?Cu¨¢ndo prescribe el dolor?
F¨¦lix Mart¨ªn Pozo fue un jornalero nacido a finales del siglo XIX en la Castilla profunda de la ¨¦poca. Una noche de agosto, un grupo de falangistas armados llegaron a su casa y lo sacaron de la cama entre empujones e insultos. A los pocos d¨ªas fue asesinado y su casa confiscada, dejando en la calle a una viuda y siete hu¨¦rfanos. Hoy, cuando se cumplen 72 a?os de aquella salvajada, a¨²n no se sabe d¨®nde reposan los huesos de aquel buen hombre que nunca hizo mal a nadie. Su hijo Joaqu¨ªn, ve c¨®mo se le escapa la vida sin poder darle un ¨²ltimo adi¨®s a su padre.
Esta historia ocurri¨® en Fuentelape?a, un pueblecito zamorano, donde fueron asesinados muchos otros adem¨¢s de F¨¦lix. Ninguno dispar¨® un solo tiro en su vida. No fue un enfrentamiento de guerra, sino una masacre de inocentes que se repiti¨® a lo largo y ancho de Espa?a aquel terrible verano del 36.
Hoy, los familiares de miles de v¨ªctimas saben que nunca se juzgar¨¢ a los asesinos; a pesar de que, en muchos casos, se sepa bien qui¨¦nes fueron. Saben que nunca habr¨¢ calles con los nombres de sus padres, abuelos, hermanos... Saben que seguir¨¢n existiendo avenidas y plazas dedicadas a los militares golpistas que provocaron aquel genocidio y saben, adem¨¢s, que tendr¨¢n que seguir soportando esa curiosa reinterpretaci¨®n seg¨²n la cual todo se trat¨® de una guerra entre hermanos y las barbaridades fueron igual en ambos bandos. Y a¨²n hay quien se echa las manos a la cabeza ante la ¨²nica petici¨®n que parece pudiera ser atendida: localizar y enterrar a los desaparecidos, con la ayuda del Estado.
F¨¦lix Mart¨ªn era mi bisabuelo. A quienes se oponen a que alg¨²n d¨ªa pueda encontrar sus huesos les pregunto, mir¨¢ndoles metaf¨®ricamente a los ojos: ?cu¨¢ndo prescribe el dolor por el asesinato y desaparici¨®n de un ser querido? Adem¨¢s, me gustar¨ªa decirles que est¨¦n tranquilos, buscar a nuestros familiares no quiere decir, desgraciadamente, encontrar a quienes los mataron.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.