Un Jonathan Demme en baja forma
Siempre me resulta ilusionante y atractiva inicialmente cualquier pel¨ªcula o documental que lleve la firma del heterodoxo Jonathan Demme, pero que aparezca en medio de este agobiante desierto alcanzaba la condici¨®n de tabla de n¨¢ufrago.
Manej¨¢ndose con poderosa personalidad tanto en los proyectos personales como en los lujosos encargos de los estudios, este hombre puede presumir de un curr¨ªculo m¨¢s que digno, y al menos se ha inventado dos pel¨ªculas que a m¨ª me enamoran. Una es Algo salvaje, el fascinante encuentro entre un yuppy que no ha perdido la inocencia a pesar de su desastre familiar y una sensual buscavidas que sabe divertirse y sobrevivir en el lado salvaje. El ins¨®lito viaje que hacen dos personas tan opuestas tiene en la primera parte el tono de las grandes comedias, se transformar¨¢ en tragedia cuando la realidad y los viejos fantasmas acaben con los d¨ªas de vino y rosas, y proseguir¨¢ con uno de los desenlaces m¨¢s rom¨¢nticos y bonitos de la historia del cine. Es una pel¨ªcula graciosa y sombr¨ªa, enloquecida y emocionante, imprevisible e inteligente, con un encanto perdurable, con la mejor interpretaci¨®n que han realizado nunca Melanie Griffith y Jeff Daniels. Demme tambi¨¦n demostr¨® en El silencio de los corderos que estaba capacitado para crear alta tensi¨®n, para llenar de magnetismo a un monstruo. Y cuando ha rendido tributo a m¨²sicos que ama filmando un concierto de Neil Young o a Talking Heads en Stop making sense el resultado ha sido memorable.
El modelo podr¨ªa ser la penetrante comedia 'Un d¨ªa de boda', de Altman
Ante unas se?as creativas de identidad tan ecl¨¦cticas como atractivas, ten¨ªa demasiadas expectativas con su ¨²ltima pel¨ªcula, Rachel getting married, pero el ¨¢nimo se me va enfriando cuando observo que est¨¢ rodada con la mareante c¨¢mara a mano, que al ser ¨¦l mismo su productor nadie le debe de haber aconsejado sobre c¨®mo aligerar secuencias que pueden ser tediosas, que no se complazca en los vicios, reiteraciones y caos expresivo de gran parte del cine independiente.
El modelo tem¨¢tico de Demme para esta pel¨ªcula podr¨ªa ser la ¨¢cida y penetrante comedia de Robert Altman Un d¨ªa de boda. Demme describe el jolgorio pero tambi¨¦n las viejas heridas, las crisis subterr¨¢neas y los malos rollos entre las familias y los amigos que se re¨²nen durante dos d¨ªas en una casa para celebrar una boda. El mayor protagonismo lo ejerce un yonqui en periodo de rehabilitaci¨®n que acude a la boda de su muy alarmada y resentida hermana. Y en esa celebraci¨®n ocurren bastantes cosas, lo cual no implica que sean forzosamente interesantes para el espectador.
Demme filma a sus personajes con vocaci¨®n documentalista, intentando lograr el mayor realismo, improvisando, con una c¨¢mara que pretende ser testigo fiel de todos los rituales que acompa?an a estas ceremonias. Eso quiere decir que se tira 15 minutos recogiendo los testimonios en una reuni¨®n terap¨¦utica de gente que ha estado enganchada a las drogas, otro tanto retratando los discursos de los invitados a los novios en la cena anterior a la boda, y un tiempo que llega a ser excesivo mostr¨¢ndonos la ceremonia, los bailes y la fiesta posterior. En el medio, nos muestra la dif¨ªcil relaci¨®n entre las enfrentadas hermanas, sus divorciados padres y sus nuevas parejas. La catarsis ante las retorcidas movidas que ocurrieron en el pasado de esta familia, cuando aparentemente todo el mundo se ha impuesto la obligaci¨®n de ser feliz.
Y entiendo que Jonathan Demme se siente muy libre e intimista narrando con estilo moroso este ambiente, pero yo no puedo evitar desentenderme a ratos de lo que veo y escucho en la pantalla, que me d¨¦ un poco igual tanto volc¨¢n fraternal. La protagoniza Anne Hathaway, actriz limitada que est¨¢ muy de moda, consiguiendo el estrellato aunque yo siga sin entender las s¨®lidas razones de ello. Demme tambi¨¦n ha logrado el milagro de que vuelva a ponerse delante de una c¨¢mara Debra Winger, esa espl¨¦ndida e inquietante actriz que decidi¨® retirarse del cine cuando era una de sus reinas, pero tampoco se le nota demasiado entusiasmada en su retorno.
Rachel getting married pretende ser cercana, humanista, compleja y emotiva, aunque a m¨ª me resulta sosa y a ratos pesadita. Prefiero el lenguaje del Demme cl¨¢sico al experimentalismo que intenta aqu¨ª. Me sabe a ligera decepci¨®n, a poquita cosa en alguien que est¨¢ dotado para hacer gran cine.

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