Salvar Doha
Los pa¨ªses ricos deben hacer concesionespara liberalizar el comercio mundial
De c¨®mo concluya esta semana la negociaci¨®n multilateral que se mantiene contrarreloj en Ginebra depender¨¢ que la Ronda de Doha para liberalizar el comercio mundial, lanzada hace ya siete a?os, no sea un fracaso m¨¢s en las relaciones entre pa¨ªses ricos y pobres. La continuidad del desencuentro a?adir¨ªa a la escena econ¨®mica y financiera global una perturbaci¨®n grave, que complicar¨ªa la salida de una de las situaciones m¨¢s adversas en la econom¨ªa mundial desde hace muchos a?os. La crisis crediticia, que raciona y encarece la financiaci¨®n de la inversi¨®n, y los elevados precios de las materias primas, alimentos incluidos, que adem¨¢s de la erosi¨®n inflacionista penalizan severamente a las rentas m¨¢s bajas, no son los mejores compa?eros de esas persistentes amenazas proteccionistas que se han manifestado durante la vigencia de esta ronda en el seno de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC).
Las negociaciones de Doha comenzaron en noviembre de 2001 para impulsar la econom¨ªa mundial y ayudar a los pa¨ªses subdesarrollados a salir de la pobreza. S¨®lo en los ¨²ltimos d¨ªas, cuando su fracaso parec¨ªa inminente en la reuni¨®n de ministros de Comercio en Ginebra, una iniciativa de Pascal Lamy, director general de la OMC, parece haberlas encarrilado de nuevo en sus ¨¢reas cruciales de productos agr¨ªcolas y mercanc¨ªas industriales. Se trata b¨¢sicamente de las modalidades de acceso a los mercados, de la reducci¨®n de tarifas en numerosos productos.
Tradicionalmente ha sido la defensa de los intereses de los agricultores en los dos grandes bloques occidentales, la Uni¨®n Europea y Estados Unidos, lo que ha impedido un acuerdo comercial global. Ahora, sin embargo, es en EE UU donde las manifestaciones proteccionistas son m¨¢s expl¨ªcitas. Los candidatos presidenciales, en particular Barack Obama, manejan esa ret¨®rica electoralista de protecci¨®n de los intereses dom¨¦sticos, rentable en momentos como los actuales de marcadas dificultades econ¨®micas.
Han de ser los grandes, los m¨¢s ricos, quienes cedan en los pr¨®ximos d¨ªas en las distintas formas de subsidios a los agricultores de sus pa¨ªses y de reducci¨®n de los aranceles, en los productos del campo y en los industriales. Los elevados subsidios y aranceles penalizan en ¨²ltima instancia el libre comercio, pero sobre todo son una losa insoportable para algunas econom¨ªas en desarrollo, sobre todo africanas y suramericanas, cuyos ingresos por exportaciones dependen casi exclusivamente de un pu?ado de cultivos.
El fracaso de Doha no s¨®lo cargar¨ªa de incertidumbre el entorno global. Tambi¨¦n dificultar¨ªa la necesaria concertaci¨®n internacional en m¨²ltiples aspectos: desde los que ata?en a la todav¨ªa muy precaria estabilidad financiera hasta los relativos a la seguridad energ¨¦tica, los precios de los alimentos o el cambio clim¨¢tico, por poner algunos ejemplos en los que no existen soluciones nacionales.
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