"I?aki fue generoso hasta para morir "
Lo m¨¢s alto que ha subido Jorge Nagore son 2.000 metros, una broma al lado de las 15 cimas de ochomiles que holl¨® I?aki Ochoa de Olza antes de morir en el Annapurna en mayo. No es monta?ero, pero le un¨ªa a I?aki una misma filosof¨ªa, irreverente y desde?osa, ante las palmaditas en la espalda. En eso se cimentaba su amistad, en eso y en Bob Dylan, una de las pocas cosas en las que un descre¨ªdo se permite confiar hoy.
Se conocieron en 1997, cuando Jorge trabajaba en la secci¨®n de deportes del Diario Noticias de su Pamplona natal. A I?aki, el alpinista, le gustaba leer y escribir; a Jorge, el periodista, la monta?a, as¨ª que pronto hicieron migas. Hablaron por ¨²ltima vez el domingo 18 de mayo. I?aki le llam¨® desde el Himalaya: "?C¨®mo qued¨® el Osasuna?", pregunt¨®. El lunes le fulmin¨® sobre la nieve un edema cerebral. S¨®lo le acompa?aba el rumano Horia Colibasanu. Comenzaba una complicada operaci¨®n de rescate con otros 13 escaladores de ¨¦lite trepando en una desesperada contrarreloj para llevar ox¨ªgeno al cerebro del espa?ol antes de que se apagara.
"Los 14 monta?eros que participaron en el salvamento son aut¨¦nticos h¨¦roes"
La agon¨ªa de I?aki Ochoa de Olza dur¨® seis d¨ªas. Su rescate reuni¨® a 14 grandes alpinistas en una operaci¨®n casi suicida
Desde la sede del Diario de Navarra, un n¨²cleo de seis amigos y familiares coordin¨® los puntos m¨¢s oscuros del rescate: alquiler de helic¨®pteros, gestiones con las telef¨®nicas... "Los aut¨¦nticos h¨¦roes fueron los que estaban arriba", aclara Jorge, temeroso de que se le intente colgar alguna medalla. "H¨¦roes porque lo dif¨ªcil es enfrentarse a peligros as¨ª despu¨¦s de pens¨¢rselo". Peligros enormes: aludes, grietas de kil¨®metros de profundidad y desprendimientos de moles de hielo "de este tama?o", dice Jorge se?alando un edificio de tres plantas.
El descreimiento se rinde a veces a la admiraci¨®n: "Hasta para morir fue generoso I?aki. Se fue y nos dej¨® un espect¨¢culo de grandeza humana". Jorge enumera haza?as de aquellos d¨ªas: la subida a tumba abierta del austriaco Ueli Steck, el kazajo Urubko lanz¨¢ndose a la monta?a con una bombona de ox¨ªgeno que lleg¨® cuatro horas despu¨¦s del fallecimiento de I?aki...
El himalayista pamplon¨¦s era amigo de los suyos, en parte a eso obedeci¨® la presteza de sus rescatadores. El resto s¨®lo lo explica la aleaci¨®n especial con la que est¨¢n fabricadas ciertas personas. "Recuerdo a un monta?ero polaco que ya hab¨ªa bajado despu¨¦s de coronar", relata Jorge, "le llamamos para que volviera a subir. No conoc¨ªa a I?aki, pero a todo respond¨ªa 'No problem'. Fue muy emotivo".
El viernes 23, I?aki dej¨® de respirar. A los 15 minutos, los voluntarios de Pamplona ya estaban organizando el descenso de los rescatadores. "El vac¨ªo lleg¨® despu¨¦s", explica el amigo. I?aki no regresar¨¢ a Pamplona; su cuerpo se qued¨® en la monta?a para no arriesgar m¨¢s vidas. A veces puede parecer que contin¨²a en una expedici¨®n, pero los d¨ªas pasan y sigue sin v¨¦rsele por la Ciudadela, donde se juntan a entrenar los escaladores. La familia soporta esta ausencia como una m¨¢s de alguien que vivi¨® con intensidad su condici¨®n de "hombre libre". "No cotiz¨® ni un d¨ªa a la Seguridad Social", r¨ªe Jorge.
A I?aki le quedaban muchos proyectos. El primero, publicar un libro, Bajo el cielo de Asia, que ver¨¢ la luz en oto?o y que narra sus aventuras hasta 2004, el a?o en que conquist¨® el K2, una peligrosa sirena que esta semana volvi¨® a devorar m¨¢s de 10 vidas. El segundo, llegar al Everest en bicicleta, subir sin ox¨ªgeno y regresar a Pamplona a pie con la intenci¨®n de recaudar dinero para proyectos de desarrollo en el sureste asi¨¢tico. ?Y m¨¢s tarde? No le gustaba pensarlo, pero Jorge tiene claro que un monta?ero nunca abandona la monta?a. Guarda un ejemplo a flor de piel: Carlos Soria, que en mayo subi¨® los 8.000 metros del Makalu con 70 a?os y sin ox¨ªgeno.
Jorge dibuja con precisi¨®n cada roca del Annapurna. No lo ha pisado pero, como muchos de los que quer¨ªan a I?aki, lo conoce a la perfecci¨®n desde que durante seis d¨ªas su vida se detuvo all¨ª. Los 14 h¨¦roes estar¨¢n en Pamplona en noviembre para recibir la medalla de oro de Navarra al m¨¦rito deportivo. Algunos ya han visitado a la familia Ochoa. Horia, cuya lealtad a I?aki le coloc¨® al borde de la muerte, vol¨® directamente de Nepal a Pamplona. Regres¨® en julio y corri¨® los sanfermines vistiendo una camiseta en honor al monta?ero que duerme en el Himalaya.
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