El Cid reconquista el norte
Manuel Jes¨²s, El Cid, por m¨¦ritos propios encaramado al primer puesto del escalaf¨®n del toreo, computando ¨²nicamente la participaci¨®n en plazas de primera categor¨ªa, demostr¨® ante el ejemplar que cerr¨® turno, de un noble y manejable encierro de Valdefresno, el poder¨ªo de su mano izquierda con la que enjaret¨® naturales profundos y de calidad.
Toro con fijeza, no manifest¨® su calidad y profundidad en la embestida hasta el inicio de la faena de muleta. La gran virtud del diestro estrib¨® en dotar a la obra de ligaz¨®n ganando pasos al animal a la salida de cada muletazo, lo que era necesario por su tendencia a rajarse.
Inteligente reducci¨®n del metraje ante la constancia de que el toro iba a rajarse, y desplantes llenos de torer¨ªa para finalizar. Teniendo en cuenta la innata facilidad del torero para dilapidar ¨¦xitos con la tizona -hay quien dice que por su mal uso no ha perdido un cortijo, sino med¨ªa provincia de Badajoz-, culmin¨® su actuaci¨®n con una estocada trasera efectista y fulminante, lo que le permiti¨® cortar un ap¨¦ndice.
La afici¨®n de Illumbe le dedic¨® a Julio Aparicio una bronca un¨¢nime
En su primera comparecencia, y tras dos briosos pares de Alcalareno, elev¨®, por primera vez en lo que va de ciclo, la temperatura de los tendidos de Illumbe en dos poderos¨ªsimas series por la diestra impuestas a un burel de nobleza supina, con prontitud, fijeza y recorrido. La lidia fue planteada por la v¨ªa de adelantar la muleta que quedaba planchada en el hocico y en coser la embestida en una constante demostraci¨®n de temple.
En el toreo al natural baj¨® el diapas¨®n de la faena, mitad por que al animal se le termin¨® la gasolina mitad por que el de Salteras no lo ve¨ªa tan claro. Nuevo pinchazo que precedi¨® a una estocada que, con el respetable a favor de obra, le hizo cortar una oreja.
El deambular de Julio Aparicio en la arena donostiarra requiere un an¨¢lisis m¨¢s sosegado que el que pudiera realizarse si nos limitamos a lo visto ayer. El madrile?o, que resurgi¨® el a?o pasado de las catacumbas de la profesi¨®n, es un diestro tan lleno de torer¨ªa como ab¨²lico y complicado en su car¨¢cter, a lo que se unen sus limitaciones f¨ªsicas, patentes en su comparecencia.
Si a eso a?adimos que entre sus virtudes ni antes ni ahora ha estado taparse, se puede llegar a entender, que no a justificar, la bronca un¨¢nime que recibi¨® en su doble turno. En el primero, toro de baja nota, pero sentenciado por Aparicio desde que le viera el aire, tras su salida de chiqueros cuando, tal y como ocurr¨ªa anta?o, su gran pe¨®n de brega, Vicente Yesteras, parase el toro, y en el segundo, cuando tras un vistoso tercio de quites parec¨ªa que despu¨¦s de un desmayado inicio de faena pod¨ªa ser y en la siguiente serie se demostr¨® que tampoco esta vez era.
Ahora bien, debe reconocerse que durante el quite a su segundo oponente detuvo el tiempo en cuatro mecidas ver¨®nicas tan largas que en cada una de ellas se pod¨ªa bajar a La Concha para presenciar ¨ªntegramente la exhibici¨®n de fuegos artificiales. Por inusual debe resaltarse que el mano a mano propici¨® una buena tarde de toreo de capa. Mecidas ver¨®nicas de El Cid en sus dos comparecencias, y tercios de quites con aparente competencia.
Al tratarse de festejo mixto, tambi¨¦n particip¨®, el rejoneador estell¨¦s Pablo Hermoso de Mendoza, que obtuvo un trofeo de su segundo oponente de la ganader¨ªa gaditana de Ferm¨ªn Bohorquez, con m¨¢s movilidad y mejor son que el hermano que le precedi¨®. En los lomos de Fusilero y Pirata realiz¨® una nueva exhibici¨®n de doma, conexi¨®n con los tendidos y pares al quiebro que finiquit¨® de rej¨®n trasero de dilatado efecto, pero suficiente para alcanzar el objetivo. Ante su primer oponente no cont¨® con posibilidades de ¨¦xito, dada la poca movilidad y falta de codicia que mostr¨® el astado.
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