El jugador 412 de EE UU
Obviamente, yo nunca jugar¨¦ en el equipo de EE UU. En el momento de escribir estas l¨ªneas, estoy exactamente en el puesto 412 de la lista de espera para jugar. Conozco ese n¨²mero porque, en fin, me lo he inventado. Pero es m¨¢s o menos correcto, 100 arriba, 100 abajo. Parece un n¨²mero enorme, pero no hay que olvidar que hay unos 300 millones de personas en EE UU. El n¨²mero 412? de 300 millones no est¨¢ mal. Antes de que se me conociese por escribir las cr¨®nicas de mis fracasos y ef¨ªmeros ¨¦xitos en el baloncesto, yo era simplemente un buen jugador m¨¢s. Me doy cuenta de que es desmoralizador escribir esto, pero hay que afrontarlo: no regalan los puestos en las plantillas de la NBA. Y ya que estamos, tampoco en la ACB. Llegu¨¦ a formar parte de tres equipos distintos de la NBA, sin la ventaja de ser seleccionado. No es una haza?a f¨¢cil. A pesar de ser relativamente competente en el baloncesto, nunca iba a jugar en el equipo ol¨ªmpico. Sencillamente, hay demasiados estadounidenses que son mejores jugando. No es que est¨¦ triste por no llevar la camiseta de EE UU. Me siento triste por no haber nacido en el pa¨ªs adecuado.
No digo esto porque no me guste vivir en Estados Unidos. Tengo diferencias con muchos de mis compatriotas. En general, los estadounidenses somos gordos y materialistas, y no tenemos ni idea de c¨®mo es el mundo. Pero, como he dicho, somos 300 millones. He encontrado a unas cuantas personas majas entre ellos. Y es verdaderamente agradable vivir aqu¨ª. Claro que tambi¨¦n me gustan ciertos aspectos de la vida en Espa?a, Grecia y Rusia. Bueno, de Rusia no. Pero aqu¨ª en EE UU se est¨¢ c¨®modo. Odio reconocerlo, pero me gusta la comodidad. Esa abundancia humana hace que la carrera ol¨ªmpica sea casi imposible para m¨ª. Pero no ser¨ªa as¨ª, por ejemplo, en Letonia. Si yo fuera let¨®n, ser¨ªa un pilar del equipo nacional. Pero no soy let¨®n. Soy estadounidense.
Por supuesto, podr¨ªamos entrar en una discusi¨®n sobre qu¨¦ es exactamente ser estadounidense. Todos los estadounidenses venimos de alg¨²n otro lugar. Excepto aquellos de nosotros cuyos antepasados sobrevivieron milagrosamente a pesar de los conquistadores y de los fan¨¢ticos religiosos que trataron de exterminarles. Pero incluso los estadounidenses nativos vienen de alg¨²n otro lugar. Mis antepasados proceden de Suecia, Irlanda, Alemania e Inglaterra. Se podr¨ªa argumentar que, por tanto, soy sueco, irland¨¦s, alem¨¢n y/o ingl¨¦s. Yo no soy la persona que fabrica los pasaportes de esos pa¨ªses porque no tengo ninguno de esos pasaportes. Pero me gustar¨ªa. Tengo una propuesta. Ofrezco mis servicios a cualquiera de los cuatro pa¨ªses antes mencionados. Mido 207 cm. Tengo un buen lanzamiento en suspensi¨®n. S¨¦ pasar el bal¨®n. Dicen que s¨¦ jugar en la defensa. ?Qu¨¦ pod¨¦is perder? A excepci¨®n de Alemania, vuestros equipos son (por decirlo con delicadeza, ya que tengo la esperanza de jugar en uno de ellos) terribles.
Y, a¨²n m¨¢s importante, ?qu¨¦ tengo yo que perder? Nunca jugar¨¦ en el equipo estadounidense. ?Por qu¨¦ tengo que verme atado por la geograf¨ªa de mi nacimiento? Yo s¨®lo quiero participar en los Juegos Ol¨ªmpicos. ?Es pedir demasiado? Probablemente. Pero, a pesar de todo... Decidme algo, pa¨ªses del norte de Europa. Estar¨¦ esperando. Pero no tard¨¦is demasiado. Tendr¨¦ 34 a?os en los pr¨®ximos Juegos Ol¨ªmpicos.
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