Un funeral civil por las v¨ªctimas de Barajas
El tr¨¢gico accidente del aeropuerto de Barajas del pasado 20 de agosto, que cost¨® la vida a 154 personas, ha provocado un dolor inenarrable y un destrozo an¨ªmico en numerosas familias y ha conmocionado a la sociedad espa?ola en pleno periodo estival. Ha sido una experiencia colectiva traum¨¢tica en la que la muerte ha mostrado su rostro m¨¢s severo e inmisericorde. Pocas veces como en esta ocasi¨®n se ha hecho realidad la descripci¨®n del fil¨®sofo alem¨¢n Ernst Bloch en el tercer volumen de El principio esperanza: "La muerte es la m¨¢s fuerte y tr¨¢gica anti-utop¨ªa, la aniquilaci¨®n de toda dicha y la disoluci¨®n de toda comunidad; borra la m¨¢s impresionante experiencia existencial, es decir, la existencia misma. No hay ning¨²n enemigo tan inesquivable, ninguna certeza en esta vida tan incierta que pueda ni siquiera compararse con la certeza de la muerte. Las mand¨ªbulas de la muerte aniquilan todo".
Muchos de los muertos no eran cat¨®licos; incluso uno de ellos era un pastor evangelista canario
Los familiares de las v¨ªctimas de Barajas han vivido esta experiencia con ejemplar entereza y aut¨¦ntica dignidad. Han sufrido el drama por dentro, pero sin dramatismos.
Tras el accidente se han celebrado numerosos actos en recuerdo de las v¨ªctimas y se han producido muestras sinceras de solidaridad con las familias. Se ha anunciado la celebraci¨®n de un funeral en la Catedral de la Almudena de Madrid por todos los muertos en el accidente de Barajas que va a ser oficiado por el cardenal Rouco Varela, arzobispo de la capital y presidente de la Conferencia Episcopal Espa?ola. De nuevo vuelve a repetirse la confesionalizaci¨®n cat¨®lica de la muerte, como sucediera tras el atentado terrorista del 11-M y, posteriormente, con motivo del fallecimiento del ex presidente del gobierno Leopoldo Calvo Sotelo. De nuevo se incurre en un tremendo error conforme a la actitud tan carpetovet¨®nica de mantenella y no enmendalla.
En las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas, la sociedad espa?ola ha vivido transformaciones sociorreligiosas muy profundas. Ha pasado de la religi¨®n ¨²nica a un amplio y saludable pluralismo religioso, de un clima nacionalcat¨®lico que impregnaba todas las manifestaciones de la vida pol¨ªtica y social a un acelerado proceso de secularizaci¨®n y a unas actitudes de increencia en las modalidades de indiferencia religiosa, ate¨ªsmo, agnosticismo, etc¨¦tera; de la cultura ¨²nica a la diversidad cultural. Fen¨®menos todos ellos enriquecedores, vividos sin traumas en un clima de convivencia, con importantes experiencias de di¨¢logo interreligioso e intercultural y de encuentros entre creyentes y no creyentes desde el compromiso ¨¦tico por la justicia.
Por los testimonios que hemos escuchado estos d¨ªas, el mismo pluralismo ha podido apreciarse entre las v¨ªctimas del accidente y sus familiares, ciudadanos y ciudadanas de m¨¢s de diez pa¨ªses, unas creyentes de diferentes tradiciones religiosas, otras no creyentes de distintas ideolog¨ªas. Este pluralismo debe reflejarse en cuantas celebraciones se lleven a cabo a nivel de Estado, Comunidades Aut¨®nomas y Ayuntamientos en recuerdo de las v¨ªctimas, con la incorporaci¨®n de s¨ªmbolos, textos, ritos y expresiones musicales de diferentes culturas, religiosas o no, y no s¨®lo de una ¨²nica tradici¨®n religiosa.
El acto que mejor reflejar¨ªa, a mi juicio, el pluralismo actual es un Funeral Civil de Estado en un espacio p¨²blico con participaci¨®n de las diferentes tradiciones religiosas y culturales. El funeral cat¨®lico programado demuestra lo lejos que estamos del Estado laico, supone una falta de respeto al pluralismo antes descrito y hiere las convicciones y sentimientos de las personas y las familias que no comparten las creencias cat¨®licas.
La Alianza Evang¨¦lica Espa?ola ha denunciado que "este acto supone sumar, al ya intenso dolor de la tragedia sufrida, otro de menosprecio a los sentimientos de los ya fallecidos y de sus familiares". ?Por qu¨¦ se acepta sin dificultad la diversidad cultural y religiosa en la vida cotidiana y, sin embargo, no se practica en momentos como el del tr¨¢gico accidente con una celebraci¨®n laica en la que quepan todas las concepciones de la muerte?
La viuda de un pastor evang¨¦lico canario muerto en Barajas ha manifestado su oposici¨®n a una ceremonia cat¨®lica para su marido. ?Por qu¨¦ no se respetan los leg¨ªtimos deseos de esta mujer? ?C¨®mo se compagina ese funeral con el texto constitucional que dice: "Ninguna religi¨®n tiene car¨¢cter estatal"? La contradicci¨®n es manifiesta.
Estamos en una situaci¨®n privilegiada para demostrar, a trav¨¦s de un Memorial Civil, el respeto a la diversidad de cosmovisiones, creencias e increencias de la sociedad espa?ola y el car¨¢cter laico del Estado en su m¨¢s alta representaci¨®n, la monarqu¨ªa y el gobierno de la Naci¨®n, y en las Administraciones auton¨®micas y municipales. Es la mejor manera de honrar c¨ªvicamente la memoria de los muertos, de respetar el dolor de las familias y de mostrar la solidaridad con ellas, sin privilegios ni exclusiones por razones religiosas o ideol¨®gicas. Ninguna religi¨®n ni cultura pueden apropiarse del dolor humano ni del sentido de la muerte, y menos a¨²n imponer sus formas simb¨®licas de celebrarlo. Y menos a¨²n con el respaldo del Estado.
Juan Jos¨¦ Tamayo es director de la C¨¢tedra de Teolog¨ªa y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid.
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