?Por qu¨¦ la salud es de pago en EE UU?
Grandes empresas m¨¦dicas y farmac¨¦uticas financian las campa?as electorales en la gran potencia. Es lo que impide que se realice una reforma sustancial que universalice un sistema p¨²blico de sanidad
El proceso de las primarias de los partidos Dem¨®crata y Republicano de Estados Unidos que termina este agosto ha sido presentado por gran n¨²mero de comentaristas que escriben en las p¨¢ginas de opini¨®n de medios de informaci¨®n espa?oles como un indicador de la vitalidad, madurez y calidad democr¨¢tica de aquel pa¨ªs. Ni que decir tiene que tal proceso ofrece muchas ense?anzas positivas que explican que se haya convertido en un punto de referencia internacional. Varios partidos en Espa?a y en Europa han introducido pr¨¢cticas de gobierno interno claramente inspiradas en las primarias de los partidos mayoritarios estadounidenses.
Ahora bien, en el an¨¢lisis de aquella experiencia de Estados Unidos hay dos hechos que no reciben suficiente atenci¨®n cr¨ªtica. Uno es que el sistema electoral no es proporcional, sino mayoritario. Es decir, el n¨²mero de esca?os que se asignan a un partido no es proporcional al n¨²mero de votos que recibe. El sistema electoral favorece el bipartidismo, el cual requiere unas primarias que permitan conocer la fuerza de las distintas sensibilidades existentes en cada partido. En un sistema proporcional, tales sensibilidades probablemente ser¨ªan partidos pol¨ªticos.
Unos 47 millones de estadounidenses no tienen ninguna cobertura sanitaria
La imposibilidad de pagar facturas m¨¦dicas es la primera causa de bancarrota de las familias
El otro hecho que merece subrayarse y que disminuye la calidad democr¨¢tica de las primarias (y de cualquier proceso electoral en Estados Unidos) es la financiaci¨®n primordialmente privada del proceso. Los candidatos requieren grandes cantidades de dinero para tener acceso a los medios de informaci¨®n, de los cuales los medios televisivos son los m¨¢s importantes. Las televisiones, todas ellas privadas, venden su espacio al mejor postor, sin l¨ªmites y sin estar sujetas a ning¨²n tipo de regulaci¨®n en cuanto al contenido, al espacio o al tiempo de exposici¨®n.
As¨ª, antes de comenzar la campa?a de las primarias del Partido Dem¨®crata, los dos candidatos m¨¢s importantes, Barack Obama y Hillary Clinton, ten¨ªan ya recogidos m¨¢s de 100 millones de d¨®lares que proven¨ªan en gran parte de empresas financieras (como la banca y las compa?¨ªas de seguros), empresas comerciales (como cadenas de supermercados), empresas manufactureras (como la industria farmac¨¦utica), asociaciones profesionales (como la Asociaci¨®n M¨¦dica Americana) y otros intereses econ¨®micos y profesionales (conocidos todos ellos en el lenguaje popular como componentes de lo que se llama en Estados Unidos la Corporate Class). Tales fondos proceden tambi¨¦n de aportaciones de personas que pertenecen sobre todo al 40% de renta superior del pa¨ªs. Esta privatizaci¨®n en la financiaci¨®n del sistema electoral discrimina a aquellos candidatos -en su mayor¨ªa voces cr¨ªticas del sistema econ¨®mico y pol¨ªtico, con sensibilidad de izquierdas o centro-izquierda, tales como Kucinich y Edwards- que no pudieron conseguir fondos de la Corporate Class, y por lo tanto tienen muchas menos posibilidades de acceder al p¨²blico.
Esta privatizaci¨®n del sistema electoral tiene enormes repercusiones en la configuraci¨®n de las pol¨ªticas p¨²blicas de los candidatos, incluidas las pol¨ªticas que configuran el escasamente desarrollado Estado de bienestar. Un ejemplo de ello es la sanidad. El hecho de que los candidatos m¨¢s importantes en las primarias de ambos partidos recibieran fondos de las compa?¨ªas de seguros sanitarios privados (525.188 d¨®lares Hillary Clinton, 414.863 Barack Obama y 274.729 John McCain), explica que ninguno de ellos haya propuesto una financiaci¨®n p¨²blica del sistema sanitario que se caracteriza por una financiaci¨®n privada gestionada por tales compa?¨ªas de seguros. El aseguramiento privado es la forma m¨¢s com¨²n de financiaci¨®n de la atenci¨®n sanitaria y se realiza bien mediante las aportaciones de los empleadores y de los empleados de las empresas a las compa?¨ªas de seguros (que contratan la provisi¨®n de servicios con las instituciones sanitarias mayoritariamente privadas) o bien individualmente, siendo en este ¨²ltimo caso dif¨ªcil conseguir tal aseguramiento cuando la persona tiene una enfermedad cr¨®nica. El Gobierno Federal financia el aseguramiento sanitario de los ancianos, cubriendo cerca del 50% de sus gastos sanitarios.
