Musharraf abandona
La dimisi¨®n del presidente de Pakist¨¢n le salva de un procesamiento seguro del Parlamento
El presidente paquistan¨ª, el ex general Pervez Musharraf, anunci¨® ayer su retirada. La dimisi¨®n estaba cantada una vez que los dos principales grupos de la fr¨¢gil coalici¨®n gobernante -el Partido Popular de Pakist¨¢n (PPP) de la asesinada Benazir Bhutto y la Liga Musulmana del ex primer ministro Nawaz Sharif- amenazaron este mes con abrir en el Parlamento un proceso para su destituci¨®n por violentar la Constituci¨®n y desviar presuntamente fondos de la ayuda norteamericana. El arrogante militar, autor del golpe que le llev¨® al poder en 1999, era un cad¨¢ver pol¨ªtico desde las elecciones legislativas del pasado febrero, ganadas por los herederos de Bhutto en plena conmoci¨®n por el asesinato de su jefa en diciembre ¨²ltimo, y por el partido de Sharif.
Musharraf se ha encontrado al final solo. El Ej¨¦rcito no ha querido interferir en la crisis ni tampoco su gran aliado, el presidente Bush. Estados Unidos consider¨® el eventual procesamiento como un asunto interno. Sin embargo, a nadie -y menos al propio interesado- interesaba que el Parlamento del populoso pa¨ªs musulm¨¢n iniciara ese debate. Las fuerzas armadas se habr¨ªan podido ver tambi¨¦n salpicadas en la investigaci¨®n y eventualmente arrastradas a una en¨¦sima intervenci¨®n en los asuntos pol¨ªticos de una naci¨®n inestable, poseedora, al igual que su vecino rival, India, de la bomba at¨®mica, sin cultura democr¨¢tica, movida por dinast¨ªas feudales y en donde la corrupci¨®n campa en sus 61 a?os de vida.
Musharraf no se caracteriz¨® por ser un gran corrupto e incluso la gesti¨®n econ¨®mica de su gobierno no fue, en general, deficiente. Pese a ello, la econom¨ªa paquistan¨ª pasa actualmente por una de las peores crisis con una inflaci¨®n superior al 25%, lo que ha empobrecido m¨¢s a¨²n a los 165 millones de habitantes y acrecentado la impopularidad del jefe de Estado, a quien hay que reconocerle durante este tiempo una mejora de las relaciones con la India. Fue el gran aliado de EE UU despu¨¦s de los atentados del 11-S en el combate contra Al Qaeda y los talibanes. Sin embargo, el celo vigilante fronterizo ha cedido en un pa¨ªs donde el terrorismo isl¨¢mico contin¨²a siendo un gran caldo de cultivo.
El ex general se equivoc¨® al tener ambiciones pol¨ªticas trufadas con gestos dictatoriales. Quiso mantenerse en el cargo y para ello tuvo que abandonar el uniforme. Pero eso le supuso entrar en guerra abierta con el Tribunal Supremo y los partidos establecidos y cavarse as¨ª su fosa.
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