Las casas de acogida rechazan a las mujeres maltratadas con adicciones
Cientos de v¨ªctimas no reciben el tratamiento adecuado para escapar de la violencia
Seguramente nunca pens¨® que alejarse de su maltratador ser¨ªa tan complicado. Raquel (nombre ficticio) denunci¨® a su pareja que, pese a todo, segu¨ªa persigui¨¦ndola. Cuando intent¨® pedir ayuda en un centro de acogida se encontr¨® con las puertas cerradas. Raquel no era una v¨ªctima de violencia de gen¨¦ro como las dem¨¢s, ella sufr¨ªa tambi¨¦n adicci¨®n a las drogas. "Tuvimos que acogerla en nuestros pisos", cuenta una trabajadora social de un centro para drogodependencias de Vigo. "Pero no est¨¢n adaptados para ellas, en las salidas ten¨ªa miedo de que ¨¦l la siguiera". Las viviendas para mujeres maltratadas excluyen a las personas con adicciones en la mayor¨ªa de las comunidades aut¨®nomas, por carecer de medios para evitar posibles problemas de convivencia.
M¨¢s de la mitad de las drogodependientes sufre malos tratos
Pese a las normas, algunas encuentran refugio en hogares sin medios
La falta de recursos especializados las deriva a los centros de tratamiento de drogodependencias habituales, donde pueden llegar a compartir terapia con hombres que precisamente tienen problemas para controlar la violencia. En este entorno, no encuentran soluci¨®n a sus problemas de dependencia emocional, abusos o autoestima. Con el riesgo a?adido de acabar cayendo en nuevas relaciones tormentosas.
?C¨®mo conciliar la atenci¨®n a este colectivo con los intereses de otras personas necesitadas de ayuda? El problema es complejo y pese a su invisibilidad, no tiene una dimensi¨®n menor. Un estudio realizado por la Asociaci¨®n de Entidades de Centros de D¨ªa de Dependencias (ASECEDI) concluy¨® que un 53% de las mujeres que acud¨ªan a terapia de rehabilitaci¨®n eran maltratadas por sus parejas. Esto se traduce en cientos de mujeres al a?o. El perfil es el de una chica joven, con nivel de estudios medio-bajo y una situaci¨®n econ¨®mica algo precaria; en muchos casos, con episodios de abusos en la infancia. La acumulaci¨®n de todos estos problemas puede desembocar en una personalidad dependiente, tanto a las sustancias como a eventuales parejas, que a menudo tambi¨¦n son consumidores. Seg¨²n una investigaci¨®n que Proyecto Hombre present¨® en el ¨²ltimo Congreso Nacional de Psiquiatr¨ªa, un 73% de las mujeres drogodependientes ha continuado relaciones afectivas aunque ¨¦stas hayan sido violentas.
Atrapadas en un problema doble, se encuentran adem¨¢s con grandes dificultades para acceder a una casa de acogida, en medio de la complejidad normativa de los distintos centros. "Tienen que estar deshabituadas o sometidas a tratamiento con compromiso expl¨ªcito de abandono", dicen en Asturias. "Si es un consumo grave no puede entrar inmediatamente", en Catalu?a. "No pueden ingresar ni con adicciones ni con trastornos psicol¨®gicos", se?alan en Valencia. Andaluc¨ªa se desmarc¨® de la regla general regulando a finales de 2007 la entrada preferente para este colectivo.
"Los recursos as¨ª establecidos son una barrera para estas mujeres", opina Claudia Paolini, psic¨®loga de un equipo de acogida para mujeres maltratadas de Zaragoza. Son competencia de las comunidades aut¨®nomas o de los propios municipios, y los requisitos de entrada se concretan en cada centro.
La mayor¨ªa no tiene personal sanitario ni especializado en adicciones, por lo que no las admiten para evitar conflictos en la convivencia. "A veces no podemos ayudarlas. Les atendemos parcialmente, mediante apoyo psicol¨®gico", cuenta Paolini, "pero normalmente se autoexcluyen de la terapia porque el otro problema les absorbe".
