La intimidad robada puede ser un arte

El primer paparazzo muri¨® en Auschwitz. Erich Solomon, berlin¨¦s, fue exterminado junto a su familia en 1944. A veces Solomon escond¨ªa su c¨¢mara bajo un sombrero hongo. A veces se ocultaba tras cortinones para lograr lo que nadie hab¨ªa logrado. Obtuvo fotos ¨²nicas del Tribunal Supremo estadounidense y de juzgados jam¨¢s retratados. Dispar¨® durante reuniones confidenciales en ministerios europeos. Siempre a escondidas. "Usted es el rey de la indiscreci¨®n", le espet¨® el ministro de Asuntos Exteriores franc¨¦s, Aristide Briand, al descubrirle tras una cortina en el Quai d'Orsay, en Par¨ªs, en 1931. Nada m¨¢s. ?Qu¨¦ ocurrir¨ªa hoy si Bernard Kouchner descorre una cortina y descubre que un reportero ha fotografiado sus charlas con Miguel ?ngel Moratinos, por poner?

Los m¨¦todos de Solomon y Weegee se consideran un anticipo del g¨¦nero

Un concejal de Los ?ngeles defiende una ordenanza para frenar a 'paparazzi'

Los paparazzi comparten las ra¨ªces fisgonas, el af¨¢n de mostrar lo que se quiere ocultar, con el fotoperiodismo hist¨®rico. Por eso Solomon es uno de los ocho fot¨®grafos incluidos en la exposici¨®n Pigozzi y los paparazzi, organizada por la Fundaci¨®n Helmut Newton en Berl¨ªn (Alemania) para reivindicar el trabajo de los "chicos malos de la fotograf¨ªa".

Matthias Harder, el comisario de la muestra, incluy¨® a Solomon como un pionero por sus m¨¦todos. El otro es Weegee (Arthur Felling), que hizo una legendaria carrera en el duro Nueva York de los cuarenta gracias al exclusivo privilegio que le concedi¨® la polic¨ªa para instalar en su coche una radio que le permit¨ªa escuchar los avisos de sucesos. Weegee, adem¨¢s, usaba un flash infrarrojo que le permit¨ªa disparar sin alertar. En 10 a?os lleg¨® a cubrir 5.000 cr¨ªmenes. Era heroico y c¨ªnico. Un protagonista perfecto que dio una interpretaci¨®n inolvidable de Joe Pesci en El ojo p¨²blico (1992).

Weegee no persegu¨ªa famosos, pero sus triqui?uelas tambi¨¦n anticipaban el camino del g¨¦nero, "una agresiva forma de fotoperiodismo", en palabras de Matthias Harder. La muestra de Berl¨ªn consagra el paparazzismo al abrirle las puertas de un museo, algo que puede resultar provocador, en sinton¨ªa con el artista que honra la fundaci¨®n, Helmut Newton. Aunque la exposici¨®n no bendice a lo loco.

Hay algunas fotos recientes, como la tomada por Daniel Angeli en Saint Tropez a la princesa Diana poco antes de morir y que aliment¨® las especulaciones sobre un supuesto embarazo de su novio Dodi al Fayed, pero se han excluido las instant¨¢neas de los circos recientes creados alrededor de Paris Hilton, Britney Spears o Amy Winehouse. "Sus m¨¦todos se han vuelto despiadados", escribe en el cat¨¢logo Harder. "Es dif¨ªcil discernir la calidad fotogr¨¢fica real", sostiene. Para algunos, las formas han rebasado lo tolerable. Dennis Zine, concejal de Los Angeles (Estados Unidos), ha propuesto este a?o una ordenanza para proteger a las celebridades y al p¨²blico de "agresivos paparazzi" con la creaci¨®n de una zona de seguridad personal entre cazadores y cazados. Tiene el apoyo de artistas, pero no del jefe de polic¨ªa, William J. Bratton, que cree que una ley similar ser¨ªa una p¨¦rdida de tiempo. "Desde que Britney [Spears] ha comenzado a vestirse y comportarse; Paris [Hilton] est¨¢ fuera de la ciudad y Lindsay Lohan se ha vuelto lesbiana; no tenemos mucho de que preocuparnos", ironiz¨® Bratton.

