Un centenario despilfarrado
Atlanta no gan¨® la elecci¨®n de los Juegos de la XXVI Olimpiada. Los perdi¨® Atenas. Hubo sus razones y fueron bastante m¨¢s sutiles que la presunta influencia de Coca-Cola, uno de los patrocinadores m¨¢s fieles del COI, con su sede central en la ciudad estadounidense.
Los miembros del COI, muy dados a la seducci¨®n y a los regalos, quedaron encantados con los picnic ofrecidos por el comit¨¦ organizador al m¨¢s puro estilo Lo que el viento se llev¨®. Detalles as¨ª, tras el ¨¦xito de Los ?ngeles 84, les acabaron de convencer. No confiaban, en cambio, en la capacidad griega para sacar adelante sus instalaciones e infraestructuras y no estaban desencaminados porque a punto estuvo de suceder cuando organizaron los Juegos de 2004. Pero lo que menos les gust¨® fue la falta de tacto de los griegos en el mismo hotel de la elecci¨®n. Llegaron a ofrecer favores sexuales equivocados para los gustos de alg¨²n miembro. Las protestas no salieron de los pasillos, pero todo fue tan burdo, que pas¨® factura en la votaci¨®n.
Las acusaciones de que el poder del dinero hab¨ªa arrollado lo que quedaba de pureza ol¨ªmpica se sucedieron. Los matices de la derrota ateniense no los pod¨ªa decir oficialmente ni siquiera el vilipendiado COI. Al final, quedaba la esperanza de que los Juegos iban a buenas manos. Gran decepci¨®n. En Atlanta los problemas fueron m¨²ltiples e ins¨®litos. Se confirm¨® el peligro de la gesti¨®n privada, incluso en un pa¨ªs poderoso, cuando no hay apoyo estatal ni de la poblaci¨®n. Atlanta no era Los ?ngeles. Los Juegos del Centenario se convirtieron en un despilfarro.
La inform¨¢tica fue anticuada, los transportes, un caos. Las situaciones esperp¨¦nticas se sucedieron. Nunca se hab¨ªa visto que un grupo de periodistas secuestrara un autob¨²s para poder llegar a tiempo a una prueba ante la cerrilidad del conductor que no quer¨ªa salirse del gui¨®n. Los robots americanos confundieron tambi¨¦n seguridad con eficacia. Se hartaron de repetir controles a quienes ya estaban controlados y se olvidaron de vigilar el parque donde una bomba caus¨® un muerto y m¨¢s de un centenar de heridos. Una llamada avis¨® 20 minutos antes, pero no dio tiempo al desalojo. No se hab¨ªa producido una descoordinaci¨®n policial tan lamentable desde la tragedia de M¨²nich 72. Nunca se detuvo al culpable.
El desastre de organizaci¨®n eclips¨® al deporte, algo asombroso. Ni Carl Lewis pudo llegar al rescate con su cuarto t¨ªtulo en longitud, el noveno oro. Michael Johnson gan¨® los 400 y los 200 metros, donde vol¨® con su trote particular en unos siderales 19,32s que acaba de batir Usain Bolt.
Espa?a baj¨® el nivel de medallas, pero mantuvo el impulso de Barcelona. Miguel Indurain uni¨® a su enorme historial el oro en la contrarreloj, con Abraham Olano de plata. El waterpolo liderado por Manel Estiarte alcanz¨® la gloria perdida en Barcelona y Theresa Zabell repiti¨® la de vela, mientras debutaron en lo m¨¢s alto del podio Fernando Le¨®n y el conjunto de r¨ªtmica. Ferm¨ªn Cacho sum¨® otra plata, como el hockey masculino, el yudoka Ernesto P¨¦rez Lobo y otros salvadores habituales con raqueta, como Sergi Bruguera, que s¨®lo cay¨® ante Andre Agassi, y Arantxa S¨¢nchez Vicario, ante Lindsay Davenport, pero que a?adi¨® tambi¨¦n un bronce en dobles, su cuarta medalla en dos Juegos.
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