Ese "otro problema" las conduce a centros de tratamiento de drogodependencias. All¨ª, en los grupos mixtos, "el porcentaje de participaci¨®n de mujeres es m¨ªnimo" seg¨²n las conclusiones de un grupo de trabajo del Plan Nacional sobre Drogas que analiz¨® esta situaci¨®n en 2006. Las mujeres, que acarrean su propio problema de maltrato familiar, en ocasiones llegan a unirse sentimentalmente a hombres que han sido violentos con sus parejas, como recuerda la psic¨®loga Paolini de alguna de sus experiencias.
Las pol¨ªticas para drogodependencias se han definido tradicionalmente tomando a los hombres como patr¨®n universal, tal y como reconoc¨ªa el Ministerio de Sanidad ya a finales de 2006, y no suelen prestar atenci¨®n a las particularidades del g¨¦nero femenino (maltrato, maternidad, alimentaci¨®n). Por eso se estableci¨® la necesidad de aumentar los recursos sociales para las mujeres drogodependientes, que permitan un "abordaje integral" de su problema.
En la pr¨¢ctica, esto ha quedado en manos de la voluntad de quienes trabajan con ellas. La falta de especializaci¨®n provoca que en determinados centros de acogida, pese a todo, se siga atendiendo a mujeres maltratadas con problemas a?adidos de alcoholismo, toxicoman¨ªas o deficiencias ps¨ªquicas. "Llegaba muchas veces borracha..." As¨ª empieza la historia en muchos de estos centros, aunque se comenta con recelo y precauciones; es un tema tab¨². Pese a los repetidos compromisos de abandonar la bebida, los tr¨¢mites burocr¨¢ticos para tramitar una expulsi¨®n pueden alargar estas situaciones demasiado, y quedan en manos de trabajadores sociales que las atienden como pueden, sin ayuda de m¨¦dicos que controlen los tratamientos.
"No estamos preparadas para trabajar con estas personas", cuenta una trabajadora que se enfrenta con estos problemas a diario. "A veces incluso beben en el centro". La situaci¨®n se vuelve complicada entonces, empezando por no realizar las tareas y descuidar la higiene y llegando a buscar la confrontaci¨®n directa con otras internas. Expulsarlas supone un riesgo importante, ya que pueden quedar indefensas frente a su agresor. "Lo ¨²nico que podemos hacer es derivarlas a recursos especializados o a centros de salud, pero tambi¨¦n depende de su voluntad", concluye con impotencia la trabajadora, que prefiere no dar su nombre.
"Hay que tener en cuenta esta realidad", opina Juan Carlos Oria, director del Centro de D¨ªa Zur¨ªa para drogodependientes de Navarra, que particip¨® en el estudio de ASECEDI. "No se puede cerrar los ojos s¨®lo porque se sabe que estas personas no van a protestar". La soluci¨®n pasa, seg¨²n este profesional, por adaptar los recursos ya existentes para afrontar esta situaci¨®n particularmente compleja.
El Ministerio de Sanidad, que subvencion¨® esta investigaci¨®n a trav¨¦s del Plan Nacional sobre Drogas, abord¨® la situaci¨®n a la vista de los resultados (la elevada tasa de violencia sufrida por las mujeres que participan en terapias de deshabituaci¨®n). Tras una serie de conclusiones como la de "aumentar los recursos sociales espec¨ªficos para mujeres con drogodependencias", en la pr¨¢ctica se ha limitado a situar al colectivo femenino como prioridad para las ayudas a la drogodependencia, seg¨²n explica el Subdirector General Jos¨¦ O?orbe. Tampoco aqu¨ª hay una tendencia a crear unidades espec¨ªficas de tratamiento de adicciones para v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero.
Adicci¨®n y maltrato
- Violencia. El 53% de las mujeres con adicciones ha sufrido malos tratos por parte de sus parejas.
- Resignaci¨®n. Un 40% de las v¨ªctimas quita importancia a las agresiones sufridas.
- Denuncia. Un 34% se ha echado atr¨¢s en la decisi¨®n de abandonar o denunciar al agresor.
- Dependencia. Un 31% no tiene autonom¨ªa econ¨®mica.
- Abusos. Un 28% de estas mujeres se sienten forzadas a tener relaciones sexuales.
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