Pol¨ªgono de empresas clandestinas
En Vigo ni patronal ni Ayuntamiento saben cu¨¢ntos negocios funcionan sin licencia
El alcalde de Vigo, Abel Caballero, ha emplazado a las empresas que act¨²an sin licencia a que la tramiten ya porque "las ilegalidades se van a acabar en esta ciudad". La Concejal¨ªa de Urbanismo multiplicar¨¢ las inspecciones para hacer cumplir la ley, promete y amenaza el regidor al calor de lo sucedido en O Gorxal: una nave calcinada en un entorno hipersensible por los riesgos que entra?aba el funcionamiento de sus 11 empresas, s¨®lo una de ellas con licencia de actividad, que, adem¨¢s, no era estrictamente la que desarrollaba. El propio Caballero tard¨® d¨ªas en descubrirlo. El siniestro puso en evidencia una situaci¨®n fuera de control que se prodiga por todo el municipio vigu¨¦s, con centenares de empresas en situaci¨®n de clandestinidad.
Caballero promete cambiar la pol¨ªtica de tolerancia con la falta de permisos
Hay ocupados dos millones de metros cuadrados en ¨¢reas sin urbanizar
Ni el Ayuntamiento vigu¨¦s ni las organizaciones empresariales conocen el n¨²mero de compa?¨ªas que hay instaladas en los m¨²ltiples pol¨ªgonos industriales improvisados. Los estudios previos para la elaboraci¨®n del actual plan general de urbanismo constataron la existencia de al menos 31 ¨¢reas industriales, as¨ª definidas y se?aladas, ninguna de las cuales se ha desarrollado con las figuras de planeamiento definidas en las normas legales. Las empresas llegaron antes a estas z¨ªes (zonas de industrializaci¨®n espont¨¢nea), luego se reconoci¨® el ¨¢mbito que ocupaban como suelo industrial y el plan general de 1993 las incluy¨® como ¨¢reas de "planeamiento secundario industrial", que nunca se ejecut¨®.
Por el contrario, ese reconocimiento de las z¨ªes como suelo industrial, abri¨® la puerta a reformas y ampliaciones de las naves existentes y a la construcci¨®n de otras nuevas para atender a la fuerte demanda de empresas que buscaban sitio, sin que la Xunta programara nuevo suelo al efecto. Las naves, como la de O Gorxal, multiplicaron los espacios con un exclusivo af¨¢n especulativo y as¨ª las cosas se complicaron m¨¢s.
Los mismos estudios constatan la ocupaci¨®n a mayores por naves industriales de suelos r¨²sticos o residenciales. No consta que ninguna fuera clausurada, y el Ayuntamiento ha optado tambi¨¦n ahora, en el nuevo plan general, por legalizarlas. Ser¨ªa el caso de Las Cinco Jotas, que empez¨® siendo en los a?os 80 una carpinter¨ªa. Hoy, dedicada a prefabricar casas de madera, ocupa m¨¢s de 15.000 metros de suelo r¨²stico de protecci¨®n forestal en la parroquia de Cande¨¢n. Los tres grupos municipales votaron su continuidad, aunque est¨¢ incluida en el 1% del plan suspendido y pendiente del dictamen de la Conseller¨ªa de Pol¨ªtica Territorial.
En el t¨¦rmino municipal de Vigo las z¨ªes suman unos dos millones de metros cuadrados ahora catalogados como suelo urbano consolidado y de uso industrial. Independientemente de su aprovechamiento real (actividades a las que se dedica), cuando este suelo se catalog¨® ya no quedaba en ¨¦l ning¨²n solar libre en el que instalar empresas mediante licencia directa. Y la industria, como elemento din¨¢mico por excelencia que es, tampoco pudo frenarse. Todo lo contrario. Busc¨® huecos y los llen¨®, sin reparar, ni antes ni ahora, en cosa distinta que su propio inter¨¦s. Ya no son industrias de chimenea o actividad ostentosa, sino empresas de servicios -a otras empresas, sobre todo-, que encuentran m¨¢s f¨¢cil acomodo en naves de alquiler y con vecinos dispares, con o sin licencia. La precariedad y la clandestinidad sobrevenidas, consecuencia de su propia urgencia de actividad, inquietan lo justo, que es muy poco, habida cuenta de la lentitud y desidia de la maquinaria de control municipal. Muchas, como en O Gorxal, ni se molestan en solicitar la licencia, m¨¢xime si conocen que, con la ley en la mano, no podr¨¢n obtenerla. Tampoco nadie las cierra.
Pero esa clandestinidad, que aprovecha niveles m¨ªnimos de urbanizaci¨®n (viales de acceso, redes de agua y saneamiento y otras infraestructuras y servicios), tambi¨¦n evita que los mismos se redimensionen y modifiquen en funci¨®n de la propia implantaci¨®n y provoca distorsiones muy dif¨ªciles de seguir y encajar en proyectos de gesti¨®n urban¨ªstica m¨¢s amplios. Condena a todos a funcionar en la estrechez y mezcolanza m¨¢s chapuceras: suelos que trenzan los usos residenciales, industriales, terciarios y r¨²sticos, y naves donde conviven actividades tan variopintas como la manipulaci¨®n de productos qu¨ªmicos con, por ejemplo, la alimentaci¨®n.
Afuera no hay espacios libres y se aparca en lugares inveros¨ªmiles para no cerrar los viales al tr¨¢fico, frecuentemente pesado e intenso siempre, o sea, con atascos e interrupciones. No hay aceras, ni ¨¢rboles que mitiguen el impacto de entornos que ignoran la est¨¦tica, con niveles diversos de construcci¨®n y mantenimiento en los cierres de cada una de las parcelas. Tampoco hay el menor orden en el equipamiento y urbanizaci¨®n de las superficies (alumbrado p¨²blico, se?alizaci¨®n, pasos de cebra...) Y las empresas, sin los papeles en regla, tampoco pueden acceder a ayudas p¨²blicas.
La eficacia del control de la administraci¨®n local salta a la vista, como los a?os de incuria que permitieron crecer ese laberinto industrial. La pol¨ªtica constante ha sido la de contemporizar, anteponiendo las razones socioecon¨®micas del empleo. El alcalde de Vigo, Abel Caballero, promete ahora cambiarla, inducido por el calor de O Gorxal.
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