C¨®mo se hace un fil¨®sofo
Filosof¨ªa. Aunque este libro de Jean-Luc Marion, publicado originalmente en 1975, podr¨ªa parecer un texto b¨¢sicamente t¨¦cnico -?un comentario de un escrito de Descartes, las Reglas para la direcci¨®n del esp¨ªritu, que precedi¨® al c¨¦lebre Discurso del m¨¦todo?-, supuso en su momento una fruct¨ªfera contribuci¨®n a la renovaci¨®n de la historia de la filosof¨ªa y, m¨¢s all¨¢ de eso, sigue siendo una iluminaci¨®n acerca de lo que, con alguna iron¨ªa, podr¨ªamos llamar el "procedimiento" para llegar a ser un gran fil¨®sofo. En el momento de su aparici¨®n en Francia, la discusi¨®n sobre Descartes giraba principalmente en torno al problema de la "originalidad" de este pensador, cuya imagen dominante hab¨ªa sido construida por Hegel cuando, en sus Lecciones de historia de la filosof¨ªa, le describ¨ªa como un "h¨¦roe del pensamiento" que "aborda de nuevo la empresa desde el principio" y que da comienzo, de modo inaugural, a "la cultura de los tiempos modernos". Frente a este retrato de Descartes como el "libertador" que emancipa al pensamiento de la autoridad teol¨®gica de los doctores escol¨¢sticos y, haciendo tabla rasa de creencias y tradiciones, empieza a razonar por cuenta propia rechazando todo presupuesto y todo prejuicio, otro grupo de historiadores y eruditos, capitaneados por ?tienne Gilson, se hab¨ªa especializado en rastrear los profundos v¨ªnculos contra¨ªdos por el fil¨®sofo durante su periodo de formaci¨®n con aquel "pasado intelectual" que se preciaba de haber superado, se?alando la permanencia de los mismos en sus obras m¨¢s maduras: temas neoplat¨®nicos, escol¨¢sticos y hasta herm¨¦ticos y m¨¢gicos en las p¨¢ginas de este pr¨ªncipe de la claridad y la distinci¨®n, secuelas de las t¨¦cnicas asc¨¦ticas de Ignacio de Loyola en las "reglas del m¨¦todo" de este racionalista que estudi¨® en las aulas de la Compa?¨ªa de Jes¨²s, etc¨¦tera.
Sobre la ontolog¨ªa gris de Descartes
Jean-Luc Marion
Traducci¨®n de Alejandro Garc¨ªa
Escolar y Mayo. Madrid, 2008
266 p¨¢ginas. 25 euros
Una de las grandes virtudes del libro de Marion -inspirado, si puede decirse as¨ª, por razones m¨¢s filos¨®ficas que hist¨®ricas- consiste en que permiti¨® abandonar este debate, que hab¨ªa alcanzado ya el umbral de la esterilidad y se hab¨ªa convertido en una de esas irresolubles querellas hereditarias de oscuras motivaciones, mediante lo que hoy podr¨ªamos llamar el descubrimiento de un "subtexto" que hasta entonces no hab¨ªa sido le¨ªdo como tal, pero que estaba presente de modo secreto o clandestino en todo el desarrollo del pensamiento de Descartes, y que se hace m¨¢s patente en la obra elegida por Marion, las ya citadas Reglas. Como si se tratase de un manuscrito in¨¦dito, Marion nos ense?a a sacar a la luz este discurso en la sombra en el cual, de un modo totalmente inesperado pero conceptualmente decisivo, Descartes no se encuentra ya discutiendo con los te¨®logos medievales, los directores espirituales o los humanistas del Renacimiento, sino con aquel mismo a la sombra de cuyo nombre todos ellos combat¨ªan, es decir, con el viejo Arist¨®teles. No es, ciertamente, una confrontaci¨®n expl¨ªcita con la literalidad de los textos griegos, pero en esto reside la novedad de la propuesta de Marion, que reivindica una "arquitect¨®nica de los conceptos" jer¨¢rquicamente anterior y superior a la determinaci¨®n historiogr¨¢fica de las fuentes, y que reconoce "a los pensadores decisivos de la historia de la metaf¨ªsica el derecho y la prerrogativa de entablar entre ellos un di¨¢logo m¨¢s discreto pero m¨¢s radical que el expl¨ªcito y com¨²n de la historia de las ideas".
La cuesti¨®n importante, por tanto, es que esta apuesta metodol¨®gica nos entrega resultados mucho m¨¢s interesantes que la disputa sobre la "originalidad" de Descartes respecto de sus antecedentes escol¨¢sticos: aunque el discurso cartesiano tiene ante todo una pretensi¨®n cient¨ªfica, el modo como convierte a las cosas en objetos de saber comporta un acercamiento a la realidad que exige la subversi¨®n de la "sustancia" aristot¨¦lica y, tras ella, reclama un nuevo lenguaje para el mundo nacido de esa subversi¨®n; ello nos permite entender que es en la confrontaci¨®n con la ontolog¨ªa de Arist¨®teles en donde Descartes fragu¨® su estatura de pensador decisivo para la historia de la filosof¨ªa, y nos deja medir con mucha mayor claridad en qu¨¦ consiste su "revoluci¨®n" intelectual; aprendemos que el proyecto cartesiano de una "ciencia universal" del orden y la medida no puede ser comprendido en toda su significaci¨®n sin interpretarlo como un combate contra la organizaci¨®n categorial del pensamiento de Arist¨®teles, un combate que no supone simplemente la "inversi¨®n" o la "aniquilaci¨®n" del mapa de la raz¨®n antigua, sino el desplazamiento de sus t¨¦rminos hacia nuevos sentidos que implican todo el tablero del juego en el cual se desenvuelve la ruptura entre el orden antiguo y el orden moderno. Quiz¨¢, concluye Marion, asistir a esa confrontaci¨®n nos sea especialmente ¨²til a quienes estamos todav¨ªa en ese mundo cartesiano en el cual un yo abismal ha confiscado a las cosas su aristot¨¦lica sustancia al convertirlas en objetos, sombras grises de s¨ª mismas que brillan fuera de s¨ª, en una disponibilidad infinita que, parad¨®jicamente, siempre nos produce nostalgia de lo sustantivo.
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