Lecciones de Georgia
PIEDRA DE TOQUE. El conflicto del C¨¢ucaso, que ha hecho renacer la guerra fr¨ªa, marcar¨¢ las relaciones futuras entre Occidente y su principal adversario: esa URSS reciclada que es la Rusia de Putin
La primera lecci¨®n de lo ocurrido en Georgia en las ¨²ltimas semanas es que su presidente, Mija¨ªl Saakashvili, por m¨¢s amigo que sea de Occidente y por m¨¢s esfuerzos que haya hecho para democratizar su pa¨ªs, actu¨® de manera irresponsable con la acci¨®n armada que desencaden¨® en la noche del 7 de agosto para acabar con la secesi¨®n de Osetia del Sur, pues sirvi¨® en bandeja a Vladimir Putin y Dimitri Medv¨¦dev, escaldados con la independencia de Kosovo, el pretexto ideal para hacer una demostraci¨®n de fuerzas y advertir a los antiguos pa¨ªses vasallos de Rusia durante la Uni¨®n Sovi¨¦tica a lo que se arriesgan si perseveran en su empe?o de emanciparse del todo de la antigua potencia colonial y, sobre todo, de alinearse con el mundo democr¨¢tico y liberal. La llamada de atenci¨®n va dirigida, aunque no se diga, sobre todo a Ucrania, otro polvor¨ªn que podr¨ªa inflamarse en cualquier momento. Por eso, el presidente ucraniano, V¨ªktor Y¨²shenko, reconoci¨®: "Lo sucedido es una amenaza para todos".
La brutalidad est¨¢, de nuevo, en el orden del d¨ªa de la tierra de los zares y de Lenin
McCain es el beneficiario de las iniciativas en el C¨¢ucaso del t¨¢ndem Putin-Medv¨¦dev
El resultado de esa provocaci¨®n irreflexiva de su mandatario ha sido tr¨¢gico para el pueblo georgiano, que, adem¨¢s de los centenares de v¨ªctimas que ha sufrido con la invasi¨®n rusa, las cuantiosas p¨¦rdidas materiales y los cerca de 180.000 refugiados que viven ahora en improvisadas tiendas de campa?a, privados de sus hogares, sus bienes y su trabajo, deber¨¢ resignarse por mucho tiempo a la p¨¦rdida de parte de su territorio. El reconocimiento por Rusia de Osetia del Sur y Abjazia -un primer paso antes de su probable absorci¨®n- aleja a las calendas griegas la posibilidad de que Georgia recupere alguna vez esas regiones arrebatadas a su soberan¨ªa.
Aunque el Gobierno ruso prometi¨® que retirar¨ªa sus fuerzas militares a las posiciones que ocupaban antes del 7 de agosto, lo cierto es que no lo ha hecho y sin duda no lo har¨¢. A partir de ahora, tanto Osetia del Sur como Abjazia ser¨¢n dos avanzadas del expansionismo estrat¨¦gico de la cada vez m¨¢s arrogante Rusia, que, envalentonada con la dependencia en petr¨®leo y gas en que tiene a Europa y con la consolidaci¨®n de su sistema autocr¨¢tico -m¨¢s del 70% de popularidad seg¨²n las ¨²ltimas encuestas premia al Gobierno por su haza?a georgiana-, acaba de dejar establecido en los manuales escolares que Stalin "fue el m¨¢s exitoso gobernante ruso del siglo XX" y que sus asesinatos masivos fueron "medidas necesarias, aunque excesivas, para mantener la disciplina" en el pa¨ªs.
