La causa secreta de la guerra
Vlad¨ªmir Putin tiene muy clara la causa de la guerra en Georgia: fueron las elecciones estadounidenses. El primer ministro ruso explic¨® a CNN que la candidatura de John McCain necesitaba un empuj¨®n y nada mejor que una guerrita para d¨¢rselo. Seg¨²n Putin, la Casa Blanca estimul¨® al presidente de Georgia, Mija¨ªl Saakashvili, a retomar el control por la fuerza de Osetia del Sur y Abjazia, las dos regiones separatistas de su pa¨ªs. "Falso", "absurdo", "irracional", contestaron inmediatamente los voceros del Gobierno estadounidense.
Es muy posible que, sabiendo lo que saben hoy, muchos de los protagonistas de esta tragedia no hubiesen actuado como lo hicieron. El presidente de Georgia hoy sabe que su cercana alianza con Estados Unidos no le compra mucha seguridad y que su pa¨ªs est¨¢ pagando muy cara su aventura b¨¦lica. Los rusos saben que su desproporcionada reacci¨®n a la provocaci¨®n de Georgia los ha aislado internacionalmente tanto pol¨ªtica como econ¨®micamente (el mercado de valores ha ca¨ªdo en picado y la fuga de capitales se ha disparado). Y los estadounidenses hoy saben que al oso ruso que derrotaron en la guerra fr¨ªa es mejor no seguir provoc¨¢ndolo, humill¨¢ndolo y suponiendo que ha perdido la ambici¨®n de volver a ser una superpotencia, o al menos de ser tratado como tal. Esto por supuesto no quiere decir que Saakashvili, Putin o Bush admitir¨¢n estas realidades. M¨¢s bien cada uno de ellos -y sus propagandistas- seguir¨¢n explicando de muy diferente manera cu¨¢les fueron las causas de tantas muertes, qui¨¦nes fueron los agredidos y qui¨¦nes los agresores.
En Osetia del Sur y en Abjazia, el poder lo detentan los criminales y no el Gobierno
Este intercambio de acusaciones y explicaciones sobre las razones de la guerra ha servido para esconder una importante fuente del conflicto: tanto Osetia del Sur como Abjazia son important¨ªsimos centros mundiales de todo tipo de tr¨¢ficos ilegales. Narc¨®ticos, armas, personas, uranio enriquecido, d¨®lares falsificados y una amplia gama de productos prohibidos son exportados al resto del mundo por poderos¨ªsimas redes criminales que utilizan estas regiones como base de operaciones. Al igual que en Transdni¨¦ster, una regi¨®n separatista en Moldavia, en Osetia del Sur y Abjazia el poder lo detentan los criminales y no el Gobierno. Son ellos quienes tienen las armas, el dinero y la posibilidad de premiar generosamente a sus aliados y castigar brutalmente a sus enemigos. Son ellos tambi¨¦n quienes controlan las empresas m¨¢s perfectamente integradas con la econom¨ªa global y, por tanto, las actividades m¨¢s lucrativas y de m¨¢s r¨¢pido crecimiento: el comercio il¨ªcito. Es muy importante para estas redes criminales defender el statu quo: la permanente confrontaci¨®n separatista mantiene una debilidad institucional (de la polic¨ªa, el sistema judicial, el Ej¨¦rcito, las aduanas, las autoridades financieras) que permite a las empresas criminales operar a sus anchas y proyectarse desde all¨ª al resto del mundo.
No hay dudas de que las exageraciones de la reacci¨®n rusa en Georgia se nutrieron del nacionalismo, de la necesidad de contener la expansi¨®n de la OTAN, de c¨¢lculos geopol¨ªticos y de la necesidad de mostrarle al mundo que Rusia merece respeto. Pero tambi¨¦n es cierto que en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas Rusia ha experimentado una profunda politizaci¨®n de sus criminales y criminalizaci¨®n de sus pol¨ªticos. Susan Glasser, periodista experta en el Kremlin y coautora junto con Peter Baker de uno de los libros m¨¢s respetados sobre la Rusia de Putin, me dijo que si bien durante el Gobierno de Yeltsin hubo una gran expansi¨®n de las mafias rusas, bajo Putin hubo una consolidaci¨®n de las grandes empresas criminales. "Se integraron ¨ªntimamente tanto con los servicios de inteligencia como con los principales actores pol¨ªticos, haciendo as¨ª que hoy d¨ªa Estado y mafia muchas veces sean indistinguibles", dice Glasser.
?sta es la informaci¨®n que hay que a?adir a cualquier an¨¢lisis sobre lo que pas¨® y puede pasar en Georgia y sus ex provincias (reci¨¦n reconocidas como Estados independientes por Rusia). Los negocios criminales basados en Osetia del Sur y Abjazia generan miles de millones de euros al a?o. Es imposible que actividades il¨ªcitas de esta escala no est¨¦n vinculadas con los grandes conglomerados criminales rusos. Y, a su vez, ¨¦stos tienen tent¨¢culos variados y profundos en todas las estructuras de poder en Rusia. En algunos casos son las estructuras de poder. Lo que esto ¨²ltimo quiere decir es que los criminales no s¨®lo han penetrado los centros de poder, sino que los centros de poder han tomado para s¨ª el control de las empresas criminales.
No se puede entender lo que sucede en el C¨¢ucaso si no se entiende esto.
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