Dos orejas y rabo (no concedido) para Hermoso de Mendoza

En el primer toro de Pablo Hermoso de Mendoza, el caballo estelar fue Silvetti. En banderillas se dej¨® ver, toreando muy cerca del toro. El juego de quiebros pose¨ªa belleza y emoci¨®n. Mas tuvo que salir el quinto de la tarde, el mejor y ¨²nico buen toro de la corrida, para dejar paso a Chenel. Y este excelente caballo realiz¨® hermos¨ªsimos quiebros. Estuvo primoroso en banderillas; en las salidas toreaba como si el caballo fuera un fe¨¦rico capote grande o una muleta inmensa de carne y hueso. Luego sali¨® Fusilero, con sus cabriolas, para dejar que el caballero clavara las banderillas delante de la cara del toro. Pirata remat¨® la faena con tres banderillas de las cortas y un rej¨®n en lo alto. Dije el caballo, pero en rigor, el caballero es el que las pon¨ªa, evidentemente. Como remate, el navarro se luci¨® poniendo la cabeza en el mism¨ªsimo testuz del toro girando en derredor del animal. Ante ello el p¨²blico se convirti¨® en un imaginario y benevolente terr¨®n de az¨²car y pidi¨® las dos orejas y el rabo. Con buen criterio, el presidente rehus¨® conceder el rabo.

De Ferm¨ªn Boh¨®rquez lo ¨²nico destacable de su actuaci¨®n se cifra en un par de banderillas a dos manos y en la ejecuci¨®n de dos rosas en su segundo toro. Ah¨ª s¨ª estuvo torero.

En cuanto a Leonardo Hern¨¢ndez, vale hacer menci¨®n las banderillas cortas realizadas al viol¨ªn en cada uno de sus toros. Estuvo muy poco acertado con los aceros. Es verdad que torear al lado de Hermoso de Mendoza es un handicap muy grande. Pero no es menos verdad que el rejoneador de Estella no quiere, seg¨²n se dice, medirse en plazas importantes con el rejoneador Diego Ventura. ?Esto es cierto? Malo ser¨ªa que lo fuera. Una figura del toreo a caballo, como Hermoso de Mendoza, tiene que demostrar que es el primero en su puesto sin temor a enfrentarse con nadie. Caballos de calidad no le faltan. Es m¨¢s, cualquiera de ellos ser¨ªa capaz de tirar de un carro destartalado y convertirlo en la carroza de Cenicienta.

Esperamos que la azucarada inmadurez del p¨²blico bilba¨ªno que ayer presenci¨® la corrida no se contagie para los d¨ªas sucesivos y venga a pedir orejas sin ton ni son.