Cuento de verano
En Tormenta de hielo, la pel¨ªcula de Ang Lee, un adolescente que regresa a su casa de vacaciones reflexiona sobre los poderes extra?os de Los Cuatro Fant¨¢sticos y el sentido de sus vidas. ?l mismo apenas comprende algo de la suya. Quiere a sus padres y a su hermana, pero no entiende por qu¨¦ en su casa nada funciona como debiera, ni nadie logra en ella tener la vida que desea. "Estar en la zona negativa significa que se invierten los sucesos diarios. Hasta la Chica Invisible se hace visible, perdiendo as¨ª el ¨²ltimo aspecto de su poder. Creo que todos existimos parcialmente en una zona negativa. Algunos m¨¢s que otros. En la vida, entras y sales de ella. Es donde las cosas no funcionan como deber¨ªan".
El circo era un mundo en el que hasta las cosas m¨¢s imprevisibles y locas eran posibles
Sent¨ªamos la libertad de un pueblo libre y cansado que recorr¨ªa el mundo
La misi¨®n de la poes¨ªa es ayudarnos a salir de la zona negativa, y devolvernos la memoria de nuestras facultades m¨¢s decisivas y misteriosas. Quiz¨¢s por eso, pocos espect¨¢culos hay m¨¢s po¨¦ticos que el circo. Recuerdo que la llegada de uno de ellos paralizaba la vida de la ciudad, y hab¨ªa desfiles en que los artistas recorr¨ªan las calles con elefantes, tigres, caballos y monos. Luego, levantaban su carpa en un lugar cercano. Una tienda circular, cubierta por lonas que sellaban un misterioso interior. Y ¨¦sa era la sensaci¨®n que ten¨ªas cuando por fin pod¨ªas acudir a verlo, la de estar trasponiendo un umbral que te permit¨ªa acceder a otro mundo, un mundo donde, al contrario que en el nuestro, hasta las cosas m¨¢s imprevisibles y locas eran posibles.
Un mundo semejante al del arte, pues tambi¨¦n el arte tiene lugar en esa zona intermedia que hay entre la realidad y los sue?os, la zona en que sit¨²an los juegos de los ni?os y de los amantes. Una zona llena de inesperadas delicadezas e imprevisibles llamadas, pero tambi¨¦n de riesgos sin nombre; donde esplendor y peligro, dicha y angustia, vida y muerte van extra?amente de la mano. Una zona llena de promesas que sin embargo no se tienen por qu¨¦ cumplir. Y recuerdo la conmoci¨®n que causaba en los pueblos peque?os, durante mi infancia, la llegada de esos viajeros de la noche que eran las gentes del circo. Titiriteros y saltimbanquis que encend¨ªan sus fogatas en la plaza, junto a la iglesia, en las noches de verano, y a los que todos ¨ªbamos a ver. Eran gitanos que ven¨ªan del centro de Europa con sus monos, sus m¨²sicas y sus vestidos de colores, y que encandilaban a peque?os y mayores con bailes y acrobacias. Pero con los que hab¨ªa que tener cuidado, pues, al tiempo que de aquel mundo de libertad y gozo, eran portadores de inquietantes historias que hablaban de robos de animales y joyas, raptos de ni?os, que cambiaban por oro en remotos mercados, secuestros de muchachas cuya voluntad doblegaban con el encanto
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