Tal sistema es enormemente costoso. Estados Unidos se gasta un 16% del PIB en sanidad, calcul¨¢ndose que alcanzar¨¢ el 20% en 10 a?os. Como contraste, Espa?a se gasta el 5,8% del PIB en sanidad p¨²blica, ofreciendo cobertura sanitaria completa a todos sus ciudadanos, y garantizando el derecho humano de tener acceso a los servicios sanitarios en tiempo de necesidad, un derecho no existente en aquel pa¨ªs.
Cuarenta y siete millones de habitantes no tienen ninguna cobertura sanitaria y no son suficientemente pobres para beneficiarse del programa federal Medicaid, un programa para personas pobres que es financiado conjuntamente con los Estados, y que atiende a menos del 20% de la poblaci¨®n que se llama "indigente m¨¦dica" (es decir, que no pueden pagar sus facturas m¨¦dicas), porcentaje que var¨ªa de Estado a Estado, pues son los Estados los que definen el nivel de indigencia m¨¦dica. Seg¨²n el doctor David Himmelstein, profesor de Health Policy de la Universidad de Harvard, m¨¢s de 100.000 personas mueren al a?o por no poder tener acceso a los servicios sanitarios por causas econ¨®micas. Esta dificultad para pagar las p¨®lizas de seguros, copagos y facturas m¨¦dicas es un problema generalizado y alcanza dimensiones de gran dramatismo humano: el 48% de las personas con una enfermedad terminal expres¨® en una encuesta reciente que estaba preocupado de c¨®mo ellas o sus familiares pagar¨ªan sus facturas m¨¦dicas. La imposibilidad de pagar las facturas m¨¦dicas es la primera causa de bancarrota de las familias estadounidenses.
No hay duda de que Estados Unidos tiene excelentes centros m¨¦dicos y la calidad del personal sanitario es elevada. Pero la inseguridad que crea en la poblaci¨®n tal sistema de aseguramiento y financiaci¨®n privada, su gran carest¨ªa y su enorme ineficiencia (el 28% del gasto sanitario total lo absorbe la Administraci¨®n del sistema) es la causa del gran descontento de la poblaci¨®n hacia la organizaci¨®n y financiaci¨®n del sistema sanitario. El 69% de la poblaci¨®n est¨¢ insatisfecha con la financiaci¨®n de la atenci¨®n sanitaria (la poblaci¨®n estadounidense es la poblaci¨®n de la OCDE que est¨¢ m¨¢s descontenta con su sistema sanitario), lo cual explica que la reforma sanitaria se haya convertido en uno de los temas m¨¢s importantes en las campa?as de las primarias y presidenciales (para mayor detalle de las propuestas de los candidatos, ver www.vnavarro.org, secci¨®n Estados Unidos).
En respuesta a esta insatisfacci¨®n, los candidatos est¨¢n proponiendo pol¨ªticas p¨²blicas que respondan a esta demanda de cambio. En realidad, el 62% de la poblaci¨®n desea que el Gobierno Federal garantice el derecho de acceso a los servicios sanitarios a trav¨¦s de una financiaci¨®n p¨²blica, tal como existe en la gran mayor¨ªa de pa¨ªses de la UE-15. Pero ninguno de los candidatos est¨¢ haciendo propuestas que permitan alcanzar tal deseo. Y ello se debe a la enorme influencia que los grupos econ¨®micos, financieros y profesionales que dominan el sector tienen en la vida pol¨ªtica, como consecuencia de la privatizaci¨®n del sistema electoral. Una influencia de la que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n es consciente y que explica la animadversi¨®n que gran parte de la poblaci¨®n tiene hacia la clase pol¨ªtica (un 74% de la poblaci¨®n se?ala que el Congreso de Estados Unidos no representa sus intereses).
De ah¨ª que todos los candidatos, Obama, Clinton e incluso McCain, se tuvieran que presentar durante las primarias como anti Washington (el centro de la clase pol¨ªtica) y anti Corporate Class, siendo Barack Obama el que m¨¢s se ha beneficiado de este sentimiento popular al haber estado en Washington s¨®lo un par de a?os y haber expresado su oposici¨®n a la intervenci¨®n en Irak cuando Washington apoy¨® tal medida. Ahora bien, es altamente improbable que en caso de salir presidente (hecho que favorezco), universalice el derecho de acceso a la sanidad por parte de la poblaci¨®n, tal como en la pr¨¢ctica ocurre en Espa?a y en la mayor¨ªa de pa¨ªses de la UE-15. En realidad, una reforma sustancial de la sanidad y de otros servicios del Estado de bienestar estadounidense no tendr¨¢ lugar a no ser que haya un cambio muy profundo del sistema electoral.
Vicen? Navarro es catedr¨¢tico de Pol¨ªticas P¨²blicas en la Universidad Pompeu Fabra, Espa?a, y profesor de Pol¨ªticas P¨²blicas y Sociales en la Johns Hopkins University, Estados Unidos.
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