®n del jefe dan¨¦s, heredero de Hamlet en cierto modo, que prefiri¨® llevar la carrera amarrada en nombre del equipo, y en su frescura de piernas y calidad, los hermanos Schleck, hechos uno en el mayor, Frank, consiguieron el liderato. Le plantearon un problema tremendo a Riis, inmovilizado en su t¨¢ctica de ataque a la defensiva y que no quiso ni aprovechar el hecho de que Andy, el m¨¢s fuerte del Tour, fuera de combate precisamente por su terrible compa?ero Voigt en el Tourmalet, pod¨ªa atacar desde lejos en los Alpes, desnudar a Evans y romper la carrera. Ante ese movimiento, que los m¨¢s tradicionalistas y amantes del espect¨¢culo se pasaron medio Tour reclamando, Riis recurri¨® a una soluci¨®n heterodoxa: organiz¨® unas primarias en el equipo: el que mejor marchara en Alpe d'Huez, Sastre o Frank, ser¨ªa el l¨ªder. Por suerte para Riis, gan¨® Sastre -ayer, recuerden, dobl¨® a Frank, partido tres minutos antes- y, por fortuna, no s¨®lo no se dej¨® energ¨ªas en la campa?a interna, sino que se hizo a¨²n m¨¢s fuerte, tanto como para derrotar al candidato del equipo rival en las definitivas.
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