Turqu¨ªa: la concordancia es posible
La decisi¨®n del Tribunal Constitucional turco de no ilegalizar al partido del Gobierno es, junto con la detenci¨®n de Radovan Karadzic, una de las buenas noticias de este verano, y ambas est¨¢n relacionadas con el intento de retomar el buen pulso del proceso de integraci¨®n europea. Los agoreros podr¨¢n decir que el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) s¨®lo se salv¨® por un voto, pero en realidad, pistas aqu¨ª y all¨¢ ven¨ªan indicando que se estaba produciendo alg¨²n tipo de acuerdo de Estado para evitar la cat¨¢strofe. Adem¨¢s, es muy probable que la discreta mediaci¨®n de la UE haya sido el mejor b¨¢lsamo para tranquilizar los ¨¢nimos e incluso para recuperar la confianza en el maltrecho proceso de integraci¨®n europea en los Balcanes y Anatolia.
Francisco veiga El Gobierno turco es dem¨®crata-islamista; la oposici¨®n, sobre todo, nacionalista
Recapitulemos: el pasado mes de abril, el Tribunal Constitucional acept¨® la denuncia de la fiscal¨ªa turca para poner fuera de la ley al Gobierno democr¨¢tico del AKP, que dirige Erdogan, por presuntas actividades "antilaicas". Llevar al extremo la teor¨ªa de la supuesta agenda oculta del Gobierno Erdogan para hacer de Turqu¨ªa una rep¨²blica isl¨¢mica gener¨® esta situaci¨®n surrealista.
De hecho, la intentona judicial resultaba suicida, porque Bruselas no le hubiera perdonado a los sectores "laicos", nacionalistas o ultraderechistas, que desestabilizaran a Turqu¨ªa justo en este momento, cuando las posibilidades de ingreso del pa¨ªs en la UE empezaban a cobrar impulso. El da?o hubiera sido devastador, dado que esos sectores de oposici¨®n no presentan un frente unido, no poseen un proyecto pol¨ªtico moderno, no podr¨ªan llevar a Turqu¨ªa a la UE y desequilibrar¨ªan al pa¨ªs de modo irremisible y durante a?os.
Mientras tanto, el Gobierno se mantuvo firme y respondi¨® a la presi¨®n con la detenci¨®n de un tinglado de conspiradores de extrema derecha: la denominada red Ergenekon. El mensaje era bien claro: el establishment laico s¨ª pose¨ªa una agenda oculta, y no el vilipendiado Gobierno islamista. Pero si bien el contraataque no carec¨ªa de l¨®gica, resultaba b¨¢sicamente inapropiado mantenerlo siquiera a medio plazo. Porque los turcos no ten¨ªan por qu¨¦ ir hacia la autoaniquilaci¨®n pol¨ªtica en nombre de la pugna entre dos estamentos pol¨ªtico-sociales que no son tan diferentes entre s¨ª.
Por un lado se nos habla de los "sectores laicos" u "oposici¨®n secular" de forma gen¨¦rica, lo que pretende una identificaci¨®n con la modernidad y hasta el progresismo. Pero esta oposici¨®n tambi¨¦n asocia a militares de rancia tradici¨®n golpista y a jueces conservadores. En realidad, ese campo (que actualmente abarca en torno al 25 o el 27% de la poblaci¨®n) define lo que en muchos pa¨ªses europeos se conoce como la derecha nacionalista, que integra desde posturas centristas hasta actitudes neofascistas. El Partido Republicano del Pueblo, s¨®lo a medias heredero del que fundara en su d¨ªa Atat¨¹rk, ve peligrar su presencia en la Internacional Socialista ante lo que este organismo considera netas posturas nacionalistas y poco m¨¢s.
El Partido de la Justicia y el Desarrollo, en el Gobierno y con una amplia mayor¨ªa parlamentaria, suele ser tildado de "islamista moderado". En realidad, a la luz de la experiencia pol¨ªtica occidental, podr¨ªa ser definido de forma m¨¢s precisa como dem¨®crata-isl¨¢mico, con un perfil ideol¨®gico y una base social muy similares a los que en su d¨ªa tuvieron los dem¨®crata-cristianos europeos. Es evidente que el actual Gobierno no hace feliz a la izquierda turca, y es normal que sea as¨ª; pero el problema real reside en el hecho de que en Turqu¨ªa esa ¨²ltima opci¨®n est¨¢ muy desdibujada.
Por tanto, estamos ante una transici¨®n pol¨ªtica, y con las consabidas tensiones que implica un relevo, en el cual los que resisten al cambio se aferran a los viejos h¨¢bitos de la cultura pol¨ªtica en extinci¨®n y no tienen apenas proyectos coherentes de futuro. En Turqu¨ªa la extrema derecha ha llegado a lanzar propuestas de "irse con Rusia" y fantas¨ªas panturquistas de similar calado. El golpe militar parece descartado hasta que se redefina la pol¨ªtica norteamericana hacia Oriente Medio, y para eso hay que esperar a las elecciones en la gran potencia. Pero lo evidente es que todo ese coro de voces conecta con los lamentos de un estrato social que se hizo con el poder institucional en tiempos del kemalismo cl¨¢sico y ahora pretende vender caros sus sillones y prebendas. Al otro lado, los que han ido tomando el relevo desde 2002 cuentan con el respaldo de Bruselas, lo cual amarga a¨²n m¨¢s a la derecha "laica". Es m¨¢s que comprensible: tras d¨¦cadas identificando sus posiciones pol¨ªticas con la esencia de lo occidental y lo moderno, se encuentran con que la Uni¨®n Europea apoya a la democracia isl¨¢mica del Partido de la Justicia y el Desarrollo. Un amargo tr¨¢gala.
En cualquier caso, la pugna pol¨ªtica es entre una derecha y un centro, "islamista" o lo que se quiera, que es un centro derecha. L¨®gicamente, ambos estamentos pol¨ªticos representan cada uno a clases medias diferentes destinadas a converger ?Es suficiente eso para encarrilar a Turqu¨ªa?
El objetivo m¨¢s razonable habr¨ªa de ser que en ese pa¨ªs se reconfigurara el sistema pol¨ªtico y se constituyera un sistema de partidos equilibrado, adaptados a la realidad turca y alejados de nostalgias de ¨¦pocas que no volver¨¢n.
Francisco Veiga es profesor de Historia Contempor¨¢nea de la Europa Oriental y Turqu¨ªa en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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