El alcalde que ense?¨® a leer a los campesinos
Peces-Barba inaugura un monolito en memoria del regidor y dos asesinados m¨¢s en un pueblo de C¨¢ceres en 1936
El alcalde que ense?aba a leer a los campesinos desapareci¨® en octubre de 1936, con el pueblo ya en manos de La Falange, y su nombre no volvi¨® a figurar en un papel oficial hasta 10 a?os despu¨¦s, cuando el juez de paz, a petici¨®n de la viuda, anot¨® la declaraci¨®n de los tres hombres que le arrancaron de su casa: "Que a Casimiro S¨¢nchez lo llevaron hasta la carretera, donde el jefe local de La Falange les dijo que se lo dieran y que se marcharan. Que no saben nada m¨¢s". Pero todo el mundo sabe qu¨¦ pas¨® aquella noche en Barrado (C¨¢ceres), que no alcanzaba entonces las 1.000 almas.
S¨®lo un carburo prendido alumbra el sal¨®n de baile. En el centro, sentado en una silla, est¨¢ postrado el alcalde. Trece torturadores, hombres y mujeres, le torearon, le clavaron agujas de hacer punto a modo de banderillas, le sacaron los ojos, le cortaron los test¨ªculos. La familia qued¨® despedazada desde entonces. Hasta ayer, cuando los nietos y los bisnietos volvieron al pueblo desde Tarragona, desde Canarias, desde otros pueblos extreme?os para honrar la memoria del abuelo. Y han vuelto con la cabeza muy alta, recordando cuando su madre, hija del asesinado, la llevaba gacha a?os atr¨¢s y repet¨ªa en bajito por las calles "asesinos, asesinos".
Reconciliaci¨®n y memoria
Junto al monolito inaugurado por el empe?o de los socialistas del pueblo, que recuerda al alcalde, al maestro y a un cabrero, todos asesinados en el arranque de la guerra civil, se fotografiaron con el catedr¨¢tico Gregorio Peces-Barba, que ofreci¨® una conferencia. Y les habl¨® de reconciliaci¨®n, pero tambi¨¦n de la pertinencia de la ley de memoria "que a nadie puede molestar porque no supone s¨®lo un acto de justicia, sino una necesidad para poder sobrevivir".
S¨®lo del maestro, Severiano N¨²?ez, se tiene certeza de d¨®nde reposan sus huesos. Pero d¨®nde est¨¢n los de Eloy Mu?oz y Casimiro S¨¢nchez es a¨²n un misterio. En el caso del alcalde, la familia hizo todo por buscarlo llegada la democracia. Los asesinos no soltaron una pista. Ya est¨¢n todos muertos. Las excavadoras entraron en una finca del pueblo vecino hace pocos a?os, pero los huesos recogidos est¨¢n a la espera de las pruebas de ADN. Hace ya m¨¢s de una d¨¦cada, la iglesia del pueblo fue restaurada con sorpresa may¨²scula. Un cad¨¢ver con un tiro en la nuca y la bala fueron hallados bajo su suelo. Pero nadie vio la necesidad de recuperarlo. Y lo volvieron a enterrar, bajo las losas de la cruceta de la iglesia. ?Era el cad¨¢ver del alcalde? Los nietos de Casimiro no lo descartan. Pero ayer, al menos, Peces-Barba pudo ver en las miradas de las familias de los tres asesinados, cierta cara de alivio. "Es uno de los d¨ªas m¨¢s importantes de mi vida", se?al¨® uno de los nietos de aquel alcalde que s¨®lo estuvo en el cargo dos meses.
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