Ciencia-ficci¨®n
Los remakes casi empujan a entretenerse comparando el primer t¨ªtulo y c¨®mo regresaron a ¨¦l los autores de la segunda versi¨®n. Eso cuando no hay propuestas en el extrarradio del showbusiness como la de Michael Haneke, que en Funny games rehace plano a plano una pel¨ªcula suya anterior.
La amenaza de Andr¨®meda, una miniserie de dos cap¨ªtulos que ha emitido Canal + producida por Tony y Ridley Scott, invita inevitablemente a repasar el filme que Robert Wise rod¨® en 1971 bajo la misma inspiraci¨®n, la novela de Michael Crichton.
El grueso del argumento es obviamente el mismo. Un sat¨¦lite que cae en un pueblecito norteamericano alberga una sustancia que infesta mortalmente el territorio. Hay que investigar su composici¨®n, procedencia y combatir el temible contagio.
Sin embargo, hay abultados detalles que las distinguen, adem¨¢s de la evidencia de que los Scott han tenido m¨¢s dinero en los bolsillos. El filme de Wise es la cr¨®nica claustrof¨®bica de los trabajos de los cient¨ªficos encerrados en un laboratorio subterr¨¢neo de cinco niveles para aclarar el misterio. Hay una descripci¨®n con ¨¢nimo casi documental de la cacharrer¨ªa del centro, de las pr¨®tesis digitales, en los tiempos en que la inform¨¢tica cinematogr¨¢fica eran lucecitas intermitentes y largas charlas en jerga cient¨ªfica supuestamente precisa. La ciencia como espect¨¢culo y una sabidur¨ªa absolutamente fiable.
En la miniserie ahora estrenada se a?aden claramente dos elementos nuevos: la manipulaci¨®n pol¨ªtica y el optimista papel de los periodistas, televisivos en este caso, como centinelas victoriosos de la verdad.
Frente a la ciencia inmaculada de Wise, en la producci¨®n de los Scott su diagn¨®stico no basta. Determinados sujetos del aparato militar y pol¨ªtico quieren amoldarla a sus intereses. Y son peligrosos. Enga?an. Asesinan -a la fuente principal del reportero-. Y son asesinados. El filme es de ciencia-ficci¨®n. Ser¨ªa bueno pensar que tambi¨¦n es una ficci¨®n pol¨ªtica.
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