150 a?os de evoluci¨®n
Se quieran dar o no por enterados, los creacionistas han perdido su 'guerra santa'
Los grandes saltos en la comprensi¨®n cient¨ªfica del mundo consisten en unificaciones. La f¨ªsica recibi¨® el impulso definitivo cuando Newton formul¨® el concepto de la atracci¨®n gravitatoria, que explicaba a la vez las ¨®rbitas de los planetas y el comportamiento de los objetos en tierra firme. La biolog¨ªa era una intrincada colecci¨®n de disciplinas dispersas, cada una bregando con su parcela de la inabarcable diversidad de la naturaleza, hasta que Darwin convenci¨® al mundo cient¨ªfico de que la evoluci¨®n era un hecho. Ahora se cumplen 150 a?os de la primera presentaci¨®n de la teor¨ªa, en un art¨ªculo conjunto con Alfred Russel Wallace que precedi¨® a la obra capital de Darwin, El origen de las especies, de 1859.
La principal implicaci¨®n del evolucionismo -que todos los seres vivos provenimos de un origen com¨²n por ramificaciones sucesivas- aport¨® a las ciencias de la vida el marco unificador que tanto necesitaban. Pero una de sus implicaciones secundarias, que el ser humano evolucion¨® a partir de un mono, estaba destinada a trastocar de forma radical la percepci¨®n sobre nuestros or¨ªgenes. La historia narrada en el G¨¦nesis sali¨® particularmente perjudicada, y la reacci¨®n del conservadurismo religioso sigue resonando un siglo y medio despu¨¦s, con el movimiento del dise?o inteligente como ¨²ltimo disfraz cient¨ªfico del creacionismo norteamericano.
Los cient¨ªficos contin¨²an discutiendo sobre los mecanismos detallados del cambio evolutivo, pero la evoluci¨®n en s¨ª puede considerarse demostrada m¨¢s all¨¢ de toda duda razonable. Los ¨²ltimos 150 a?os de biolog¨ªa, y en particular la moderna gen¨®mica, han acumulado evidencias aplastantes del origen com¨²n de todos los seres vivos. Nuestros genes revelan tal grado de unidad con el resto de los mam¨ªferos -y en menor medida con todas las dem¨¢s especies, incluidas las bacterias- que la teor¨ªa del ancestro com¨²n se ha convertido en uno de los hechos cient¨ªficos mejor sustentados de la historia. Se quieran dar o no por enterados, los creacionistas han perdido su particular guerra santa.
Pese a todo ello, la evoluci¨®n no es una filosof¨ªa moral ni pol¨ªtica, sino una certeza cient¨ªfica esencial para comprender la naturaleza. El d¨ªa en que la derecha cristiana entienda esto marcar¨¢ el inicio de una convivencia pac¨ªfica entre el darwinismo y la religi¨®n, y el final de una est¨¦ril trifulca que ya va durando 150 a?os.
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