Por las entra?as de Eslovenia
El alucinante paisaje subterr¨¢neo de r¨ªos, enormes grutas y ca?ones en la regi¨®n del Karst da paso a las suaves colinas de vi?edos y olivares de Brda. Y para terminar, un viaje en tren a la ciudad alpina de Bled
De las pasiones humanas, ninguna vende como el amor. Tal vez por ello, los responsables del turismo de Es-love-nia decidieron realzar el amor (love, en ingl¨¦s) que conten¨ªa el nombre de su pa¨ªs. Lo bueno de este caso es que no incurrieron en ninguna publicidad enga?osa, pues pocos pa¨ªses europeos de estas dimensiones pueden jactarse de la gran amabilidad de sus gentes, de sus paisajes y, ?por qu¨¦ no decirlo?, todav¨ªa de sus precios. La ruta que va desde el Karst hasta los Alpes Julianos, pasando por las colinas verdes de Brda, da una idea de los encantos que atesora.
La Cueva Sonora
De las m¨¢s de mil cuevas que hay en la regi¨®n del Karst, las de ?kocjan son las ¨²nicas que han sido declaradas patrimonio mundial por la Unesco. La declaraci¨®n, que se produjo en 1986, tuvo en cuenta la excepcionalidad de un fen¨®meno que incluye r¨ªos subterr¨¢neos que fluyen a m¨¢s de 200 metros bajo tierra, cataratas, y una de las cuevas m¨¢s grandes del mundo. Poco despu¨¦s se creaba el parque regional para proteger el entorno natural de estas grutas.
La gu¨ªa que nos condujo a las entra?as de la tierra nos aclar¨® enseguida que est¨¢bamos en el Karst aut¨¦ntico, es decir, en la meseta de piedra caliza que dio nombre a formaciones an¨¢logas en todo el mundo, ya que fue la primera que se investig¨® en el siglo XIX. Esta palabra, karst, junto con dolina, que designa el seno que queda al aire libre cuando se desploma el techo de una cueva, son la aportaci¨®n del esloveno al lenguaje universal de la ciencia.
La entrada, por el t¨²nel abierto en el fondo de una dolina, nos llev¨® en primer lugar a la llamada Cueva Silenciosa. El piso h¨²medo, la temperatura constante -siempre a 12 grados-, las paredes brillantes y las caracter¨ªsticas estalactitas y estalagmitas preludian la llegada a varias salas que dejan al visitante boquiabierto, y, sin embargo, lo m¨¢s alucinante est¨¢ a¨²n por llegar.
A medida que avanz¨¢bamos, el ambiente se humedec¨ªa, haci¨¦ndose m¨¢s nebuloso, y comenzamos a escuchar un leve murmullo. Poco despu¨¦s llegamos a la Cueva Sonora. No tenemos la certeza de que Dante, Julio Verne o Spielberg pasaran por aqu¨ª para inspirarse, pero, si lo hicieron, se quedaron cortos, a juzgar por este vertiginoso ca?¨®n subterr¨¢neo que alcanza los 70 metros de profundidad y por cuyo fondo fluye el sonoro r¨ªo Reka, que, con su media de ocho metros c¨²bicos de agua por segundo, es el que ha empleado miles de a?os en formar esta imponente grandeza.
Si est¨¢ usted necesitado de un ba?o de humildad, ac¨¦rquese aqu¨ª para recordar las verdaderas dimensiones de un mortal cualquiera, y si padece v¨¦rtigo o ansiedad, ah¨®rrese el disgusto, porque cruzar el puente del Diablo -que salva el abismo de un lado al otro del ca?¨®n- no es apto ni para mentes ansiosas ni para corazones tiernos.
A partir de este momento, el camino avanza r¨ªo arriba por la ladera izquierda de esta hoz subterr¨¢nea. En las paredes de enfrente se distinguen los escalones y las sendas que fueron labrando en la piedra los exploradores y ge¨®logos de todas las ¨¦pocas, una red de m¨¢s de 11 kil¨®metros de caminos de cabras angostos, h¨²medos y, por supuesto, sin quitamiedos.
Por fin, poco antes de llegar a la gran entrada de la cueva, el lugar por donde comenz¨® a explorarse en 1823, se halla una formaci¨®n caracter¨ªstica del Karst. Se trata de decenas de cuencos calc¨¢reos de todos los tama?os que caen arracimados por la ladera, como una caprichosa instalaci¨®n de la naturaleza, que se divirti¨® amontonando pilas de agua bendita.
