Despu¨¦s de Olmert
La anunciada renuncia del primer ministro israel¨ª complica m¨¢s el escenario de Oriente Pr¨®ximo
El suspense se ha acabado con el anuncio del primer ministro israel¨ª de su pr¨®xima renuncia en septiembre, una vez que su partido, el centrista Kadima, haya elegido un nuevo jefe. Ehud Olmert estaba pol¨ªticamente herido de muerte desde que ordenara la desastrosa invasi¨®n de L¨ªbano en el verano de 2006, meses despu¨¦s de convertirse en jefe de Gobierno, en la que el ej¨¦rcito israel¨ª fue humillado por Hezbol¨¢. En ¨²ltima instancia, no ha podido sobrevivir a la investigaci¨®n en marcha que, todav¨ªa sin acusaciones formales, muestra una abrumadora evidencia de corrupci¨®n en su contra. Olmert ha venido utilizando como escudos de su supervivencia pol¨ªtica el repunte de las negociaciones de paz con los palestinos de Mahmud Abbas o el incipiente di¨¢logo con Damasco.
El horizonte que abre la crisis israel¨ª es preocupante. A quien gane la carrera de la sucesi¨®n al frente de Kadima -los aspirantes cualificados son la ministra de Exteriores, Tzipi Livni, y el titular de Transportes, Saul Mofaz- le ser¨¢ muy dif¨ªcil antes de unos meses afianzar las riendas del partido que fundara Ariel Sharon y negociar un Gobierno estable, por lo que Olmert quiz¨¢ siga ejerciendo m¨¢s all¨¢ de lo previsto. Israel es un pa¨ªs de fragilidad pol¨ªtica cong¨¦nita, donde construir coaliciones viables, a veces disparatadas, suele ser tarea tit¨¢nica. Esa fragmentaci¨®n y disfuncionalidad hace casi imposible que un primer ministro cumpla ¨ªntegro su mandato e influye decisivamente en el limbo en que suelen instalarse las intratables negociaciones con los palestinos. En este escenario no son descartables elecciones anticipadas en primavera, oportunidad esperada como agua de mayo por el halc¨®n Benjam¨ªn Netanyahu, el jefe del partido derechista Likud y cr¨ªtico feroz de cualquier concesi¨®n a los enemigos del Estado jud¨ªo.
La nueva situaci¨®n supondr¨¢ de entrada un largo par¨¦ntesis en las negociaciones con los palestinos de Cisjordania, ya paradas en lo sustancial. Como lo ser¨¢ para el balbuciente tanteo que, a trav¨¦s de Turqu¨ªa, Israel mantiene con su archienemigo sirio. Todo ello es m¨¢s cierto si se consideran las pr¨®ximas elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos. Ning¨²n actor de Oriente Pr¨®ximo, ni protagonista ni de reparto, estar¨¢ por la labor de mover un dedo hasta bien entrado el a?o pr¨®ximo, cuando una nueva Administraci¨®n en Washington est¨¦ en condiciones de empu?ar de nuevo el tim¨®n.
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