El fort¨ªn estadounidense
El equipo norteamericano invierte dos millones de euros en alquilar una universidad
Pepo Clavet, el entrenador de Tommy Robredo, vive en un piso a m¨¢s de una hora de la Villa Ol¨ªmpica, estuvo sin agua caliente durante d¨ªas y ha tenido que convencer a uno de los t¨¦cnicos con los que comparte el apartamento para que duerma en el sal¨®n: m¨¢s espacio no hay. El equipo ol¨ªmpico estadounidense, formado por casi 400 deportistas de 22 disciplinas distintas, no tiene ese problema. Se ha gastado m¨¢s de tres millones de d¨®lares (dos millones de euros) para usar durante seis semanas las instalaciones de la Universidad Normal de Pek¨ªn, transformada en opulenta residencia, Centro de Alto Rendimiento y... fort¨ªn de alta seguridad.
"Es incre¨ªblemente genial", dice tras su perfecta sonrisa Samantha Peszek, integrante del equipo de gimnasia y campeona mundial en 2007; "estamos todas en un peque?o edificio. Eso nos permite estar unidas hasta l¨ªmites que la gente no comprende. Nos consiguieron papel, rotuladores y un mont¨®n de objetos decorativos con motivos de Estados Unidos. Lo hemos colgado todo en el cuarto. Nos entrenamos con potros y materiales similares a los de nuestro pa¨ªs. Y as¨ª una se siente en casa".
11 polic¨ªas controlan el ¨¢rea y la comida china est¨¢ vetada
Antes de llegar a los cuartos decorados con banderas, antes de encontrarse a los deportistas entren¨¢ndose o jugando a la consola, antes de que desgranen sus men¨²s hamburgueseros y de que se quejen de los ba?os, la entrada de la Universidad emerge entre el tr¨¢fico ca¨®tico con la promesa de un cacheo. Estados Unidos se protege de China en Pek¨ªn. El ¨¢rea est¨¢ acordonada y llena de carteles de la Oficina de Seguridad P¨²blica. Son veinte metros de acera desde un McDonalds a la Universidad. Poco sitio para tanto voluntario vestido de militar y tanto polic¨ªa: suman once, todos desarmados. "Es por los Juegos", dice uno de los guardias; "venimos aqu¨ª a las seis de la ma?ana, trabajamos siete horas y nos relevan". Las cosas de China. A nadie le sorprende que el dispositivo de seguridad, exigido por el Comit¨¦ Organizador de los Juegos, haya obligado a cerrar con una valla la entrada del Liyun Apartahotel, seg¨²n los estadounidenses.
Tras los controles, amablemente gestionados por voluntarios, se esconde un d¨ªa cualquiera en Estados Unidos. Los deportistas viven en la Villa y se trasladan en autob¨²s mientras que sus t¨¦cnicos, fisios y compa?eros de entrenamientos se reparten entre las 29 habitaciones de un edificio de profesores y otras tantas de un apartahotel. Disponen de dos pistas de atletismo, de un campo de hierba y de otro sint¨¦tico. Tienen fosos de salto. Y, adem¨¢s, el gimnasio Qiujiduan, que se termin¨® de construir en julio, cuando llegaron 18 macrocontenedores enviados desde Estados Unidos para dejar en Pek¨ªn potros, colchonetas... S¨®lo falla un detalle: algunos ba?os, para sonrojo de los deportistas y dolor de sus rodillas acuclilladas, no son occidentales.
"Las habitaciones son grandes: somos cuatro por cuarto", dice un miembro del equipo t¨¦cnico de lucha; "la comida es ciento por ciento estadounidense: arroz, verduras, mucha carne de ternera y nada fr¨ªo. No hay nada chino. Es demasiado pesado y grasiento... Aqu¨ª s¨®lo hay comida sana". Y bien etiquetada: una parte ha llegado desde su pa¨ªs tras pasar estrictos controles. La carne, sin embargo, no es la ¨²nica vigilada. La prensa tambi¨¦n va marcada. Los periodistas deben pedir un pase especial un d¨ªa antes de la visita. Las televisiones tienen prohibido retransmitir "cualquier cosa" en directo desde el complejo. Tampoco dejan grabar las instalaciones. Y la sala de prensa est¨¢ en el restaurante La Amistad. Lo dice hasta un cartel. China, como un buen amigo, se lo ha permitido todo a Estados Unidos. Hasta una casa millonaria a 15 minutos de la Villa Ol¨ªmpica.
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