Bolivia: atisbos de certidumbre
Tras el ¨¦xito cosechado en el refer¨¦ndum del pasado domingo, Evo Morales se enfrenta a la tarea de lograr un pacto nacional de apoyo a la nueva Constituci¨®n e impulsar la creaci¨®n de las autonom¨ªas
C¨®mo explicar Bolivia hoy, en medio de este mare m¨¢gnum y con vistas a un lector europeo? La gran coreograf¨ªa del refer¨¦ndum revocatorio realizado el pasado 10 de agosto, cara en sus costes y llena de malos presagios en su preparaci¨®n, ha confirmado un par de cosas: primero, la vocaci¨®n c¨ªvica y democr¨¢tica de la inmensa mayor¨ªa de los bolivianos que no han regateado su concurso a la hora de expresarse con su voto. Esto nos permite distinguir entre la mayor¨ªa real y las minor¨ªas eficientes que han secuestrado a Bolivia en la locura de bloqueos, manifestaciones, huelgas, ultimatos y confrontaciones aisladas pero violentas, que siguen amenazando con desquiciar a la sociedad.
En segundo lugar, el importante respaldo nacional que tiene el presidente Morales. El Gobierno esperaba entre un 55% y un 60% de voto ratificatorio y la oposici¨®n entre un 51% y un 53%. Evo mostr¨® una fortaleza mayor, gan¨® con alrededor del 63%, con un promedio de entre 75% y 80% en los departamentos andinos y un promedio de casi el 40% de apoyo en los departamentos del oriente y sur de Bolivia.
Morales est¨¢ preso de una fuerte dependencia psicol¨®gica de Fidel Castro y de Hugo Ch¨¢vez
De lo que se trata es de reconocer nuestro brazo ind¨ªgena sin arrancarnos el brazo occidental
Por su parte, las regiones que ganaron en 2006 la autonom¨ªa (sujeta a la aprobaci¨®n de la nueva Constituci¨®n) y que demandan su aplicaci¨®n, ratificaron dos cosas: que los prefectos sometidos al revocatorio fueron ratificados (Pando, Beni, Santa Cruz y Tarija) con promedios de entre el 51% y casi el 70% y que el presidente fue derrotado en gran parte de esas regiones.
En este absurdo juego de suma cero, el presidente obtuvo un gran triunfo y los prefectos opositores obtuvieron un triunfo: el acto electoral no se ti?¨® de violencia. Curiosamente -supongo que v¨ªctima de la euforia de su 63%-, el presidente no arremeti¨® contra sus adversarios, sino que en su discurso de celebraci¨®n les tendi¨® la mano para comenzar un di¨¢logo que "armonice" el texto constitucional con los estatutos auton¨®micos aprobados irregularmente por cuatro departamentos entre mayo y junio de este a?o, teniendo en cuenta que la Constituci¨®n vigente no reconoce la autonom¨ªa como entidad jur¨ªdico-pol¨ªtica del pa¨ªs. La pregunta del mill¨®n es si el talante presidencial durar¨¢ m¨¢s que lo que tardan en quemarse en el cielo los fuegos de artificio.
Bolivia ha reafirmado algo fundamental, que cree en Evo como portador del cambio y que los pol¨ªticos deben aceptar que el presidente no s¨®lo es un factor clave del juego (obviedad que algunos parecen olvidar), sino que ha capturado a m¨¢s del 80% del electorado ind¨ªgena de todo el pa¨ªs que representa por lo menos el 45% de la poblaci¨®n total de la naci¨®n. Tampoco es posible pensar en un escenario futuro sin su respuesta inteligente y positiva a las demandas de autonom¨ªa que llegaron para quedarse.
?Secesi¨®n? ?Un pa¨ªs dividido al estilo de los Balcanes? ?Una guerra civil? Ninguna de esas hip¨®tesis es v¨¢lida. Hay que descartar estos escenarios del imaginario internacional. La raz¨®n es muy simple: el 95% de los bolivianos quiere un pa¨ªs unido y un futuro compartido; el 80% quiere di¨¢logo, y, adem¨¢s, no hay ning¨²n dato que permita presumir la existencia de sectores armados con capacidad de iniciar una conflagraci¨®n nacional. Para no mencionar lo m¨¢s evidente, la inviabilidad econ¨®mica, pol¨ªtica y social de cualquier proyecto divisionista de encarar el futuro con posibilidades y la voluntad expresa de Am¨¦rica del Sur de que algo as¨ª no suceda. Bolivia es geogr¨¢ficamente el coraz¨®n de Suram¨¦rica, y una crisis de esa magnitud afectar¨ªa a la estabilidad continental.
