D?A 23
Contin¨²o realizando el mapa de mi vida, que est¨¢ lleno de regiones inh¨®spitas. Lo hago a ordenador, con el programa de dibujo que me ense?¨® a manejar El Risas el invierno pasado. Parece el mapa de un pa¨ªs inexistente, como el de El Se?or de los Anillos. Acabo de a?adir la regi¨®n del sobrino invisible y plasta, por la que pasa un r¨ªo de l¨¢grimas y mocos, todo mezclado, lleno de cascadas y de r¨¢pidos. Para escapar de esa regi¨®n tienes que atravesar el r¨ªo, lo que a la mayor¨ªa de la gente le da yuyu. Mientras yo levanto el mapa de mi vida, el hombre invisible rellena d¨®cilmente el Cuaderno de Vacaciones Santillana, que creo que pertenece a la misma empresa que EL PA?S, o sea, que los dos trabajamos para el mismo due?o. El mundo tiene dos o tres due?os (cuatro como mucho), y a nosotros nos ha tocado ¨¦ste. A¨²n no s¨¦ qu¨¦ forma darle, por cierto, a la regi¨®n que representa los problemas laborales de mi viejo. Estaba d¨¢ndole vueltas a este tema, o a esta tema, seg¨²n, cuando suena mi m¨®vil. S¨ª, digo. Hola, dice al otro lado mi hermana. Hola, digo yo, y miro al hombre invisible, que no levanta la cabeza del cuaderno. Escribe con un l¨¢piz de los que por un lado tienen mina y por otro, una goma, y se muerde la lengua en un gesto de concentraci¨®n que da pena. Mi hermana dice que c¨®mo veo a su hijo y yo digo que bien, mientras salgo del dormitorio, para que el cr¨ªo no se cosque. ?Pero bien, bien?, insiste. Bien, bien, digo yo, como si le hubieran tocado los ciegos, la Bono Loto y las quinielas, todo al mismo tiempo; nunca lo hab¨ªa visto tan contento, duerme aqu¨ª, conmigo, y te juro que jam¨¢s hab¨ªa visto a un cr¨ªo tan feliz, es lo que tienen las familias funcionales, que funcionan, para eso son, co?o, si no funcionaran ser¨ªan disfuncionales. Mi hermana digiere el mosqueo y me pregunta por los viejos. La vieja, bien, dentro de un orden. El viejo ha dejado de afeitarse y de leer el peri¨®dico. Yo tambi¨¦n estoy pasando el mejor verano de mi vida, a?ado antes de colgar.
Acabo de a?adir al mapa de mi vida la regi¨®n del sobrino invisible y plasta, por la que pasa un r¨ªo de l¨¢grimas y mocos
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