Ma?ana no puede ser lunes
Dos bares de La Latina ayudan a dar otro sentido a la tarde del domingo
En contra de lo que mucha gente piensa y hace, el mejor d¨ªa para salir es el domingo. S¨ª, el domingo, ese d¨ªa que cuando ¨¦ramos ni?os pas¨¢bamos tristes pensando que a la ma?ana siguiente hab¨ªa que ir al cole con el ruido de los partidos de f¨²tbol de fondo. Luego uno crece y aprende que los domingos pueden ser los d¨ªas m¨¢s divertidos.
En primer lugar, porque no es necesario esperar hasta la noche para salir de casa. Los domingos, lo propio es salir al mediod¨ªa a tomar unas ca?itas. En segundo lugar, porque la actitud de la gente es muy diferente. Al fin y al cabo, es el ¨²ltimo d¨ªa de libertad para los que trabajan los lunes, es la ¨²ltima oportunidad para pasarlo bien, para ligar, para hacer esas cosas que la rutina laboral obliga a posponer.
Queda la ilusi¨®n de recrear ambientes de madrugada durante el d¨ªa
Hace ya tiempo descubr¨ª un placer de domingo que, salvo que est¨¦ fuera de Madrid, no me pierdo. De hecho, si he viajado el fin de semana, intento siempre que la vuelta sea antes de las seis de la tarde. Porque los domingos sobre esa hora tengo una cita fija en La Sixta y El Atril, dos peque?os bares de La Latina. Antes, si uno ha acabado tarde o pronto -seg¨²n se mire- la noche de los s¨¢bados, siempre puede ir a desayunar cervezas por la plaza de la Paja, poblada de bares que hacen la funci¨®n de afters, o comer alguna tapa en el Delic o en El Viajero.
Si uno entra en La Sixta, cruzar¨¢ a otra dimensi¨®n y se encontrar¨¢ con un ambiente de tres de la madrugada. Eso demuestra que el tiempo, las horas, no son m¨¢s que percepciones subjetivas. La gente se queja, con raz¨®n, de que en Madrid los bares y los locales cierran cada d¨ªa un poco m¨¢s pronto, pero no se dan cuenta de que, en vez de someterse al horario de la autoridad, nos queda la insumisi¨®n de recrear ambientes de madrugada a horas tan conservadoras como un domingo a media tarde. En La Sixta, la clientela y Manolo, su due?o, consiguen semana a semana crear una atm¨®sfera especial, donde la gente est¨¢ feliz, todo el mundo habla con todo el mundo y bailan temas del pop espa?ol de toda la vida. El bar no es muy grande, presidido por una larga barra donde los camareros obsequian a la clientela con tapas de tortilla, jam¨®n, fruta ba?ada en alg¨²n misterioso alcohol y golosinas. Un ambiente castizo, pero a la vez kitsch. No olvidemos que estamos en La Latina.
La Sixta no es un bar de ambiente, pero es frecuentada sobre todo por gays y por mujeres y alg¨²n hetero, que son los que primero ligan. Ya se sabe la ley de la oferta y la demanda en esto de las relaciones amorosas: cuando hay un exceso de potenciales amantes lo m¨¢s probable es que no se ligue nada; en cambio, cuando los objetivos son escasos, el triunfo est¨¢ asegurado. As¨ª que las mujeres que van a La Sixta relajadas entre tanto gay, enseguida se centran en los heteros y los atrapan entre sus redes. Los gays, en cambio, se toman m¨¢s tiempo, y ligar, lo que se dice ligar, no lo hacen hasta la siguiente parada en El Atril, localizado a la vuelta de la esquina.
La gente es muy variada: los hay universitarios que acaban de cumplir los 20 y cincuentones a los que la edad no les impide divertirse. Los hay aficionados al gimnasio (el domingo debe ser su d¨ªa de descanso) que el calor obliga a que nos muestren sus resultados y quienes exhiben con orgullo una tripita cervecera. Y todos, sin excepci¨®n, comparten el sue?o de que ma?ana no puede ser lunes o, porque lo es, lo mejor que uno puede hacer es olvidarse, beber y hablar con gente que no se conoc¨ªa pero con la que se comparte esa fobia a los deberes de la semana.
Esta cita del domingo se ha convertido en una especie de nido solidario de todos aquellos que nos resistimos a que los domingos sean como los de nuestra infancia, d¨ªas tristes donde se preparaba la cartera con demasiada antelaci¨®n, donde se ten¨ªa un nudo en el est¨®mago porque faltaban cinco d¨ªas m¨¢s para volver a ser libre. Ahora los domingos pueden ser lo mejor de la fiesta. Y a los lunes que les den.
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