"Tu hijo Gueorgi est¨¢ muerto aqu¨ª, en una calle de Tsjinvali"

"Matar a kosovares es un genocidio, pero matar a osetios no lo es", afirmaba el pintor abstracto Ushang Koz¨¢iev, de 56 a?os, uno de los osetios del Norte que participaron en la defensa de Tsjinvali. Como muchos otros de sus conciudadanos, Koz¨¢iev lanza una andanada de reproches a los medios de comunicaci¨®n occidentales y les acusa de mentir en su cobertura del conflicto de Osetia del Sur.

?l tambi¨¦n est¨¢ convencido de que Georgia ha sido "empujada" a la guerra por la OTAN, cuyo fin es "instalar misiles apuntando hacia Rusia".

"Matar a kosovares es un genocidio, pero matar a osetios no", se queja Koz¨¢iev

Dzhioev pas¨® seis noches en un s¨®tano de la calle Stalin, en Tsjinvali

Las cr¨ªticas a la informaci¨®n occidental, reinterpretada y comentada por las cadenas de televisi¨®n rusas, contrasta con la buena acogida que ¨¦sta encontr¨® entre los osetios durante la cobertura del secuestro de la escuela de la vecina Besl¨¢n, el 1 de septiembre de 2004.

En su taller de Vladikavkaz, Koz¨¢iev, que tiene otra residencia en Tsjinvali, se repon¨ªa de las jornadas vividas desde que en la noche del 7 al 8 de agosto se march¨® a Osetia del Sur para luchar contra los georgianos. El ambiente inicial de aquella velada fue de distensi¨®n, despu¨¦s de que el presidente Saakashvili hubiera tranquilizado los ¨¢nimos. Lo que vino despu¨¦s fue un ataque masivo con carros de combate, aviones y armamento muy sofisticado, afirma.

El pintor asegura que los georgianos, adem¨¢s de llevar fusiles de precisi¨®n austriacos y equipo norteamericano, ten¨ªan tambi¨¦n veh¨ªculos todoterreno de una marca muy cara, en los que suelen circular los guardaespaldas de los oligarcas pos-sovi¨¦ticos.

Koz¨¢iev dijo haber comprobado en persona el equipo de los georgianos en Tsjinvali, concretamente en el cruce de la calle Octubre con la calle Mosc¨², donde hab¨ªa "dos tanques carbonizados y cinco o seis georgianos muertos". "Los cubrimos con una lona porque nos daba pena verlos all¨ª en medio de la calle sin que nadie se los llevara". "Los cad¨¢veres ten¨ªan unos tel¨¦fonos muy modernos. Y uno de ellos son¨® cuando est¨¢bamos all¨ª. Era una mujer que hablaba en georgiano y que preguntaba d¨®nde estaba Gueorgi, su hijo". "Est¨¢ muerto aqu¨ª, en la calle de Tsjinvali", fue la respuesta que oy¨® la mujer. Al otro lado del hilo, la voz se convirti¨® en gemido. "La mujer, que era medio georgiana y medio osetia, dijo que su hijo era un reservista y que se lo hab¨ªan llevado para asustar un poco a los osetios".

Mientras los cad¨¢veres georgianos segu¨ªan esparcidos en el campo de batalla, los osetios enterraban a los suyos. "Ni un solo muerto ha sido sepultado en los cementerios, porque ¨¦stos son tiroteados. La gente los entierra en sus huertos y jardines", afirmaba el pintor. Esta pr¨¢ctica exist¨ªa ya durante la guerra de 1991 y entonces los cad¨¢veres fueron sepultados incluso en los patios de las escuelas, donde siguen todav¨ªa.

Koz¨¢iev volvi¨® a Vladikavkaz el domingo por la noche y s¨®lo entonces, dijo, qued¨® desbloqueada la carretera principal que une Tsjinvali con Osetia del Norte. El problema principal de esa ruta son los cuatro pueblos georgianos por los que pasa. Para evitarla, los osetios construyeron una desviaci¨®n, que tambi¨¦n ha sido tiroteada desde otros pueblos georgianos vecinos. Koz¨¢iev planeaba ayer volver a Tsjinvali para ayudar a los que se han quedado all¨ª, entre ellos su hermano, pero aseguraba que la situaci¨®n no estaba tranquila todav¨ªa y que a¨²n hab¨ªa focos de resistencia en los alrededores. Con todo, estaba convencido de que "si Europa y Am¨¦rica no ayudan a los georgianos, la guerra se acabar¨¢".

Ayer todav¨ªa llegaban refugiados a Osetia del Norte. Su n¨²mero se calcula en unos 30.000 en total, de los cuales unos 15.000 han sido distribuidos por otras rep¨²blicas del norte del C¨¢ucaso. Entre los llegados por la ma?ana estaba Konstantin Dzhioev, de 56 a?os, que dec¨ªa haber pasado seis noches en un s¨®tano de la calle Stalin, donde a¨²n permanec¨ªa su esposa. Dzhioev logr¨® llegar a la estaci¨®n de autobuses el domingo por la noche y all¨ª subirse en un autob¨²s que participaba en la evacuaci¨®n.

En la ruta hacia el norte, el convoy de refugiados tuvo que pararse durante varias horas en las cercan¨ªas de Dzhava para que pudieran pasar los veh¨ªculos militares que circulaban hacia el sur. "Pasaban y pasaban y a nosotros no nos dejaban pasar". Dzhioev era ayer uno de los 80 refugiados que recib¨ªan comida y techo en la escuela n¨²mero 22 de Vladikavkaz.