Hamlet en Monte P¨ªo
Hoy, antes, despu¨¦s o casualmente en el mismo momento en que est¨¦ leyendo esto, probablemente se sepa el resultado de la quiniela. El presidente Emilio P¨¦rez Touri?o puede haber convocado elecciones, o no, o ni siquiera ha sacado el tema. Si Touri?o manifiesta hoy que adelanta (o sea, un 1) ser¨¢ por los intereses de Galicia y de los gallegos. Si no (el 2), lo habr¨¢ decidido por las mismas razones. Y si ni siquiera lo contempla (X), es que considera que no ata?e a los intereses generales. Si sale 1 (que adelanta) la opini¨®n, al menos la publicada, dar¨¢ por hecho de que lo han convencido o que ha sido, como dice el viejo eufemismo policial, reducido a la obediencia.
Si es 2 (que no) se dar¨¢ por sentado que el presidente ha logrado, como Ulises, deso¨ªr los cantos de sirena y los pitos de ¨®rdenes. Si el resultado es X, entre la clase pol¨ªtica y los medios habr¨¢n montado un enorme sufl¨¦ informativo, la tortilla de Carcac¨ªa de la historia de la autonom¨ªa, ya rica en r¨¦cords Guinness varios. Al contrario de los agudos y concienzudos an¨¢lisis sobre los resultados de la quiniela que habr¨¢n le¨ªdo en estas p¨¢ginas, e incluso en otras, esta columna se basa en que da lo mismo, o m¨¢s para ser m¨¢s exactos, que tanto tiene.
Una vez desenvainada la campa?a, prolongarla hasta marzo o por ah¨ª ser¨ªa una desmesura
Aunque experto en traves¨ªas dif¨ªciles antes de llegar a su objetivo, Touri?o no es Ulises. Tampoco es Hamlet, ni Monte P¨ªo es el castillo de Elsinor, con fantasmas de antecesores en los torreones y gente escuchando detr¨¢s de las cortinas, pero la duda de su ocupante ha sido de una envergadura similar. Sin embargo, ha sido tan dilatada y tan tra¨ªda y llevada, que sus efectos est¨¢n descontados. Ahora que el adelanto-electoral-o-no ha llegado a ser pr¨¢cticamente una conversaci¨®n de ascensor, cualquier cosa que no sea un despeje inmediato causar¨ªa una conmoci¨®n, sobre todo en las filas socialistas. Ser¨ªa duro para Ismael Rego, por ejemplo, tener a estas alturas que volver cabizbajo a los cuarteles de invierno de la cohabitaci¨®n con el BNG, sobre todo despu¨¦s de hacer oler sangre a Carlos Aymerich o haber logrado exacerbar los instintos de contestaci¨®n de Francisco Jorquera. Y los populares est¨¢n ya tan conmocionados por la jugada que ni siquiera han reparado en la incongruencia de reiterar que existe un bigobierno que no gobierna y no aplaudir la posibilidad de que se quite de en medio cuanto antes. Es decir, una vez desenvainada la campa?a, prolongarla hasta marzo o por ah¨ª ser¨ªa una desmesura.
Otra cosa es la visi¨®n que puedan tener los sujetos pacientes, los ciudadanos. Se sabe m¨¢s o menos que las fechas de caducidad de los alimentos son, mitad y mitad, una estimaci¨®n de conservaci¨®n y una estrategia de venta para que nos apresuremos a consumir los yogures antes de su vencimiento te¨®rico. Pero vemos como una estafa que realmente se estropeen antes de la fecha, y en la tapa pon¨ªa que la Xunta caducaba en junio de 2009, no ocho meses antes. En ning¨²n departamento de quejas argumentar¨ªan que eso ha ocurrido por nuestro inter¨¦s.
Para los que elaboramos gran parte de nuestros c¨®digos de conducta en el cine, en las pel¨ªculas emitidas por televisi¨®n en concreto, un g¨¦nero especialmente formativo era el que llam¨¢bamos "de espadeo". El de espadachines. Entre fintas y estocadas, subir de escaleras y saltar de bancos, siempre hab¨ªa un momento en el que el malo perd¨ªa el arma. El bueno, magn¨¢nimo (o confiado en el guionista), le permit¨ªa recuperarla, a pesar de nuestros gritos de advertencia desde este lado de la pantalla. (Ahora, de adulto, procuro repetir el gesto en el billar, cuando el rival pifia una tacada por falta de tiza). La fecha de convocatoria de elecciones es un arma legal que el Estatuto otorga al presidente. Lo que ya es ¨¦tico o no, incluso elegante o no, es c¨®mo y para qu¨¦ la use. En funci¨®n de qu¨¦ intereses, si de los del ciudadano o de los del fabricante de yogures.
Claro que en las pr¨®ximas elecciones gallegas no hay tanta confianza en que el guionista haya dispuesto un final feliz (Hamlet, por ejemplo, que es de esgrima y de dudas, acaba mal) y lo que est¨¢ en juego es algo m¨¢s que una partida de billar. Pero tambi¨¦n se dilucida si, tal y como se conducen, los buenos son realmente los buenos.
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