Veraneo en el hongo nuclear
Un d¨ªa en Los ?lamos, Nuevo M¨¦xico, meca indiscutible del 'turismo at¨®mico'
En Los ?lamos (Nuevo M¨¦xico), la geograf¨ªa se vive como un concepto subjetivo y la realidad se construye sobre un mundo de eufemismos. La percepci¨®n de dos ciudades tan lejanas como Hiroshima y Nagasaki pero inextricablemente unidas a la historia de ese rec¨®ndito pueblo estadounidense, patria de la bomba at¨®mica, es tan sorprendente que en la pel¨ªcula con la que se deleita al turista que visita el Bradbury Science Museum del Laboratorio Nacional de Los ?lamos, las dos urbes japonesas ni se mencionan.
Los ?lamos es un pueblo m¨¢s bien feo de apenas 15.000 habitantes escondido en la cima de un acantilado de pel¨ªcula. Rodeado de inmensas monta?as pero con vistas a un desierto de horizonte naranja interminable, est¨¢ iluminado por un cielo azul que no cabe en los ojos y bajo cuya luz cegadora reposa uno de los paisajes m¨¢s espectaculares de EE UU. Pese a la estremecedora belleza de sus alrededores, este pueblo arrastra el oscuro karma de haber servido como centro neur¨¢lgico del Manhattan Project, nombre con el que el gobierno estadounidense bautiz¨® su proyecto de creaci¨®n de la bomba at¨®mica.
Un informe revel¨® que la incidencia del c¨¢ncer de tiroides era cuatro veces mayor que la media
El pueblo no exist¨ªa hasta que Truman inform¨® al mundo tras Hiroshima y Nagasaki
La pel¨ªcula con la que 'deleitan' al turista no menciona a las v¨ªctimas
En Los ?lamos nacieron Little Boy y Fat Man, los dos "artefactos que acabaron con la guerra", seg¨²n la infame pel¨ªcula La ciudad que nunca fue, con la que el Bradbury Museum resume la historia del Manhattan Project y alude a las dos bombas nucleares que en 1945 arrasaron Hiroshima y Nagasaki, poniendo punto final a la guerra del Pac¨ªfico en la Segunda Guerra Mundial.
El Nodo franquista, al lado de este minidocumental fechado en los a?os ochenta, es puro progresismo y objetividad. La cinta contiene unos tintes propagandistas de tal calibre que tras relatar en tono triunfal la creaci¨®n de Los ?lamos, en 1943, y c¨®mo se construy¨® de la nada para albergar el laboratorio en el que cient¨ªficos llegados de todo el mundo desarrollar¨ªan en secreto la bomba at¨®mica, no hay ni la m¨¢s m¨ªnima referencia a las v¨ªctimas del artefacto. "Y gracias a Los ?lamos, millones de vidas humanas fueron salvadas. Acabamos con la guerra y comenzamos una grandiosa revoluci¨®n cient¨ªfica", dice una voz en off para finalizar la cinta, salt¨¢ndose el cap¨ªtulo de muertos por impacto nuclear.
"Se me han puesto los pelos de punta. Es una falta de respeto que ni nombren a los muertos de Hiroshima y Nagasaki, pero ?qu¨¦ se puede esperar de un museo que pertenece a un laboratorio financiado por el gobierno y donde a¨²n se fabrican armas nucleares?", comentaba Patricia Harris, una turista de Nueva Jersey que lleg¨® a Los ?lamos "por curiosidad". "Nunca pens¨¦ que este museo iba a ser pura propaganda militar".
Los ?lamos no exist¨ªa hasta que el presidente Harry S. Truman inform¨® al mundo -despu¨¦s de que el planeta descubriera el efecto Hiroshima y Nagasaki- de que la bomba at¨®mica se cre¨® all¨ª. Bajo la direcci¨®n del f¨ªsico J. Robert Oppenheimer, un grupo de cient¨ªficos se instal¨® en 1943 en un antiguo rancho-escuela para adolescentes ricos, llamado precisamente Rancho Los ?lamos, alrededor del que se construy¨® una base secreta militar con cientos de casas, estructuras de producci¨®n y laboratorios que a¨²n hoy configuran la geograf¨ªa de Los ?lamos. El objetivo era desarrollar la primera bomba nuclear de la historia antes que los nazis.
