La fiesta del 'rockabilly'
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Seguramente nunca la sala La Riviera se mostr¨® tan llena una hora antes de un concierto. Y, desde luego, nunca con un p¨²blico tan especial. Tup¨¦s se contaban a pu?ados, pero tambi¨¦n crestas, moteros, tatuajes, chicas con vestidos de los a?os cincuenta... Y ?ngeles del Infierno, unas moles de tipos con sus cazadoras de cuero decoradas con unas intimidatorias inscripciones: "Hell Angels". Caminaban por la sala a su antojo: con semblante rudo y paso firme. Si te empujaban en su af¨¢n por encontrar un buen sitio, de su boca no sal¨ªa un m¨ªsero "perd¨®n".
Algunos hab¨ªan venido hasta de Portugal. Otros aficionados, de un poquito m¨¢s cerca, como Los Bic¨¦falos de Toledo. Todos formaban un horno de lo m¨¢s pintoresco. En medio, Coque Maya (eso s¨ª, sin tup¨¦), cantante de Los Ronaldos, esperaba excitado el inicio del concierto: "Hoy es como si fuera a ver a los Beatles. Para m¨ª, el primer disco de Stray Cats es como el Sgt. Pepper's del rockabilly". Ah¨ª le dejamos a Coque, con su cerveza, su compa?¨ªa femenina y sus bromas: "Ponles bien, ?eh?, pase lo que pase". Y se apagaron las luces.
Stray Cats
Componentes: Brian Setzer, de 49 a?os (guitarra y voz). Slim Jim Phantom, de 47 a?os (bater¨ªa) y Lee Rocker, de 47 a?os (contrabajo). Sala La Riviera, Madrid. Entrada: 44 euros. Lleno (2.500 personas).
Los tup¨¦s, crestas y moteros con tatuajes se contaban a pu?ados
Cuando tu memoria hist¨®rica se queda atascada en alg¨²n lugar del a?o 1956, ocurre que te levantas por la ma?ana y te pasas media hora enderez¨¢ndote el tup¨¦. Muy, pero que muy tieso se exhib¨ªa el rubio pelo de Brian Setzer, cabecilla (nunca mejor dicho) de los legendarios Stray Cats, cuando a las diez en punto sali¨® al escenario de la La Riviera. La cosa pintaba bien: Rumble in Brighton para arrancar y todo el p¨²blico afectado por ese baile de San Vito que le entra a uno al escuchar rockabilly. En el escenario, los tres hist¨®ricos tipejos que hace 30 a?os, y en un grasiento garaje de Long Island (Nueva York), decidieran montar los Gatos Descarriados. Slim Jim Phantom, de 47 a?os, el ¨²nico bater¨ªa que aporrea su instrumento en posici¨®n de pie; Lee Rocker, de 47 a?os, ins¨®lito personaje capaz de caminar sobre su contrabajo sin perder el ritmo ni pegarse el guantazo del siglo, y Brian Setzer, el jefe, maltratando y haciendo gru?ir a su recia guitarra Gretsch de los sesenta.
Dice el tr¨ªo que ¨¦sta es su ¨²ltima gira. No conviene tomarse en serio esta declaraci¨®n: volver¨¢n, seguro. Pero se han tomado la molestia de llevar su apuesta tan lejos como para denominar esta serie de conciertos como Farewell tour (Gira de despedida). Seguramente por ello no se andan con plamplineces y confeccionan un repertorio que, en una hora y media, recoge todo lo que un buen rockabilly debe escuchar antes de morirse sobre el g¨¦nero m¨¢s nervioso del rock.
Lleg¨® el turno de Gene & Eddie, seguramente el tema que mejor capta la esencia del grupo. La canci¨®n arranca combinando la letra de las dos canciones m¨¢s c¨¦lebres de sus ¨ªdolos, Gene Vincent y Eddie Cochran: "Well, be bop a lula she's my baby / well, be bop a lula summertime blues", aull¨® Setzer, y la sala lo celebr¨® entusiasmada. Algunas parejas incluso se hicieron un hueco para bailar a la manera cl¨¢sica.
Al concierto no merece la pena buscarle an¨¢lisis profundos. Este g¨¦nero es tan simple como aprender a jugar a la Wii, y en el escenario estaban los mejores. Da un poco igual que algunas estructuras musicales sean mim¨¦ticas, o que Setzer toque tan bien la guitarra que a veces se extralimite en sus punteos. La fiesta era tal, que hasta a los imperturbables ?ngeles del Infierno se les dibuj¨® una sonrisa que pareciera que llevaban una percha en la boca.
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