Odiosos aduladores
Los primeros Juegos Ol¨ªmpicos de verano que recuerdo son los de Se¨²l 1988. Ten¨ªa 10 a?os, por lo que mi actitud contestataria y c¨ªnica todav¨ªa no estaba plenamente desarrollada. Eso significa que los Juegos Ol¨ªmpicos de 1988 podr¨ªan haber sido perfectamente los ¨²ltimos en los que yo dese¨¦ de verdad que ganaran mis camaradas estadounidenses.
Ahora que han empezado los Juegos Ol¨ªmpicos de este a?o estoy seguro de que mi actitud no ser¨¢ diferente. Especialmente, en lo que se refiere al baloncesto.
No tengo muy claro qu¨¦ ha sido lo que ha dado lugar a mi vehemente tendencia antiestadounidense en lo que respecta a las competiciones deportivas. Supongo que debe de tener algo que ver con mi instinto de animar a los m¨¢s desvalidos y podr¨ªa estar relacionada con mi man¨ªa de poner los ojos en blanco cuando un estadounidense gana los 100 metros y empieza a ladrar y rezar como un doberman pinscher papal. La raz¨®n m¨¢s probable es, sin embargo, la naturaleza de la informaci¨®n televisiva estadounidense. Odio que me digan qui¨¦n se supone que quiero que gane. Aqu¨ª la informaci¨®n es tan sesgada que al resto de los participantes de la carrera muchas veces ni siquiera los nombran. Y, por lo general, las competiciones en las que los estadounidenses tienen pocas oportunidades de ganar, o ninguna, ni siquiera se retransmiten.
La raz¨®n de mi tendencia antiestadounidense tiene que ver con la naturaleza de su informaci¨®n televisiva
Antes de que me incluyan en la categor¨ªa de hijo predilecto no estadounidense, me gustar¨ªa se?alar que estoy convencido de que en Espa?a pasa lo mismo. Este invierno pude ver parte del Campeonato de Europa de baloncesto. A juzgar por lo que pude percibir usando mi nivel de comprensi¨®n de una de cada tres palabras, al tipo encargado de comentar el partido se le pod¨ªa tachar de todo menos de objetivo. (Creo que lo que le delat¨® fue cuando dijo que la barba de Pau Gasol no era criticable).
Por desgracia, el torneo de baloncesto de este a?o ser¨¢ m¨¢s de lo mismo. Cuando lo vea, alg¨²n comentarista adulador estar¨¢ tan ocupado cantando las virtudes de los estadounidenses que olvidar¨¢ que hay dos equipos jugando y que, posiblemente, haya alguien en la audiencia que no est¨¦ tan enamorado de un equipo tan arrogante y poco cosmopolita que se niega a quedarse en la Villa Ol¨ªmpica y no se atreve a alejarse lo suficiente de su hotel de cinco estrellas para hundir la punta de su pie colectivo en las maravillas de una de las culturas m¨¢s antiguas del mundo. Lo que quiero decir es que odio eso de: "?Vamos, Estados Unidos! ?Te quiero, LeBron!".
Para m¨ª, lo extra?o es que la mayor¨ªa de la gente no piense como yo. Estoy seguro de que, cuando Estados Unidos gane un partido, alguno me preguntar¨¢ si estoy emocionado por el triunfo. Y entonces dir¨¦: "Me emocion¨¦ cuando Lituania ganaba por cinco y cre¨ªa que hab¨ªa una posibilidad de que Estados Unidos perdiera". Se quedar¨¢... mudo. A rengl¨®n seguido, se dar¨¢ media vuelta y se ir¨¢. Al cabo de pocos d¨ªas, una furgoneta no identificada entrar¨¢ por el camino de mi casa y unos hombres con gafas de sol se me llevar¨¢n, en detrimento de mi carrera baloncest¨ªstica, mi carrera como escritor y mis oportunidades de transmitir mis genes mixtos a futuras generaciones.
El problema, c¨®mo no, es que los estadounidenses probablemente ganar¨¢n el torneo de baloncesto. No se me dan bien los pron¨®sticos, sobre todo porque no quiero que me confundan con uno de esos t¨ªos de la televisi¨®n que est¨¢n tan ansiosos por echar por tierra las predicciones de sus colegas que se ponen a gritar tanto que el rostro se les congestiona y pierden el control de sus intestinos (en el estudio, lo cual resulta bastante inc¨®modo para todos).
Pero, s¨ª, es muy probable que Estados Unidos gane. No porque sean los mejores (que lo son) o porque crean que tienen algo que demostrar (que lo tienen), sino porque ser¨ªa el resultado que a m¨ª m¨¢s me cabrear¨ªa.
Paul Shirley ha jugado, entre otros clubes, en los Bulls de Chicago, los Hawks de Atlanta, los Suns de Phoenix, el DKV Joventut y el Menorca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.