Los dem¨®cratas rusos quedan, pues, informados. La brutalidad est¨¢, de nuevo, en el orden del d¨ªa en la tierra de los zares y de Lenin y justificada por las razones nacionalistas acostumbradas. Y para que nadie se llame a enga?o ah¨ª est¨¢ lo que acaba de ocurrirle, en Ingushetia, al periodista disidente Magomed Yevloyev, asesinado en el recinto de la polic¨ªa, y cuya muerte, al igual que la de Anna Politk¨®vskaya, ejecutada por un pistolero en la puerta de su piso en Mosc¨² en octubre de 2006, muestra los riesgos del ejercicio de la cr¨ªtica libre en la Rusia de Putin y, mientras escribo este art¨ªculo, la CNN anuncia que otro periodista ruso disidente, Telman Alishaev, acaba de ser asesinado en Tdagestan al volante de su autom¨®vil.
El presidente Saakashvili y muchos georgianos est¨¢n sorprendidos con la lenidad de la reacci¨®n de Estados Unidos y la Uni¨®n Europea ante la invasi¨®n rusa a su pa¨ªs, que no ha ido m¨¢s all¨¢ de algunas declaraciones ret¨®ricas y medidas tan poco eficaces como postergar las negociaciones para firmar un nuevo acuerdo comercial con Rusia previstas para fines de septiembre o despachar a Mosc¨² a Sarkozy, Solana y Barroso para pedir al Gobierno ruso que cumpla con su promesa de alto el fuego. La posibilidad de aplicar sanciones fue descartada de entrada por los 27 pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, para no poner en peligro el abastecimiento de energ¨ªa y las inversiones de empresarios y banqueros occidentales en Rusia. ?Cre¨ªan aquellos ingenuos caucasianos que los pa¨ªses occidentales iban a ir a la guerra para defenderlos? Pues lo sucedido les ha abierto los ojos sobre esta lastimosa verdad: la zona de influencia de las viejas potencias sigue existiendo y ¨¦sta y las nuevas tropel¨ªas que pueda cometer Rusia en la suya quedar¨¢n impunes, porque ni Estados Unidos ni Europa van a arriesgarse a un conflicto militar con una potencia at¨®mica mientras no se vean directamente amenazados. Y es seguro que Rusia no va a arriesgarse tampoco a un desaf¨ªo directo -lo que equivaldr¨ªa a un suicidio- a su viejo y nuevo adversario.
Esta es la tercera lecci¨®n: la guerra fr¨ªa, que parec¨ªa terminada, ha renacido de sus cenizas y marcar¨¢ las relaciones futuras entre el Occidente democr¨¢tico y la Rusia autocr¨¢tica en los a?os venideros, sin la espectacularidad y beligerancia de anta?o, con nuevas alianzas y peones, pero haciendo correr, de tiempo en tiempo, igual que en el pasado, un escalofr¨ªo de terror en el mundo entero ante la perspectiva de que, por un accidente o un mal c¨¢lculo de los dos grandes adversarios, estalle un conflicto a gran escala y hasta un apocalipsis nuclear.
La recomposici¨®n de fuerzas estrat¨¦gicas en esta nueva guerra fr¨ªa es un hecho flagrante. La mayor sorpresa en las ¨²ltimas semanas se la ha llevado Rusia, al descubrir que el llamado grupo de Shangai, conformado por las antiguas rep¨²blicas asi¨¢ticas de la Uni¨®n Sovi¨¦tica m¨¢s China, en vez de legitimar su intervenci¨®n militar y actuar como un aliado, mostrara su distancia y emitiera un comunicado, en el que la mano de Pek¨ªn era inequ¨ªvoca, pronunci¨¢ndose con absoluta neutralidad frente a lo ocurrido y exhortando tanto a Rusia como a Georgia a resolver su diferendo mediante negociaciones. China puede ser, en el futuro, un peligroso adversario del Occidente, pero en lo inmediato, lo que el Gobierno chino ve con creciente alarma no es el mundo democr¨¢tico sino la resurrecci¨®n de los inmemoriales reflejos imperialistas y expansionistas de Rusia, pa¨ªs con el que tiene muchos miles de kil¨®metros de fronteras. Y es perfectamente comprensible que pa¨ªses como Tayikist¨¢n y Kazajist¨¢n traten de tomar precauciones, asustados con la idea de volver al vasallaje pasado, identific¨¢ndose con China en el empe?o de ¨¦sta de advertir a Rusia que sus apetitos imperiales deben tener un l¨ªmite.