Oppenheimer y algunas mentes brillantes de la ¨¦poca -Robert Serber y Hans Bethe, entre otros- vivieron durante tres a?os en lo que a efectos postales se denomin¨® P.O. Box 1663, sin contacto con el mundo exterior y bajo censura. Ni siquiera ellos eran conscientes del monstruo que estaban creando. Pero a la alegr¨ªa que sigui¨® a la primera prueba nuclear, en el cercano desierto de White Sands el 16 de julio de 1945, s¨®lo un mes despu¨¦s el dantesco espect¨¢culo de Hiroshima y Nagasaki conmocionaba al planeta. Para algunos cient¨ªficos, incluido Oppenheimer, comenz¨® la autocr¨ªtica y pidieron al mundo que se olvidara de las armas nucleares. Pero el mundo ya hab¨ªa entrado en la era at¨®mica con todas sus consecuencias, y comenz¨® a dividirse entre defensores y detractores de la energ¨ªa nuclear, mientras la carrera armament¨ªstica se disparaba con la guerra fr¨ªa.
Pero en Los ?lamos, donde todo habitante parece estar orgulloso del pasado y el presente at¨®mico -tres cuartos del arsenal nuclear estadounidense ha salido de ah¨ª-, nadie se cuestiona que tanto el Museo Bradbury como el Museo Hist¨®rico de Los ?lamos den una visi¨®n muy sesgada de la historia. "Es un lugar muy informativo. Y los ni?os se lo pasan muy bien", se defend¨ªa una de las recepcionistas.
Y es cierto. Entre r¨¦plicas de Little Boy, misiles de nuevo cu?o y paneles donde se relata con orgullo la capacidad destructiva de las armas at¨®micas, los ni?os pueden hacer experimentos t¨ªpicos de museo de ciencias, o algo a¨²n m¨¢s macabro, que llaman juego: ver en un ordenador im¨¢genes de varias explosiones at¨®micas que pueden manejarse a voluntad. "Este sitio es fant¨¢stico para los ni?os. Mis hijos no se quieren ir. No lo veo sesgado, es un museo de ciencias, los ni?os aprenden historia y yo tambi¨¦n. Y si no hubiera sido por la bomba at¨®mica no hubiera acabado la guerra ?no?", dec¨ªa Estelle Lance, una madre de tres hijos del vecino Estado de Colorado.
A la entrada del pueblo, un enorme cartel proclama: "Los ?lamos: el lugar donde se producen los descubrimientos". La mayor¨ªa de la poblaci¨®n vive o trabaja para el Laboratorio Nacional, que depende del Departamento de Energ¨ªa. De ah¨ª que el tema antinuclear sea casi tab¨². "He vivido aqu¨ª tres a?os y no se puede criticar nada. Y menos mencionar la contaminaci¨®n. Pero los acantilados colindantes est¨¢n llenos de residuos radioactivos porque durante d¨¦cadas el laboratorio tir¨® ah¨ª su porquer¨ªa y nunca la limpi¨®". Janet Borsage es un raro espec¨ªmen en este pueblo donde las tiendas de regalos se hinchan a vender camisetas y gorras con el hongo at¨®mico.
Borsage es profesora en el colegio local y habla sin miedo de c¨®mo en los Pueblos (as¨ª llaman a la mayor¨ªa de las reservas indias de Nuevo Mexico) de alrededor, los ni?os nacen con malformaciones desde hace a?os y muchos indios est¨¢n enfermos. No hay estudios sobre ellos, pero en los noventa, tras la denuncia de algunos vecinos que contrajeron c¨¢ncer, el Gobierno estadounidense encarg¨® un informe sobre la incidencia de esta enfermedad en Los ?lamos. El resultado habla por s¨ª solo: para el c¨¢ncer de tiroides -la radioactividad afecta con virulencia a ese ¨®rgano- la incidencia era cuatro veces m¨¢s alta que la media nacional; la de c¨¢ncer de h¨ªgado y de pecho tambi¨¦n era alta.
