Desde la bota de Emilio hasta la Audiencia Nacional
M¨¢s de 4.000 cuerpos han sido recuperados en 167 fosas en ocho a?os
"Aqu¨ª hay algo", dijo el arque¨®logo Julio Vidal, el 28 de octubre del a?o 2000, a las once de la ma?ana, casi al mismo tiempo que el cazo de la excavadora sacaba una bota sobre la que hab¨ªan llovido 70 a?os. A Emilio Silva le temblaron las piernas. Su abuelo Emilio estaba all¨ª, en el paseo del corro (llamado as¨ª porque los ni?os, que hab¨ªan o¨ªdo que all¨ª hab¨ªa muertos, lo atravesaban corriendo), tal y como le hab¨ªan indicado.
Entonces, Emilio Silva, ahora presidente de la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica, todav¨ªa pensaba que estaba "resolviendo un problema familiar"; enterrando a su abuelo con Modesta, que antes de morir hab¨ªa hecho inscribir en su l¨¢pida funeraria el nombre de su marido. Pero alrededor de aquel agujero en la tierra empez¨® a aparecer gente con historias similares y mucho miedo. "Te llevaban a su casa, cerraban las ventanas y bajaban las persianas. Y entonces empezaban: 'Es la primera vez que hablo de esto...", recuerda Silva. Desde entonces, se han exhumado en Espa?a 167 fosas y se han recuperado 4.041 cuerpos.
Enlace a la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica |
Estos ocho a?os han trabajado entre amigos, con un ej¨¦rcito de voluntarios y sin la intervenci¨®n del Estado. Desde hace dos reciben una subvenci¨®n de Vicepresidencia del Gobierno (unos 120.000 euros anuales) para financiar algunas de las exhumaciones que hacen. En cada fosa no hay nunca menos de 15 personas trabajando, pero la asociaci¨®n s¨®lo tiene una persona contratada. ?stos son algunos de los expertos y voluntarios que han participado en muchas de las exhumaciones.
FRANCISCO ETXEBERRIA, forense "A veces no hay sitio para tantos voluntarios"
"?C¨®mo iba a decir que no?", pregunta Francisco Etxeberria, m¨¦dico forense de la Universidad del Pa¨ªs Vasco. Desde que le llamaron para la exhumaci¨®n del abuelo de Silva ha participado en casi un centenar m¨¢s. Explica que la primera vez acudi¨® porque sab¨ªa hacer lo que necesitaba Silva -ayudar a rescatar el cuerpo, identificarlo y averiguar c¨®mo hab¨ªa muerto- y que luego continu¨® "atrapado por la dimensi¨®n humana". "La gente se va a pasar unos d¨ªas con otros familiares para dejarnos la casa mientras estamos trabajando. Recuerdo a una mujer que nos cont¨® que durante a?os estuvo convencida de que el asesinato de su padre estaba justificado y que se dio cuenta de que la hab¨ªan enga?ado al ver que su madre evitaba encontrarse en la calle con las mujeres de los falangistas, que la abofeteaban cuando la ve¨ªan. He hablado con much¨ªsimas familias y no est¨¢n pensando en que se impute a nadie, y eso que muchos saben qui¨¦nes fueron los asesinos. Esa dimensi¨®n humana es lo que nos atrapa".
"Al principio ¨¦ramos muy pocos, ahora a veces tengo que decirle a la gente, voluntarios, estudiantes... que ya somos muchos. Me escriben expertos de todos los rincones del mundo que han participado en exhumaciones en Chile o Argentina y que quieren participar". En una exhumaci¨®n en Lerma (Burgos), en agosto del a?o pasado, incluso particip¨® un japon¨¦s de 69 a?os, Toru Arakawa, que cruz¨® medio mundo para ayudar.
JOS? M. ROJAS, investigador "He visto a ancianos de 85 a?os llorar como ni?os"
Hab¨ªa le¨ªdo much¨ªsimos libros de la Guerra Civil, hasta que se dio cuenta de que "en todos faltaba algo". As¨ª fue como Jos¨¦ Mar¨ªa Rojas empez¨® a llamar puerta a puerta, pueblo a pueblo para entrevistar a la gente mayor. "Lo primero que me impresion¨® fue el miedo: cerraban ventanas, contraventanas... antes de empezar a contarte. Y despu¨¦s, el dolor. No s¨¦ explicar c¨®mo se siente uno viendo a un anciano de 85 a?os llorar como un ni?o. Yo no he visto ninguna herida cerrada. Pens¨¦ en dejarlo, porque no sab¨ªa si iba a ser capaz de aguantar tanto dolor". Pero Rojas sigui¨® y le compensaron. "Decirle a alguien: '¨¦ste es el cuerpo de tu padre' y ver c¨®mo llora de felicidad, es muy emocionante". Por eso sigue gastando cada rato libre que le deja la droguer¨ªa en la que trabaja en ir a archivos y recoger testimonios. Ha participado ya en 15 exhumaciones.
G. MART?NEZ, familiar agradecido "A los m¨ªos los sac¨® Paco"
"Donde va, Paco [Francisco Etxeberria] me llama. A los m¨ªos tambi¨¦n me los sac¨® ¨¦l". As¨ª explicaba Gonzalo Mart¨ªnez, agricultor de 50 a?os, su presencia, en septiembre de 2006, en una fosa en Lerma donde no ten¨ªa enterrado a ning¨²n familiar. Desde que recuper¨® el cuerpo de su t¨ªo, ayuda en todas las exhumaciones en las que puede. "A la gente que sabe d¨®nde pueden estar las fosas se le acaba la vida o la memoria. Yo intento recoger testimonios que nos ayuden a encontrarlas. Y luego ayudo cribando la tierra". A veces pasa momentos malos. "Siento una necesidad terrible de sacarlos a todos, de ponerles nombres y apellidos, de devolverlos a su familia. Cuando no los encontramos es muy frustrante. Pero si tenemos suerte, es lo m¨¢s emocionante del mundo".
GUILLERMO FOUCE, psic¨®logo 70 a?os sin cerrar el duelo
En todas las tragedias en las que ha acompa?ado a familiares -el 11-M, el accidente de Spanair...- hay algo en com¨²n: "Sin cuerpo, el duelo no se cierra. Reconocer el cad¨¢ver es el primer paso para asumir la p¨¦rdida", explica Guillermo Fouce, coordinador de Psic¨®logos Sin Fronteras en Madrid. Los familiares de v¨ªctimas de la Guerra Civil llevan 70 a?os buscando los cuerpos para cerrar esa herida. "Tratamos de ajustar sus expectativas, pero en general las exhumaciones son momentos felices para ellos".
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