Entre los cl¨¢sicos seleccionados por la fundaci¨®n Helmut Newton figuran Tazio Secchiaroli, Daniel Angeli, Edward Quinn y Ron Galella. El romano Tazio Secchiaroli (1925-1998) es el Paparazzo real, el que inspir¨® a Federico Fellini el personaje de La dolce vita y que acabar¨ªa proporcionando una palabra italiana para una actividad universal (perseguir celebridades para captarlas en momentos imprevistos). Secchiaroli hac¨ªa cualquier cosa por una instant¨¢nea rompedora, emocionante, sensacional de Sofia Loren, Ava Gardner o Anita Ekberg. En un documental, Velio Cioni, uno de los colegas de Secchiaroli, muestra algunos de los dispositivos ideados para robar escenas ins¨®litas: un libro ahuecado que permit¨ªa hacer fotos con disimulo mientras se paseaba, una faja para ocultar la c¨¢mara en la cintura... Aliadas fueron tambi¨¦n las vespas, claro, y los descapotables que favorec¨ªan disparos sobre la marcha.

De los cincuenta son tambi¨¦n los primeros choques violentos entre perseguidos y perseguidores. En la exposici¨®n se puede ver a Tazio Secchiaroli esquivando la agresi¨®n del actor Walter Chiari. Ning¨²n derechazo supera, sin embargo, al propinado por Sean Penn a un fot¨®grafo en 1986. Ron Galella (Nueva York, 1931) estaba all¨ª y dispar¨®. Tal vez, con la venganza d¨¢ndole temple, teniendo en cuenta que el actor es una de sus bestias negras. Lean el pie de Galella que acompa?¨® una foto de 1985: "Sin duda, Sean Penn consigue el voto de los paparazzi de Gilipollas del A?o. Cubre su no-tan-famosa cabeza mientras camina hacia su apartamento con Madonna". Marlon Brando es su otro divo predilecto. En 1973, el actor le rompi¨® la mand¨ªbula y le hizo saltar cinco dientes en Chinatown. Desde entonces, cada vez que el fot¨®grafo preve¨ªa encontr¨¢rselo se proteg¨ªa con un casco de rugby. El historial de Galella es jugoso: por unas espont¨¢neas fotos de Jackie Onassis no recibi¨® un pu?etazo, pero s¨ª una orden de alejamiento. El mundo de los paparazzi cautiv¨® a Helmut Newton desde que vio La dolce vita. El fot¨®grafo alquil¨® a varios para algunos trabajos de moda en 1970, a quienes pidi¨® que se comportasen con las modelos como cualquier famosa. Algunas de esas im¨¢genes se pueden ver en esta muestra. Hay una que sobresale: la modelo oculta su rostro con agobio ante la mara?a de c¨¢maras. Es una reacci¨®n simulada que repiten seres reales en la exposici¨®n: Woody Allen y Mia Farrow que se abrazan para hurtar sus rostros en el retrato que confirm¨® su romance; en Marlene Dietricht en un avi¨®n o en Greta Garbo en su ¨²ltima foto.

La mayor¨ªa de las 350 im¨¢genes expuestas fueron tomadas desde la distancia o con la ignorancia del objetivo (en definitiva, robadas casi todas), a excepci¨®n de las captadas por Jean Pigozzi (Par¨ªs, 1952). Pero Pigozzi no es propiamente un paparazzo. Hijo del fundador de la f¨¢brica automovil¨ªstica Simca, hombre de negocios y estudiado playboy, Pigozzi ofrece una colecci¨®n de retratos de celebridades, que tambi¨¦n son amigos o colegas de farra: Mick Jagger, Jerry Hall, Carla Bruni, Lenny Kravitz, Truman Capote, Clint Eastwood o Andy Warhol. En esta selecci¨®n s¨®lo hay triunfadores por m¨¦ritos propios. Con la excepci¨®n de dos fotos de Paris Hilton, los retratos consolidan un mundo de estrellas. Ya est¨¦n en topless como Brigitte Bardot, en pelotas como Agnelli, en toalla como Ava Gardner, en momento pasional como Romy Schneider, los personajes no pierden una pizca de su aureola m¨ªtica. Quiz¨¢s porque las im¨¢genes pertenecen a la ¨¦poca en la que los paparazzi eran legendarios. Hoy, lamenta Matthias Harder, "son temidos". Habr¨¢ que ver si en unas d¨¦cadas, temidas fotos de hoy se convierten en arte.