Sin embargo, si se pregunta a otros vecinos, la respuesta se repite. "?C¨¢ncer? ?En Los ?lamos y alrededores? No hay". As¨ª respond¨ªa Jerry Dummer, f¨ªsico jubilado que atiende a los turistas en el Museo Hist¨®rico dedicado a la historia del pueblo. Dummer trabaj¨® durante tres d¨¦cadas en el programa de protecci¨®n contra la radioactividad del laboratorio. "Esto no est¨¢ m¨¢s contaminado que otros sitios", dice este hombre de unos 70 a?os. "Jimmy Carter se equivoc¨®. Hab¨ªa que haber seguido invirtiendo en energ¨ªa nuclear y as¨ª no pagar¨ªamos la gasolina tan cara". Su amiga Nita Taylor, que tambi¨¦n trabaja en el museo s¨ª tiene c¨¢ncer, pero dice que no tiene relaci¨®n con Los ?lamos. "Llevo viviendo aqu¨ª 50 a?os y esta enfermedad es de vieja".
Otros de su generaci¨®n, no est¨¢n de acuerdo. "Soy uno de los ¨²ltimos. Todos se han muerto enfermos y digan lo que digan, es el laboratorio". Edward Grothus es algo m¨¢s que un cient¨ªfico jubilado al que un tumor cerebral se lo est¨¢ comiendo. Este tipo de m¨¢s de 80 a?os mantiene una guerra contra el pueblo desde hace d¨¦cadas atrincherado en The black hole (El agujero negro). El nombre no es casual: en este gran almacen lleno de cachivaches que podr¨ªa servir de decorado de Mad Max, hay miles de objetos inveros¨ªmiles "que entran y nunca salen", dice su due?o.
Grothus revende a universidades e instituciones cient¨ªficas todo el material que deshecha el Laboratorio Nacional de Los ?lamos para el que trabaj¨® durante dos d¨¦cadas ensamblando bombas que eran "30 veces m¨¢s peque?as que las que lanzamos sobre Jap¨®n y 30 veces m¨¢s mort¨ªferas". A finales de los sesenta renunci¨® a su trabajo y cre¨® The black hole, para reciclar con fines pac¨ªficos el material de deshecho de su antiguo empleador.En los 1.500 metros cuadrados que ocupa The black hole hay desde microscopios hasta esqueletos de misil. "Se puede encontrar casi todo lo necesario para construir una bomba at¨®mica, excepto uranio", bromea.
En el pueblo consideran que este activista antinuclear, que curiosamente s¨ª est¨¢ a favor de la energ¨ªa at¨®mica, es un loco. Y por eso no le han permitido instalar un obelisco de 15 metros de granito contra la bomba at¨®mica en el centro de Los ?lamos. En la parte de atr¨¢s de Black hole reposa el obelisco, en el que, bajo un s¨ªmbolo de la paz se lee "Una bomba son demasiadas".
Tambi¨¦n est¨¢ la f¨®rmula de la relatividad de Einstein y la fecha de muerte y nacimiento de aquel cient¨ªfico, uno de los primeros que habl¨® en contra de las armas nucleares incluso antes de que se hicieran realidad. En la base del obelisco, en 15 idiomas, Grothus ha escrito un enrevesado llamamiento a la paz mundial y una oda a la energ¨ªa at¨®mica. ?Tiene sentido la contradicci¨®n? En Los ?lamos, todo es posible.
![Una de las tiendas de Los ?lamos.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/HGCSH67W336IJYG7BE3KBJXMAM.jpg?auth=cc03a06377739bf64e2b87e9fedb4a0477fb248da66dbcdefca10f2cb4aee94e&width=414)
![Una visitante del museo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/3OIK5XABI5NKN3IKLJKCC3HOFY.jpg?auth=be098e39732cd7570969adb70c09eb36f10e374914492c79bed62eda02b6a2ab&width=414)
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