?Qu¨¦ queda entonces? Aprovechar los categ¨®ricos resultados del refer¨¦ndum para replantear la l¨®gica de los contendientes. Recuperar la institucionalidad con el nombramiento del Tribunal Constitucional (descabezado por el presidente en 2007) y una Nueva Corte Electoral. Negociar el texto constitucional aprobado exclusivamente por el MAS (el partido del presidente) para recuperar su filosof¨ªa de inclusi¨®n y b¨²squeda de equidad, pero peligrosamente cargada de una visi¨®n ¨¦tnico-cultural que desconoce la existencia de la Rep¨²blica y la sustituye por un Estado de 37 naciones (m¨¢s de 20 de ellas con menos de 500 miembros). Niega el pasado colonial y republicano como referente de nuestra identidad colectiva y no establece con claridad las caracter¨ªsticas de la leg¨ªtima inclusi¨®n de los usos y costumbres de la justicia denominada comunitaria y de las autonom¨ªas ind¨ªgenas.
Es indispensable hacer comprender a los ide¨®logos del MAS que el plus ind¨ªgena rompe la idea de "un ciudadano, un voto", cuestiona la libertad y la conciencia individual como elementos constitutivos del pacto social y asume que los porcentajes de sangre ind¨ªgena dan a unos m¨¢s legitimidad que a otros. Repetir la historia de la discriminaci¨®n no parece la mejor f¨®rmula para resolver el racismo. De lo que se trata es de reconocer nuestro brazo ind¨ªgena sin arrancarnos el brazo occidental. Para ello hay que revisar varios de los pilares de un texto, que al integrar la deseable idea de comunitarismo y de reciprocidad andina corta lazos con principios universales que siguen siendo centrales en una concepci¨®n justa de democracia.
Evo, reforzado otra vez por el voto, debe corregir su error principal, negar las autonom¨ªas. Aceptarlas implica su inclusi¨®n en la nueva Constituci¨®n, no de modo tramposo como est¨¢n hoy contempladas, sino sin regateos y con sentido de cesi¨®n de competencias del poder central a los poderes locales, y, adem¨¢s, coordinar la existencia de las autonom¨ªas departamentales con las autonom¨ªas ind¨ªgenas y municipales. Las regiones deben entender a su vez que la autonom¨ªa plena no puede quitarle al Gobierno central temas como relaciones exteriores, fuerzas armadas y polic¨ªa, recursos naturales y manejo de la tierra, entre las cuestiones cruciales. Autonom¨ªa quiere decir tambi¨¦n solidaridad y compensaci¨®n de los departamentos m¨¢s ricos a los departamentos m¨¢s pobres y finalmente, competencias claras y racionales en el tema de recaudaci¨®n y distribuci¨®n de los recursos provenientes de los impuestos.
Evo es un s¨ªmbolo y marca en la historia reciente de Bolivia un antes y un despu¨¦s, pero eso no debe llevarlo a confundir revoluci¨®n con democracia y creer que el pacto del pa¨ªs se puede trabajar sobre la imposici¨®n de una hegemon¨ªa. Eso lo obliga de una vez a hacer una gesti¨®n de gobierno adecuada. Su gesti¨®n es mala por la falta de idoneidad de muchos de sus funcionarios, por una ilusi¨®n ingenua de que estatismo es sin¨®nimo de mejor distribuci¨®n de la riqueza y mayor equidad, y que decir no a los procesos "neoliberales" de tratados de libre comercio, sean bilaterales o de bloque, llevar¨¢n al "remate" del pa¨ªs. La err¨¢tica pol¨ªtica energ¨¦tica del Gobierno boliviano (en la que la "nacionalizaci¨®n" fue s¨®lo ret¨®rica) es la prueba m¨¢s contundente de que la consigna puede disfrazar por un tiempo los errores y el mal manejo de pol¨ªticas econ¨®micas, pero la factura ya est¨¢ comenzando a pasarse.
Mientras el "socialismo del siglo XXI" siga siendo una entelequia, Evo corre el riesgo de seguir dilapidando el extraordinario capital hist¨®rico y popular que tiene. Si el discurso es recuperar dignidad, el argumento vale para todos. A Bolivia no le interesan las dignidades parciales y de bandera, le interesa la recuperaci¨®n de una capacidad de autodeterminaci¨®n en el contexto de su m¨ªnimo peso internacional, lo que obliga a un m¨ªnimo de realismo, que vale para Washington y para Caracas.
El problema es que el presidente boliviano est¨¢ preso de una dependencia psicol¨®gica muy fuerte de Fidel Castro y de Hugo Ch¨¢vez, dependencia vinculada a una identidad de ideas (suponiendo que tengamos claro de qu¨¦ ideas estamos hablando), y la inaceptable dependencia econ¨®mica en el uso discrecional de gastos reservados y cheques de bolsillo a bolsillo de Ch¨¢vez a Morales.
Lo que viene es a¨²n complejo y entreverado. Los adversarios siguen atrincherados, pero el refer¨¦ndum ha puesto en su lugar los tama?os y el horizonte de cada cual. El di¨¢logo no s¨®lo es el ¨²nico camino posible, sino que quiz¨¢s hoy sea m¨¢s viable que ayer. De lo que se trata es de hacer posible una Constituci¨®n que sea el pacto social de todos, recuperar el Estado racionalmente y crear nueve autonom¨ªas departamentales. Con eso, que no es poco, los bolivianos nos damos por bien pagados.
Carlos D. Mesa Gisbert es ex presidente de Bolivia.
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