El eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil tras el fin de la URSS
Ninguna de las dos opciones que ten¨ªa ayer Rusia era buena y, dentro de su limitado margen de elecci¨®n, el Kremlin hizo honor a los compromisos que ¨¦l mismo hab¨ªa contra¨ªdo con Osetia del Sur, una regi¨®n que entre 1991 y 1992 rechaz¨® por las armas a los nacionalistas georgianos y se declar¨® independiente. Aquella independencia no ha sido reconocida por nadie, ni siquiera por Rusia, pero es una de las pruebas de que el fin de la URSS qued¨® cerrado en falso en varios de sus territorios que, a diferencia de algunas de las 15 rep¨²blicas federadas sovi¨¦ticas, no tuvieron la arbitraria suerte de convertirse en Estados independientes.
La decisi¨®n de Rusia no ha sido f¨¢cil, porque sus dirigentes (presidencia y ministerios de Exteriores y de Defensa) ten¨ªan diferentes posiciones sobre c¨®mo abordar el conflicto. Esta misma semana, esta corresponsal fue testigo de la frustraci¨®n de un alto cargo de Osetia del Sur que hab¨ªa venido a Mosc¨² a pedir ayuda y deambulaba angustiosamente, sin conseguirla, de un departamento a otro. Ayer por la ma?ana, el funcionario proteg¨ªa a su familia en un s¨®tano de Tsjinvali.
El presidente de Georgia cortej¨® a la OTAN y sedujo a pol¨ªticos de EE UU
Est¨¢ por ver si Mosc¨² reconocer¨¢ a Osetia del Sur con el precedente Kosovar
El conflicto de Osetia del Sur qued¨® congelado por los acuerdos avalados por los presidentes Bor¨ªs Yeltsin y Eduard Shevardnadze. En 2003, Mija¨ªl Saakashvili lleg¨® al poder en Georgia con la promesa de someter a los separatistas. Con su buen ingl¨¦s y su hiperactividad, Saakashvili encandil¨® a sus interlocutores occidentales. El ¨¦xito alcanzado al lograr el control de la regi¨®n de Adzharia sin disparar un tiro le anim¨®.
Osetia de Sur era el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de lo que le quedaba por resolver, ya que ese territorio es un mosaico donde se alternan los pueblos osetios y los georgianos. Tsjinvali es, por otra parte, una ciudad muy vulnerable por estar situada en el fondo de un valle.
El presidente georgiano prepar¨® una estrategia de conquista. Cortej¨® a la OTAN, sedujo a pol¨ªticos estadounidenses con invitaciones tur¨ªsticas a Georgia, apoy¨® a Washington con uno de los mayores contingentes militares en Irak, se arm¨® hasta los dientes (con ayuda de Ucrania) y ejerci¨® una guerra psicol¨®gica contra la poblaci¨®n de Osetia del Sur.
Adem¨¢s, Saakashvili quer¨ªa llegar a diciembre con el conflicto resuelto y obtener luz verde para su plan de acci¨®n para el ingreso en la OTAN. El l¨ªder georgiano ha insistido en que ten¨ªa proyectos pac¨ªficos para los separatistas, pero nunca tuvo paciencia para crear un clima de confianza con ellos. Ni siquiera lo intent¨®, porque ten¨ªa prisa.
Hist¨®ricamente, el C¨¢ucaso es una zona estrat¨¦gica clave para Rusia, el equivalente de lo que suponen el Caribe y Centroam¨¦rica para EE UU. El norte del C¨¢ucaso, que es territorio ruso, y la transcaucasia, donde est¨¢n Georgia, Azerbaiy¨¢n y Armenia, son una regi¨®n unida por m¨²ltiples vasos comunicantes y lo que sucede en un punto repercute en el resto.
Precisamente el conflicto de Osetia del Sur con Georgia, cuando la URSS se derrumbaba, produjo una riada de refugiados a Rusia que agitaron los ¨¢nimos de la poblaci¨®n de Osetia del Norte contra sus vecinos ingushes (musulmanes a diferencia de los cristianos osetios). Los ingushes reclamaban tierras (ocupados por los osetios del norte) de los que hab¨ªan sido deportados por Stalin, pero la llegada de los osetios del sur dificult¨® su reivindicaci¨®n.
El resultado fue un estallido de violencia osetio-ingush. Los ingushes crearon una Rep¨²blica propia nueva, Ingushetia, producto de dividir lo que antes era Checheno-Ingushetia. Ingushetia es hoy escenario de constantes asesinatos y atentados, que reciben poca cobertura internacional.
Algunos medios rusos aseguran que los georgianos han estado animando a la oposici¨®n ingush. Prueba de la interdependencia del C¨¢ucaso fue el papel del valle del Pankisi, en Georgia, que sirvi¨® como refugio a los separatistas chechenos cuando ¨¦stos luchaban contra Mosc¨².
Con la llegada de Putin al poder, Rusia aceler¨® la entrega de pasaportes rusos a los habitantes de los territorios no reconocidos y se comprometi¨® a velar por la seguridad de sus nuevos ciudadanos.
Si Rusia no hubiera mandado sus tanques a Tsjinvali, Mosc¨² hubiera perdido su credibilidad, y sus compromisos en defensa de los osetios del sur se hubieran convertido en papel mojado. Adem¨¢s de un nuevo torrente de refugiados y un efecto domin¨® sobre los problemas del C¨¢ucaso del Norte, el Kremlin hubiera tenido que afrontar en breve plazo el mismo problema en la fronteriza y separatista Abjazia, un territorio compacto y con mayor potencial de combate que Osetia del Sur.
Al haber intervenido, el Kremlin se arriesga a ser acusada de practicar una pol¨ªtica imperial y a que se enfr¨ªen sus relaciones con Occidente, pero ha hecho lo que hab¨ªa dicho y lo que su sociedad le ped¨ªa. Est¨¢ por ver hoy si Rusia se limitar¨¢ a la ayuda a los separatistas o reconocer¨¢ la independencia de Osetia del Sur aduciendo el precedente de Kosovo.
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