El largo y complejo problema del S¨¢hara
Si el Polisario sigue exigiendo un refer¨¦ndum para la independencia, Marruecos lo rechazar¨¢ de nuevo y el Consejo de Seguridad insistir¨¢ en alcanzar una soluci¨®n consensuada. Y nada cambiar¨¢
Escribo esta tribuna como antiguo enviado personal del secretario general de Naciones Unidas para el S¨¢hara Occidental. Fui nombrado inicialmente por Kofi Annan en agosto de 2005, y la quinta pr¨®rroga semianual de mi nombramiento expir¨® el pasado 21 de agosto. La raz¨®n por la que escribo hoy es que me gustar¨ªa aprovechar el breve interludio entre el periodo en el que he tenido que contenerme a la hora de expresar mis opiniones personales porque era el enviado personal del secretario general y el momento, muy pr¨®ximo, en el que mis opiniones personales ya no interesar¨¢n a nadie porque ya no soy el enviado personal del secretario general.
En vista de los 33 a?os que ha durado el contencioso sobre el S¨¢hara Occidental, en ocasiones caigo en la tentaci¨®n de pensar que no he logrado encontrarle una soluci¨®n porque es un problema insoluble. Si me resisto a esa tentaci¨®n es porque contin¨²o creyendo que con voluntad pol¨ªtica s¨ª podr¨ªa resolverse.
En ocasiones pienso que no he logrado una soluci¨®n porque es un problema insoluble
Si el Polisario renunciara a la independencia total, contar¨ªa con un gran apoyo internacional
Mi an¨¢lisis no ha cambiado desde que present¨¦ mi primer informe oral ante el Consejo de Seguridad en enero de 2006. Pensaba que los dos componentes principales que propiciaban el punto muerto al que se hab¨ªa llegado eran la decisi¨®n tomada por Marruecos en abril de 2004 de no aceptar ning¨²n refer¨¦ndum que planteara una posible independencia, y la inquebrantable convicci¨®n del Consejo de Seguridad, en el sentido de que el problema del S¨¢hara Occidental deb¨ªa resolverse gracias a una soluci¨®n consensuada. Yo me centr¨¦ en este ¨²ltimo componente, porque, como apunt¨¦ entonces, si el Consejo hubiera estado dispuesto a imponer una soluci¨®n, mi an¨¢lisis habr¨ªa sido muy diferente. En realidad, la necesidad de llegar a una soluci¨®n consensuada ten¨ªa que ser el punto de partida de todo an¨¢lisis.
Esto me llev¨® a la conclusi¨®n de que s¨®lo hab¨ªa dos opciones: que se prolongara indefinidamente el punto muerto actual o que se iniciaran negociaciones directas entre las partes. En dichas negociaciones habr¨ªa que embarcarse sin condiciones previas, y yo reconoc¨ªa que lo m¨¢s realista era pronosticar que, mientras Marruecos ocupara gran parte del territorio y el Consejo de Seguridad no estuviera dispuesto a presionarle, el resultado no llegar¨ªa a ser un S¨¢hara Occidental independiente.
La conclusi¨®n fue criticada por quienes pensaban que no era ¨¦tico esperar que el Polisario aceptara la realidad pol¨ªtica simplemente porque Marruecos y el Consejo de Seguridad no respetaban la legalidad internacional expresada en la resoluci¨®n 1514 (sobre descolonizaci¨®n y autodeterminaci¨®n), tomada por la Asamblea General en 1960, y en la opini¨®n consultiva de 1975 de la Corte Internacional de Justicia (sobre la ausencia de v¨ªnculos precoloniales entre Marruecos y el S¨¢hara Occidental que pudieran afectar a la aplicaci¨®n de dicha resoluci¨®n). No eran ¨¦stas cr¨ªticas que un mediador pudiera limitarse a pasar por alto, pero yo ten¨ªa la sensaci¨®n de que hab¨ªa que ponerlas en la balanza con el riesgo de dar falsas esperanzas al Polisario, anim¨¢ndole a no tener en cuenta algo indiscutible, que desde el inicio del contencioso en 1975, el Consejo de Seguridad siempre hab¨ªa dejado claro que s¨®lo podr¨ªa tolerar una soluci¨®n consensuada.
Por desgracia, lo que los partidarios del Polisario le prodigaron generosamente fue precisamente esa clase de ¨¢nimo. Insist¨ªan en que tarde o temprano el Consejo reconocer¨ªa que hab¨ªa que respetar la legalidad internacional y obligar¨ªa a Marruecos a aceptar un refer¨¦ndum que diera como opci¨®n la independencia.