La visita termina en el fondo de una profunda dolina atravesada por el r¨ªo Reka. Desde aqu¨ª se puede subir caminando o en funicular hasta el mirador, que nos ofrece una visi¨®n de la cascada que forma el r¨ªo entre esta dolina y la anterior, comunicadas por un puente natural, mientras que en lo alto, al fondo, se encuentra el cuco pueblo de ?kocjan que da nombre a estas abisales cuevas.
Delicada armon¨ªa
Tras la monoton¨ªa algo dura del paisaje k¨¢rstico, al menos en superficie, la comarca de Brda (pronunciado Berda) es un aut¨¦ntico fest¨ªn para los ojos, por su riqueza agr¨ªcola y paisaj¨ªstica. Para llegar aqu¨ª desde las cuevas, se toma la autopista en direcci¨®n a Liubliana y el desv¨ªo hacia Nova Gorica. Pasada esta ciudad, siguiendo la carretera que conduce hacia Bovec y desvi¨¢ndose para cruzar el r¨ªo Soca, llegamos a la Umbr¨ªa eslovena.
Brda se distingue por la delicada armon¨ªa de los valles de vi?edos y olivares, y los cerros culminados por pueblos y campanarios. Desde uno de ellos, el amurallado ?martno, se domina toda la comarca y, en un d¨ªa claro, se llega a distinguir el puerto italiano de Grado y el golfo de Trieste, a orillas del mar Adri¨¢tico.
Entre todos los pueblos de esta comarca, el de Dobrovo merece la visita por su palacio. Adem¨¢s de un buen restaurante, las antiguas bodegas albergan una vinoteca en la que se pueden degustar los vinos de la regi¨®n, estructurados por el aire seco de los Alpes.
Los Alpes Julianos
Para subir a Bled volvimos al r¨ªo Soca, intern¨¢ndonos por los primeros valles alpinos hasta el pueblo de Most na Soci, y all¨ª tomamos el convoy que lleva a Bohinjska Bistrica. La gracia de este viaje en tren consiste en subir el coche al vag¨®n-plataforma y permanecer dentro durante el trayecto.
Pese al traqueteo de los autom¨®viles, que no es leve, la aventura de ir subido a un tren dentro de un coche merece la pena. Las vistas son cautivadoras, las decenas de t¨²neles, emocionantes, y, sobre todo, esta opci¨®n ahorra la subida y la bajada de tres puertos de alta monta?a que, en condiciones normales, requieren hasta cuatro horas al volante.
De nuevo en la carretera, a 20 kil¨®metros de Bohinjska Bistrica, se encuentra la m¨¢gica Bled. El primer destino tur¨ªstico de Eslovenia se fue forjando a lo largo de los ¨²ltimos 200 a?os, pero la historia de sus or¨ªgenes se remonta al a?o 1004, cuando el emperador germ¨¢nico Enrique II dio el se?or¨ªo de Bled al obispo de Bresanona.
Los sucesivos obispos construyeron la fortaleza en una elevaci¨®n sobre el lago y la ermita de la Virgen de la Asunci¨®n en lo m¨¢s alto de la isla lacustre, que, por cierto, es la ¨²nica isla de Eslovenia. Si estando en Bled oyen campanas, tengan en cuenta que los romeros que acuden a la ermita, despu¨¦s de subir los 99 escalones, entran a tocar la campana tres veces y pedir sus deseos.
Entre las tradiciones de Bled est¨¢ el paseo de seis kil¨®metros alrededor del lago, que se hace en dos horas a ritmo tranquilo. Una alternativa para los menos paseantes es navegar hasta la isla y recorrer su per¨ªmetro, observando desde all¨ª el castillo, el pueblo, las percas descomunales que nadan en el lago y los Alpes Julianos, tan amables como el pa¨ªs que guardaba el amor en su nombre.
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Gu¨ªa
Datos b¨¢sicos
? Prefijo telef¨®nico: 00 386.
? Poblaci¨®n: Eslovenia tiene dos millones de habitantes.
C¨®mo ir
? Clickair (www.clickair.es) vuela directo a Liubliana desde Barcelona; ida y vuelta en septiembre, a partir de 190,61 euros, precio final.
? Air France (www.airfrance.es) a Liubliana con una escala; ida y vuelta desde Madrid, desde 348,71 euros, todo incluido.
? Lufthansa (www.lufthansa.es) vuela a Liubliana con una escala, ida y vuelta desde Madrid, a partir de 451 euros, precio final.
? Swiss (www.swiss.com), con una escala, ida y vuelta desde Madrid, a partir de 229,06 euros, tasas y gastos incluidos.
Informaci¨®n
? Oficina de turismo de Eslovenia (www.slovenia.info; 13 06 45 75).
? Webs de turismo de Brda (www.obcina-brda.si) y de Bled (www.bled.si).
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