Es posible, y muy lamentable, que el lento proceso de reducci¨®n de armas nucleares que estaba en marcha entre Estados Unidos y Rusia se vea frenado y acaso cancelado con este renacimiento de una guerra fr¨ªa de baja intensidad entre el Este y el Oeste. Pero es dif¨ªcil que se mantenga con la crispaci¨®n que ha surgido y con el temor, m¨¢s que comprensible, en todo el conglomerado de antiguos pa¨ªses de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, de que la intervenci¨®n armada en Georgia sea s¨®lo un jal¨®n en un proceso de recuperaci¨®n por los due?os del Kremlin de su antiguo dominio imperial. Por lo pronto, la oposici¨®n al sistema de misiles concebido por Estados Unidos como una defensa contra los "Estados terroristas" va a disminuir considerablemente a ra¨ªz de lo sucedido. De hecho, en Polonia, las reticencias del Gobierno a un acuerdo al respecto con Washington desaparecieron de la noche a la ma?ana y aqu¨¦l se firm¨® casi de inmediato luego de las acciones militares del 7 de agosto.
En Estados Unidos, el candidato republicano a la Presidencia, John McCain, es el directo beneficiario de las iniciativas en el C¨¢ucaso del t¨¢ndem Putin-Medv¨¦dev y el dem¨®crata Obama el perjudicado. No es la primera vez que el Kremlin da se?ales de preferir en la Casa Blanca a un conservador duro que a un dem¨®crata blando con reflejos pacifistas. Esta preferencia tiene cierto sentido, pero s¨®lo en los dominios pol¨ªtico y de relaciones p¨²blicas, pues un mandatario norteamericano partidario de la confrontaci¨®n tiene asegurada una impopularidad internacional que puede favorecer a Rusia y a cualquier adversario de Estados Unidos. Pero no en el dominio militar pues, recordemos, fue la puja que Ronald Reagan entabl¨® con lo que parec¨ªa la delirante guerra de las galaxias la que precipit¨® el derrumbe primero econ¨®mico y luego pol¨ªtico del r¨¦gimen sovi¨¦tico.
Rusia ha salido victoriosa en toda la l¨ªnea en la imprudente guerra del C¨¢ucaso desatada por Mija¨ªl Saakashvili. Pero, a medio plazo, ?la beneficia o perjudica la invasi¨®n de Georgia? Por lo pronto, su imagen de pa¨ªs que, con la ca¨ªda del comunismo, comenzaba, con toda clase de traspi¨¦s por supuesto, a democratizarse y a funcionar como pa¨ªs confiable en el concierto de las naciones, se ha eclipsado. Ya nadie puede negarse a ver, en la Rusia de Putin, a la vieja autocracia rusa prepotente, ahora ensoberbecida por su poder¨ªo energ¨¦tico, que echa una sombra amenazadora sobre el mundo occidental y principalmente sobre Europa.
Es obvio que esto va a influir de inmediato en la conducta de los pa¨ªses occidentales en materia estrat¨¦gica y militar. ?Cu¨¢l deber¨ªa ser, a este respecto, su pol¨ªtica con los antiguos pa¨ªses sometidos al vasallaje sovi¨¦tico? Apoyarlos, desde luego, e, incluso, incorporarlos a la OTAN si as¨ª lo desean, al mismo tiempo que frenarlos si, como ha ocurrido con Georgia, sienten la tentaci¨®n de violentar los l¨ªmites y olvidan que, en contra de lo que dicen las gacetillas, el principal adversario del Occidente no es por ahora China, sino esa URSS reciclada que es la Rusia de Putin.
? Mario Vargas Llosa, 2008. ? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario El Pa¨ªs, SL, 2008.
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