Vuelve la peor obra de teatro
Un nuevo montaje redime a 'Moose Murders', el mayor fracaso de Broadway
Arthur Bicknell a¨²n recuerda ese d¨ªa de 1983. La noche en que celebraba el estreno de su obra de teatro en el teatro Eugene O'Neill de Nueva York y parec¨ªa rozar la c¨²spide de su carrera. Todo cambi¨® poco antes de medianoche, al llegar las primeras cr¨ªticas. Los invitados comenzaron a irse, y a Bicknell no le permit¨ªan leerlas. No se enter¨® del veredicto hasta que pregunt¨® a uno de sus amigos m¨¢s cercanos. Le dijo dos palabras: "Las peores". No hubo una segunda funci¨®n. As¨ª naci¨® el mito de Moose Murders, el mayor fracaso en la historia de Broadway.
Decir que las cr¨ªticas eran desfavorables es valerse de un eufemismo. "Insultar¨ªa la inteligencia de un p¨²blico formado por amebas" (The New Yorker). "Si su nombre es Arthur Bicknell, c¨¢mbieselo" (CBS). "Moose Murders parece estar dirigida por un hombre constantemente golpeado en la ingle" (The New York Magazine). Frank Rich, entonces cr¨ªtico de teatro de The New York Times, la calific¨® como "la peor obra que he visto en Broadway".
La historia, una "farsa de misterio" seg¨²n el autor, narra las aventuras de un grupo de personas que, atrapado en una casa en la monta?a, vive una serie de asesinatos. Una de las secuencias m¨¢s memorables muestra a una momia atada a una silla de ruedas, que se levanta para golpear en la ingle a un hombre disfrazado de alce.
?C¨®mo sobrevive un escritor joven a un fracaso de tal magnitud? "No fue una experiencia feliz, pero tampoco una cat¨¢strofe", recuerda Bicknell, ahora de 57 a?os, en entrevista telef¨®nica. "Fue una ¨¦poca dura y una experiencia que cambi¨® mi vida, pero con el tiempo pude hacer las paces con ello. Ten¨ªa 32 a?os, ?era un beb¨¦!". Su vida despu¨¦s de Moose Murders lo llev¨® a la publicidad, el ¨¢rea de la que es director en la editorial Merriam-Webster, en Springfield, Massachusetts. "Y justo cuando hab¨ªan pasado 25 a?os de aquella noche y pensaba que lo que quedaba de aquel d¨ªa hab¨ªa desaparecido, me enter¨¦ de lo que estaba haciendo John".
John es John Borek, un artista conceptual de Rochester, Nueva York. Al escuchar la historia del fracaso legendario, y sin haber tenido contacto anterior con Bicknell, se empe?¨® en "redimir la memoria de Moose Murders". "Hay distintas formas de arte, y pens¨¦ que la obra merec¨ªa una oportunidad", explica por tel¨¦fono. "Mi meta era limpiar la reputaci¨®n de un artista y lograr que la obra consiguiese su objetivo, que es que la gente lo pase bien".
Para devolver al p¨²blico Moose Murders, Borek mont¨® una singular -y heterodoxa- "compa?¨ªa de teatro". El reparto lo formaron nueve personas sin experiencia previa (el papel de la enfermera Dagmar, de origen escandinavo, es interpretado por la espa?ola Mar¨ªa C¨®rdoba, de 25 a?os). La escenograf¨ªa la consigui¨® entre amigos. "Mi idea era montar la obra sin solemnidad, con sentido del humor".
El estreno fue el d¨ªa que se cumplieron 25 a?os de aquella noche aciaga, el 22 de febrero de 2008. La respuesta del p¨²blico fue tan contundente como sorpresiva. "La gente entendi¨® lo que hac¨ªamos, y les encant¨®".
La obra, montada en un foro de arte independiente de Rochester -"no precisamente el escenario m¨¢s importante del mundo", se?ala Borek con sarcasmo-, gan¨® notoriedad. Los mismos medios que la destruyeron en 1983 recogieron con gracia la "resurrecci¨®n" de la obra, convertida ahora en una leyenda en los escenarios neoyorquinos. Y la atenci¨®n deriv¨® en el regreso a Broadway de Moose Murders, que se present¨® este fin de semana en dos ¨²nicas funciones -las dos gratuitas- en Nueva York, que agotaron entradas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.