La gran voz contra el horror de Stalin
Alexandr Solzhenitsin hizo de su obra la denuncia m¨¢s contundente del totalitarismo
Alexandr Solzhenitsin no lleg¨® al 11 de diciembre, fecha en la que el escritor m¨¢s significativo del siglo XX en Rusia iba a ser objeto de un gran homenaje con motivo de su 90 aniversario. El anciano incansable que trabajaba en sus obras completas en su dacha, en las afueras de Mosc¨², hac¨ªa tiempo que no tem¨ªa a la muerte, pues sab¨ªa que hab¨ªa cumplido su gran misi¨®n incluso antes de partir para un exilio que, pese a prolongarse 20 a?os (febrero 1974-agosto 1994), no le hab¨ªa apartado en ning¨²n momento de su pa¨ªs. Mentalmente, Solzhenitsin permaneci¨® siempre en Rusia y llev¨® su tragedia dentro de s¨ª todos y cada uno de los d¨ªas que pas¨® en el verde paisaje de Vermont (EE UU).
La denuncia m¨¢s contundente e inapelable que haya producido la literatura rusa contra la dictadura de Stalin surgi¨® de la experiencia vital del capit¨¢n Solzhenitsin, que tras ser condecorado en la Segunda Guerra Mundial pas¨® ocho a?os en el Gulag (1945-1953) por criticar al tirano en la correspondencia con otro oficial. Un D¨ªa en la Vida de Iv¨¢n Den¨ªsovich (1962) y Archipi¨¦lago Gulag (que se comenz¨® a publicar en 1973) son los dos pilares de su obra; el primero, un relato escrito en clave de destino individual; el segundo, una sinfon¨ªa del horror, un documento implacable y pormenorizado del destino de los pueblos que formaban la URSS.
El autor de 'Archipi¨¦lago Gulag' luch¨® por preservar la memoria hist¨®rica
"No se puede separar al escritor del activista social", dice su bi¨®grafa
La importancia de Solzhenitsin para la literatura y para Rusia no puede separarse, seg¨²n Liudmila Sar¨¢skina, la bi¨®grafa que m¨¢s que m¨¢s acceso ha tenido al premio Nobel. "Solzhenitsin no consideraba su literatura como un asunto privado, una diversi¨®n, un ejercicio literario o una forma de realizarse, sino como algo con m¨¢s sentido, y ¨¦l fue uno de los que mejor que nadie en el siglo XX confirm¨® la tradici¨®n de que un escritor en Rusia es m¨¢s que un escritor, ya que su literatura sale del marco del relato o la novela. ?l se plante¨® y cumpli¨® la tarea de devolver la memoria a Rusia. Por eso, es imposible dividirlo en escritor y activista social. En eso reside su grandeza", se?ala.
Solzhenitsin fue un personaje pol¨¦mico, tildado de exc¨¦ntrico, conservador y trasnochado. Pero las cr¨ªticas por sus opiniones pol¨ªticas pasan a segundo plano al valorarse su inquebrantable lucha contra el totalitarismo. "Solzhenitsin es un gran escritor, un gigante, cuyas ideas sobre la pol¨ªtica seguro que no comparte ni su mujer. Archipi¨¦lago Gulag es la ¨²nica respuesta adecuada a la historia del siglo XX", manifestaba Dmitri B¨ªkov en la presentaci¨®n de la biograf¨ªa de Sar¨¢skina el pasado abril. La esposa de Solzhenitsin, Natalia, sonre¨ªa.
El escritor, que criticaba a Mija¨ªl Gorbachov por su ingenuidad y a Bor¨ªs Yeltsin por permitir la depredaci¨®n de la sociedad rusa, se llevaba bien con Vlad¨ªmir Putin, lo que desconcertaba a muchos, por venir ¨¦ste del KGB, instituci¨®n sucesora del NKVD, principal instrumento de la represi¨®n. Solzhenitsin opinaba que equiparar la Rusia de hoy con la Rusia de Stalin y el Gulag es "traicionar la memoria de todos los que perecieron por una futileza o un chiste. Ha sido el Estado el que vuelve su rostro hacia Solzhenitsin, y no al rev¨¦s", puntualizaba Sar¨¢skina.
A su manera, Putin ha traducido a pol¨ªtica oficial algunas de las ideas del Nobel, y la campa?a actual por atajar la crisis demogr¨¢fica en Rusia puede verse como la interpretaci¨®n del Kremlin de la necesidad de "conservar al pueblo" tras la pol¨ªtica de exterminio del estalinismo. Pero el mensaje de Solzhenitsin no se mide en elecciones ni partidos. El escritor cre¨ªa en la representaci¨®n directa del pueblo mediante la autogesti¨®n local y en dar un respiro a su maltratado pa¨ªs. Por eso, aunque criticaba la rapacidad de los oligarcas surgidos de los noventa, no estaba a favor de una revoluci¨®n para expropiar a los nuevos capitalistas, sino de dar la oportunidad de fortalecerse a los peque?os empresarios. Para revoluciones, le bastaba con el "golpe de Estado" de octubre de 1917.
La preservaci¨®n de la memoria hist¨®rica, el mensaje clave de Solzhenitsin, es hoy actual, especialmente sobre el tel¨®n de fondo de la guerra de la memoria que se est¨¢ fraguando con creciente virulencia entre las antiguas rep¨²blicas de la URSS y Rusia. Las primeras tratan de "fabricarse" un pasado propio a la medida de sus actuales ambiciones pol¨ªticas, aunque ello implique la evasi¨®n de responsabilidades, la exaltaci¨®n de su papel de v¨ªctimas y la culpabilizaci¨®n de Rusia. Los dirigentes rusos, con su ret¨®rica nacionalista y su tolerancia complaciente para con la imagen de Stalin, han creado dificultades a su pa¨ªs para acabar de superar el pasado.
Consciente del problema, el escritor advert¨ªa contra la identificaci¨®n de lo "sovi¨¦tico" y lo "ruso". En su entrevista a Der Spiegel en 2007, exhortaba a Rusia a mirar el pasado con sobriedad para superar la nostalgia de ciertos sectores de la sociedad y preven¨ªa a Occidente y las rep¨²blicas ex sovi¨¦ticas de los intentos de culpabilizar a Rusia.
Solzhenitsin sab¨ªa que "no se puede construir el futuro sin comprender las lecciones del pasado", opinaba ayer Arseni Roginski, uno de los dirigentes de Memorial, organizaci¨®n que vela por el recuerdo de las v¨ªctimas del estalinismo. A esta tarea se dedica tambi¨¦n la Fundaci¨®n Solzhenitsin, que dirige la esposa del escritor. Con los derechos de autor de Archipi¨¦lago Gulag, la fundaci¨®n presta ayuda material y moral a miles de supervivientes de los campos, dispersos por la URSS.
"No tenemos fuerzas para el imperio y no hace falta, liber¨¦monos de ¨¦l". "Ahora tenemos que elegir de forma muy rigurosa entre el imperio, que sobre todo nos destruye a nosotros mismos, y la salvaci¨®n espiritual y f¨ªsica de nuestro propio pueblo". Lo escribi¨® Solzhenitsin en 1990 en la obra C¨®mo Arreglar Rusia, cuando a¨²n exist¨ªa la URSS y en ella, muchos dispuestos a un ba?o de sangre por conservar las "colonias".
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