La raz¨®n por la que no creo que esto vaya a ocurrir es que la legalidad internacional no es lo mismo que el derecho internacional. Evidentemente, el Consejo de Seguridad tiene que acatar el derecho internacional, pero tambi¨¦n tiene que tener en cuenta la realidad pol¨ªtica. Tanto la Asamblea General como el Consejo de Seguridad y la Corte Internacional de Justicia son ¨®rganos principales de las Naciones Unidas. No se rigen por un orden jer¨¢rquico, sino que cada uno tiene sus propios poderes, descritos en la Carta de las Naciones Unidas y en el Estatuto de la Corte Internacional de Justicia. En el Art¨ªculo 24 de dicha Carta, los Estados miembros confieren al Consejo de Seguridad la responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales. Para cumplir con ella, el Consejo no tiene m¨¢s remedio que tener en cuenta la realidad pol¨ªtica. Si lo hace as¨ª, act¨²a dentro de los l¨ªmites que para sus poderes determina la Carta de las Naciones Unidas y se atiene, por tanto, al derecho internacional.
El Consejo no suele debatir los factores pol¨ªticos que tiene en consideraci¨®n cada uno de los Estados miembros, de manera que su peso relativo en la g¨¦nesis de una resoluci¨®n nunca se sabe, ni siquiera lo conocen los propios miembros del Consejo. Los potenciales factores pol¨ªticos pueden ser, por ejemplo, el miedo al efecto desestabilizador de una acci¨®n coactiva, la seguridad de que reparar una injusticia 33 a?os despu¨¦s pueda reportar nuevas injusticias, o la renuencia a contribuir a la posible creaci¨®n de otro Estado fallido.
Cuando se enfrenta a un contencioso, el Consejo decide por s¨ª solo si se va a atener al Cap¨ªtulo VI (arreglo pac¨ªfico de controversias) o al Cap¨ªtulo VII (posible uso de la fuerza en caso de amenazas a la paz o actos de agresi¨®n), y sus decisiones no pueden ser invalidadas por ning¨²n otro ¨®rgano. No hay nada en el derecho internacional que obligue al Consejo de Seguridad a utilizar todos los poderes que tiene a su disposici¨®n para poner en pr¨¢ctica las resoluciones de la Asamblea General o las opiniones consultivas de la Corte Internacional de Justicia.
?sta es la raz¨®n por la que las cr¨ªticas a la falta de respeto del Consejo a la legalidad internacional han tenido siempre tan pocas consecuencias. Entre los Estados miembros del Consejo que con m¨¢s decisi¨®n insisten en que s¨®lo puede haber una soluci¨®n consensuada para el problema del S¨¢hara Occidental, nunca me he topado con ninguno que pensara que esta insistencia pudiera, por tanto, vulnerar el derecho internacional. Todo esto no significa que en el Consejo no haya a quien le preocupe que se contin¨²e en punto muerto. Sin embargo, s¨ª est¨¢ aumentando la sensaci¨®n de que la insistencia del Polisario en la independencia total del S¨¢hara Occidental tiene la consecuencia no deseada de agravar el bloqueo y de perpetuar el statu quo.
Hay una salida, pero es muy laboriosa, y conllevar¨ªa el mantenimiento de dif¨ªciles y aut¨¦nticas negociaciones. Si el Polisario pudiera contemplar una hipot¨¦tica soluci¨®n negociada que no fuera la independencia total, contar¨ªa inmediatamente con un abrumador apoyo internacional para su l¨®gica insistencia en la plasmaci¨®n de garant¨ªas s¨®lidas, avaladas internacionalmente, de que en el futuro no se revoque el acuerdo constitucional pactado o de que, aduciendo razones de seguridad nacional, no se vayan socavando gradualmente derechos civiles como la libertad de expresi¨®n. Si en alg¨²n momento futuro el Polisario est¨¢ dispuesto a examinar esta posibilidad, espero que no se limite a introducir enmiendas en la propuesta marroqu¨ª, sino que presente su propia propuesta global de autonom¨ªa.
No espero que el Polisario d¨¦ ese paso en un futuro previsible. Nada cambiar¨¢ por el momento: el Polisario seguir¨¢ exigiendo un refer¨¦ndum que plantee la opci¨®n independentista, Marruecos continuar¨¢ rechaz¨¢ndolo y el Consejo de Seguridad seguir¨¢ insistiendo en alcanzar una soluci¨®n consensuada. Entretanto, la comunidad internacional continuar¨¢ acostumbr¨¢ndose al statu quo.
Peter van Walsum es diplom¨¢tico holand¨¦s y fue enviado personal del secretario general de las Naciones Unidas para el S¨¢hara Occidental. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
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